El ex presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma, volverá a la Argentina el próximo 8 de marzo. Será la primera visita al país después que su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), regresara también al poder tras vencer de la mano de Luis Arce en las elecciones presidenciales, con el 55 por ciento de los votos.
El dirigente boliviano viajará este martes a las 14.30, en un vuelo con destino a Buenos Aires.
La última vez que había estado Evo Morales sobre el suelo argentino fue el 9 de noviembre pasado, cuando lo despidió del presidente Alberto Fernández y lo acompañó a la frontera del puente internacional Horacio Guzmán, que une ambos países y que comunica con la ciudad boliviana de Villazón. Fue después de haber permanecido en Argentina durante 11 meses exiliado junto al ex vicepresidente, Álvaro García Linera, a raíz del quiebre institucional que lo eyectó del poder.
Por las gestiones que llevó adelante Alberto Fernández, Evo Morales y García Linera pudieron emigrar a salvo desde Bolivia, mientras crecía la violencia política producto de la crisis desencadenada entre los partidarios del MAS y las fuerzas políticas adversarias que ocuparon la presidencia interina de Bolivia encabezada por Jeanine Añez.
La decisión política del presidente argentino para ayudar a Evo Morales motivó a tres diputados del MAS a que lo postularan al Premio Nobel de la Paz. “Nuestra democracia le debe mucho”, señalaron al presentar la candidatura.
La visita de Evo Morales a la Argentina se produce en un contexto peculiar. A cuatro meses de que el MAS recupere el poder, unos 7,1 millones de ciudadanos de Bolivia empadronados volverán a participar de elecciones. Esta vez, los comicios serán para los nueve departamentos (provincias) y alcaldes para los 336 municipios del país, entre otros cargos, en comicios marcados por la confrontación entre oficialismo y oposición y las normas para evitar que avance la pandemia de coronavirus.
Las organizaciones políticas que participan en las elecciones locales registraron 20.000 candidaturas para unos 5.000 cargos públicos, según el Tribunal Supremo Electoral (TSE).
Por lo pronto Morales, en su rol de presidente del MAS y jefe de campaña, puso la vara muy alta. Espera que el oficialismo gane la mayoría de las gobernaciones departamentales y “más de 300 municipalidades”.
Sin embargo, los números que anticipan los sondeos de intención de voto, de los que Morales descree, son menos generosos, aunque casi con certeza el MAS tendrá más gobernaciones que los partidos de oposición y una amplia mayoría de municipalidades. Un escenario posible es que Luis Arce gobierne con varios gobernadores y muchos municipios alineados con el oficialismo, pero con opositores al frente de las principales departamentos y municipios, un escenario que en definitiva no es nuevo para el MAS.
En Bolivia, las heridas todavía siguen abiertas. Las consecuencias del golpe de Estado y las acusaciones de violaciones a los derechos humanos durante el interinato de Jeanine Áñez marcan el clima político, donde el antagonismo entre oficialistas y opositores permanece abierto.
Mientras tanto, el MAS avanzó en los últimos meses y recuperó terreno. En febrero, consiguió los votos para que la Asamblea Legislativa de Bolivia aprobara el decreto presidencial que le otorga amnistía e insulto “por razones humanitarias” a más de un millar de “perseguidos” por el gobierno de facto encabezado por Jeanine Áñez, entre ellos el ex presidente Evo Morales.
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