Dirige dos compañías argentinas de perfil industrial y exportador, empresas de las que se hubieran sentido orgullosos Arturo Frondizi y Juan Perón. Rescata el espíritu hacedor de Franco Macri y está convencido de que le hubiera venido bien a su hijo Mauricio contar con diagnósticos menos basados en lo financiero y más en lo productivo. Para él, hay una urgencia tan fuerte como la sanitaria: crear nuevas reglas de juego y apostar a un espíritu productivo trascendente, ético y transformador.
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