Después de ser uno de los camaristas que rechazó la denuncia de Nisman, el juez Jorge Ballestero pasó un mal momento en el restaurante del Club Mayling de Pilar, donde concurría habitualmente a jugar al golf. El magistrado había asistido al lugar para compartir una cena con su mujer, Adriana, y dos amigos, el viernes último por la noche. Al ingresar el grupo a la casa de comidas, los presentes comenzaron a murmurar. A los pocos minutos, algunos comensales subieron el volumen de las protestas. Entonces, la mujer del juez lo convenció de que se retirara. Al otro día tenía un partido de golf, pero no fue.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario