viernes, 15 de mayo de 2020

Fabián Rogel, un radical en línea

Ocupó lugares políticos en dos de los poderes del Estado: el Ejecutivo y Legislativo. Sus relaciones políticas integran a personalidades del peronismo, el socialismo y el comunismo. El perfil de un dirigente que cultiva la política sin descanso. “Nosotros, hombres de la política” es una de las presentaciones más habituales en una reunión política o social que suele utilizar. Ese ámbito, la política, lo encontró a temprana edad cuando la Unión Cívica Radical se alzaba como el partido que restablecería la democracia luego de la noche más oscura. La de la peor dictadura cívico militar. Fabián Rogel recorrió el largo camino que la política ya no exige. Ese camino que puede ser reemplazado por un minuto de fama en un canal y catapultar a una persona a una banca de diputados. En 1983 dio su primer paso en el centenario partido como delegado de la Juventud. Fue un año después de una interna en la que participó como joven militante cerca de nombres destacados como Rubén Ghiggi, Julio Izaguirre y Felipe Ascúa, entre otros. Con éste último establecería una relación más cercana en el plano de lo político en los años posteriores. Rogel pasó por varios trabajos fuera de la política. Lo hizo a muy temprana edad: 13 años. Fue lava copas de la cantina del Club Rowing, atendió un local de ropa de la franquicia Pierre Cardín y luego desarrolló tareas administrativas en la empresa constructora Antonio Caballi Sociedad Anónima, en la que terminó siendo jefe de personal. En términos económicos no le fue tan bien como a un compañero de entonces, Miguel Marizza, quien luego adquirió la firma que se convirtió en las principales proveedoras del Estado. Con emoción cuenta su paso por la Escuela Alberdi, de Oro Verde, en la que trabajó por una convocatoria de Ascúa para hacer tareas administrativas. Ese establecimiento Normal Rural fue un faro para el sistema educativo de la Nación. Rogel narra esa historia con detalles de académico. La colimba pudo haber interrumpido por un buen tiempo su militancia política, pero la decisión de Raúl Alfonsín de dejar fuera del servicio militar al 50 por ciento de los que deberían hacerlo salvó al radical, que a los tres meses de iniciarla quedó afuera por disposición del Presidente. Enseguida fue convocado otra vez por Ascúa, pero ahora al Concejo General de Educación (CGE). Antes había hecho un intento en Derecho, pero la actividad política no le dio tiempo para esos gustos. Luego pasó a desempeñarse en lo que era el Ministerio de Acción Social como director de Promoción Social y luego en cooperativas. Si bien no estuvo enrolado en el espacio de Sergio Montiel, las relaciones no eran malas. De hecho, Rogel jugó en el espacio de Luis Agustín Brasesco en la interna que éste dio a Ricardo Laferriere. En 1986 se distanció de Montiel. Recuerda la primera gobernación como “un gran gobierno” y enumera obras a las que califica de “históricas” como haber cruzado el gas atravesando el río Paraná o haber inventado la primera vacuna para la exportación de ganado cuando en Europa recién se estaba hablando de esas cosas. Lamenta dos cuestiones de ese proceso: lo poco generoso que fue Montiel en lo político y la dura campaña que hizo Laferriere en la interna. Entiende que con un poco de inteligencia y ajustando esas cuestiones se podría haber retenido el gobierno que quedó en manos de Jorge Busti al año siguiente. Durante los gobiernos justicialistas, Rogel se dedicó a organizar un espacio provincial que solía tenerlo como candidato en Paraná. Fue protagonista del primer debate televisado. El episodio data de 1998 en la sala del Banco Bica. Participaron Sergio Varisco y Enrique Carbó, éste último precandidato a intendente de Montiel. En 1999, con la Alianza en la Nación y en Entre Ríos, Rogel se desempeñó en la órbita nacional. El lugar, quizás más importante, fue en el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social. Luego Julio Rodríguez Signes, que presidía la Cámara de Diputados de la provincia, lo convocó como asesor. La crisis que explotó en las