domingo, 3 de noviembre de 2019

"Muerte" y "Resurrección" de Francisco Clavero

Por Leonardo Castagnino
             Francisco Clavero
Francisco Clavero Publicado por la Revista de la Junta de Estudios Históricos de Mendosa. 1939

La "muerte" de Clavero
“Clavero no era ni salteador ni encubridor, ni caudillo ni gaucho malo. Era un viejo veterano de granaderos a caballo de San Martín, que a fuer de antiguo soldado y de valiente, había llegado a coronel al servicio de Rosas y de la montonera”.(Sarmiento).
Clavero integrará bajo Rosas las guarniciones de fronteras, donde su coraje y comportamiento lo hacen Mayor. Don Juan Manuel lo llevará más tarde al Regimiento Escolta con el grado de teniente coronel. Asiste a la batalla de Caseros – del lado argentino – y será con el coronel Chilavert el último en batirse contra la división brasileña del Marqués de Souza.
Urquiza, no admite su solicitud de baja y en 1853 estará a su lado en el sitio de Buenos Aires. Con las charreteras de coronel, dadas por Urquiza, combate en "El Pocito" contra los "salvajes unitarios" y fusilará al gobernador Aberastain después de la batalla.
Cuando llegan las horas tristes de Pavón, escapa escapa a Chile perseguido por la ira de Sarmiento, pero regresa de Chile para ponerse a las órdenes del Chacho Peñaloza.
Herido gravemente en Caucete, cae en poder de los "nacionales“ que lo han condenado a muerte. Sarmiento, Director de la Guerra, ordena su fusilamiento, que no llega a cumplirse por uno de esos imponderables que tiene la guerra: un jefe "nacional" cuyo nombre no se ha conservado, compadecido de Clavero, lo remite con nombre supuesto, entre los heridos nacionales al Hospital de Hombres de Buenos Aires e informa al implacable Director de la Guerra que la sentencia: "debe haberse ejecutado" porque el coronel ”no se encuentra entre los prisioneros".
La "resurrección"
Durante el levantamiento "Varelista" del interior en contra de la guerra del Paraguay, el "ejército americanista" se reúne en Jáchal y se preparan sus oficiales, cuyos nombres persisten como leyendas en el Noroeste: Chumbita, Elizondo, Guayama, Videla, Salazar, Medina, entre otros; mineros de las faldas de Famatima o estancieros de Los Llanos la mayor parte de ellos.
Un día llega a los fogones de Jáchal nada menos que Francisco Clavero, antiguo granadero de San Martín en Chile y el Perú, a quien se tenía por muerto desde las guerras del Chacho cuatro años atrás.
No obstante faltarle un brazo y tener un parche de gutapercha en la bóveda craneana, abandona el hospital cuando llegan a Buenos Aires las noticias del levantamiento del Noroeste. El viejo sargento de San Martín consigue llegar al campamento de Varela, donde todos lo tenían por muerto; se dice que, sin darse a conocer de la tropa – donde su nombre tenía repercusión de leyenda – se acercó a un fogón, tomó una guitarra y punteando con su única mano cantó:

"Dicen que Clavero ha muerto,
Y en San Juan es sepultado.
No lo lloren a Clavero,
Clavero ha resucitado”.

El entusiasmo de los montoneros fue estruendoso, tanto que sus ecos retumbaron en Buenos Aires donde los diarios se preguntaban por qué no se cumplió la sentencia contra el coronel federal, y quién era responsable por no haberlo fusilado.
La noticia de "la resurrección de Clavero" llegó hasta Inglaterra donde Rosas, viejo y pobre en el exilio, pero nunca ausente de lo que ocurría en su patria, seguía con atención la "guerra de los salvajes unitarios contra el Paraguay” y llegó a esperar que a los compases de la zamba de Varela fuera realidad la unión de los pueblos hispánicos “contra los enemigos de la Causa Americana".
El 7 de marzo de 1867, Juan Manuel escribe a su corresponsal y amiga Josefa Gómez una carta que está en el archivo General de la Nación:
"No sabía yo que el Coronel Clavero estaba en Buenos Aires. Lo creía muerto al pasar la cordillera, según un periódico, hacen algunos años. Si lo ve Vd. dígale, no lo he olvidado, ni lo olvidaré jamás. Que Dios ha de premiar las virtudes de su fidelidad”.

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