En una insólita resolución el Instituto de Cine y Artes Audiovisuales, organismo que funciona en el ámbito del Ministerio de Cultura de la Nación, decidió no otorgar más el premio “Astor” a los ganadores del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, reemplazándolo por otro inspirado en el lobo de mar.
La novedad le fue oficialmente comunicada a la Fundación Astor Piazzolla sin dar a conocer las razones de tal determinación. Sin embargo algunas fuentes señalaron que una de las razones razones fue la escasa relación que se hace de la figura de Astor Piazzolla con el cine. Es probable que el hecho de que haya compuesto la banda de sonido de 44 películas y consecuentemente trabajado con reconocidos directores de cine como Nadine Trintignant, Jeanne Moreau, Marco Bellochio o nuestro Pino Solanas entre otros, no sea suficiente vinculación con la industria cinematográfica. Seguramente el motivo debe ser otro, ya que el reemplazante lobo de mar no pareciera tener más medallas en ese sentido.
Otro argumento para respaldar lo resuelto sería que hay otros festivales muy jerarquizados en el mundo que conceden premios que tienen nombres de animales, como es el caso del festival de Berlín con su “Oso de Oro” o San Sebastián con su “Concha de Oro”. Acaso el desdén por las imágenes de animales en los billetes no califica en el caso de los premios.
Astor Piazzolla es el artista argentino de todos los tiempos más destacado internacionalmente. Huelga ahondar en el alcance que su genio musical tiene en el mundo. Lo sabemos todos sin necesidad de que haya alguien que nos lo certifique.
El Festival de Cine de Mar del Plata tiene el sello de nuestra ciudad. Así se llama no sólo porque es su sede sino porque es la mención que lo hace conocido en el resto de los países. No fue por casualidad que en su momento, más precisamente hace dieciséis años, se eligiera el nombre de Astor para bautizar el premio. Como si se tratara de un mero comentario al pasar diremos que Piazzolla es marplatense.
Sumemos argumentos a lo que no podemos considerar como otra cosa que no sea una provocación. En nuestro país y también fuera de él organismos oficiales y no estatales se encuentran organizando, con las dificultades que plantea la pandemia, los homenajes tendientes a honrar la memoria de Astor Piazzolla en virtud de cumplirse el próximo 11 de marzo el centenario de su nacimiento.
Es dable a entender que el Ministerio de Cultura de la Nación no estará ausente en estas celebraciones, pero la noticia de estas horas no pareciera ser un buen comienzo para encaminarse a esa evocación.
La pregunta que no parece tener respuesta es ¿para qué esta decisión que seguramente se tomara como una afrenta? Si bien los arcanos de la política tienen muchas veces una lógica que los ciudadanos de a pie no alcanzamos a descifrar, a priori presumimos que lo que parece incomprensible tiene una razón. Esperamos fervientemente que nos lo expliquen.
Por el momento la justa irritación que muchos sentimos no parece favorecer a nadie. El lobo de mar seguirá en lo suyo a pesar del mimo. Sí es claro que el más grande músico argentino de todos los tiempos merece otra consideración y que todos nosotros sentimos una pérdida que lastima y no sabemos porqué.
La novedad le fue oficialmente comunicada a la Fundación Astor Piazzolla sin dar a conocer las razones de tal determinación. Sin embargo algunas fuentes señalaron que una de las razones razones fue la escasa relación que se hace de la figura de Astor Piazzolla con el cine. Es probable que el hecho de que haya compuesto la banda de sonido de 44 películas y consecuentemente trabajado con reconocidos directores de cine como Nadine Trintignant, Jeanne Moreau, Marco Bellochio o nuestro Pino Solanas entre otros, no sea suficiente vinculación con la industria cinematográfica. Seguramente el motivo debe ser otro, ya que el reemplazante lobo de mar no pareciera tener más medallas en ese sentido.
Otro argumento para respaldar lo resuelto sería que hay otros festivales muy jerarquizados en el mundo que conceden premios que tienen nombres de animales, como es el caso del festival de Berlín con su “Oso de Oro” o San Sebastián con su “Concha de Oro”. Acaso el desdén por las imágenes de animales en los billetes no califica en el caso de los premios.
Astor Piazzolla es el artista argentino de todos los tiempos más destacado internacionalmente. Huelga ahondar en el alcance que su genio musical tiene en el mundo. Lo sabemos todos sin necesidad de que haya alguien que nos lo certifique.
El Festival de Cine de Mar del Plata tiene el sello de nuestra ciudad. Así se llama no sólo porque es su sede sino porque es la mención que lo hace conocido en el resto de los países. No fue por casualidad que en su momento, más precisamente hace dieciséis años, se eligiera el nombre de Astor para bautizar el premio. Como si se tratara de un mero comentario al pasar diremos que Piazzolla es marplatense.
Sumemos argumentos a lo que no podemos considerar como otra cosa que no sea una provocación. En nuestro país y también fuera de él organismos oficiales y no estatales se encuentran organizando, con las dificultades que plantea la pandemia, los homenajes tendientes a honrar la memoria de Astor Piazzolla en virtud de cumplirse el próximo 11 de marzo el centenario de su nacimiento.
Es dable a entender que el Ministerio de Cultura de la Nación no estará ausente en estas celebraciones, pero la noticia de estas horas no pareciera ser un buen comienzo para encaminarse a esa evocación.
La pregunta que no parece tener respuesta es ¿para qué esta decisión que seguramente se tomara como una afrenta? Si bien los arcanos de la política tienen muchas veces una lógica que los ciudadanos de a pie no alcanzamos a descifrar, a priori presumimos que lo que parece incomprensible tiene una razón. Esperamos fervientemente que nos lo expliquen.
Por el momento la justa irritación que muchos sentimos no parece favorecer a nadie. El lobo de mar seguirá en lo suyo a pesar del mimo. Sí es claro que el más grande músico argentino de todos los tiempos merece otra consideración y que todos nosotros sentimos una pérdida que lastima y no sabemos porqué.
Fuente: La Prensa
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