jornadas de diciembre de 2001 Rogel la adjudica –entre otras cuestiones – a la decisión de la Alianza de no haberse plantado ante la sociedad y explicarle que la convertibilidad era una ficción que no se podía sostener. Se pudo haber salido del 1 a 1 de manera ordenada, lamenta. Rogel se encargó de cultivar buenas relaciones en el mundo de la política. Lo hizo desde una tarima o compartiendo mesas de café. En permanente actividad aún sin ocupar algún cargo, trajo a Paraná a ilustres pensadores y referentes como Adriana Puiggrós, Eugenio Zaffaroni, Juan Carlos Portantiero, Alfredo Bravo, Eduardo Barcesat y Alejandro Olmos, entre otros. Tuvo amigos en la Iglesia (progresista) como Luis Farinello y Rubén Dri. Fue uno de los fundadores de la Coordinadora de Derechos del Hombre en Paraná, lo que le valió poner una de las primeras placas de desaparecidos en la Argentina. Recuerda con afecto aquella experiencia con Federico Soñez, Cristina Ponce y José Iparraguire. Y, obviamente, todo el Partido Comunista con quien siempre tuvo buena relación con su dirigencia. En 2003, con la vuelta de Busti a su tercera gobernación, Rogel presidió su bloque en la Cámara de Diputados. Desde allí cuestionó temas que aún hoy resuenan en ese cuerpo, como el convenio de agente financiero entre el gobierno provincial y el Bersa. En 2008 también presidió su bloque en la Convención Constituyente. Insistió con un tema recurrente: la necesidad de que Entre Ríos tenga un banco provincial. Es uno de los autores del artículo que se introdujo en la carta magna. Se jacta de haber promovido el rango constitucional a los partidos políticos como la organización representativa en democracia. Cuando fue diputado nacional durante el período 2011 – 2015 tuvo como asesor a Olmos y al economista e hijo del ex ministro Gustavo Grinspun. Con Fernando “Pino” Solanas mantiene una estrechísima relación. También la tuvo con Gustavo Calleja, especialista en hidrocarburos y ex funcionario de Alfonsín, con quien publicó un libro sobre YPF. Al cumplirse 30 años de la muerte de Ernesto Che Guevara, Rogel inauguró una muestra en La Hendija con fotografías del líder revolucionario y con la presencia de Vicente Zito Lema. Esas fotos fueron obsequiadas por la Embajada de Cuba en la Argentina al radical, que las conserva en su departamento. Rogel evitó meterse en debates públicos y acusaciones acerca de la corrupción. Suele decir que de “los bandidos” se encargue la Justicia y que la sociedad elige a sus dirigentes. Evita, casi siempre, polemizar sobre la coyuntura o algún tema que suele diluirse a la semana. Cuando la Ley de Medios era un tema monolítico, en una entrevista en Canal Once lo consultaron. Fue unos días previos a que la tratara el Congreso con una oposición decidida a votar en contra. “Cualquier cosa que diga va a hacer ruido en mi partido y yo no tengo que votar”, se disculpó, sutil. Luego se le escuchó decir que entre una mala ley, como creía que era, y el Grupo Clarín, se quedaba con la primera. Hace unos cuantos años, en uno de los peores momentos del radicalismo, el dirigente ingresó a un bar céntrico de Paraná para mantener una charla con un par de periodistas. De otra mesa lo increpó un hombre: “No vuelven más, basta de la fácil de ser político”. La respuesta fue inmediata: “Quédese tranquilo amigo que eso no la va a decidir ni usted ni yo. No vaya a creer que es tan fácil ser político, pruebe hacer meter la boleta con su nombre en un sobre”, desafió. La Convención de la UCR de Gualguaychú, donde nació Cambiemos, lo encontró en el bando de quienes pretendían abrir la alianza a sectores del peronismo. En ese momento era Sergio Massa la apuesta. Luego, en la gestión de Mauricio Macri, ocupó un lugar en el Instituto de Ayuda Financiera para Pago de Retiros y Pensiones Militares. Con un perfil bajísimo. Por estos tiempos habla con sus correligionarios. La cuarentena lo debe tener de mal humor a un dirigente que con habitualidad se lo ve por la calle. Y haciendo política. - Por Federico Malvasio para Página Política

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