En el Día del Trabajador, Dilma Rousseff habló en el centro de San Pablo, además de destacar los derechos de los trabajadores, también hizo referencia al escándalo político que vive el país. La jefe de Estado brasileña volvió a acusar a la oposición de llevar a cabo un
"golpe de Estado", pero advirtió que luchará "hasta el final".
"Voy a resistir este golpe de Estado, que es en contra de las estrategias sociales", apuntó. La presidente aseguró:
"Nunca recibí coimas" y dirigentes opositores recordaron que
durante la presidencia de Lula Da Silva, Dilma como ministra de energía, manejaba personalmente Petrobras.
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