viernes, 2 de abril de 2021

Sergio Kaleñuk, uno de los laderos de José Alperovich, habría ayudado a esconder el cadáver de Paulina Lebbos

 

Pasaron 15 años de señalar a César Soto (39) como sospechoso del femicidio de la madre de su hija, hasta que finalmente lo imputaron por el crimen de Paulina Lebbos (22). Declaró este martes y negó haber participado del hecho. Lo acusaron de homicidio agravado, y a Sergio Kaleñuk (40), el hijo del ex secretario personal del gobernador José Alperovich, como partícipe necesario para concretar el encubrimiento.

La hipótesis, para el fiscal Carlos Sale, es que entre las 6.30 y las 7 de la mañana del 26 de febrero de 2006, Paulina llegó a la casa de su pareja, Soto, tal como había planeado. En un vínculo con antecedentes de violencia de género se habría desarrollado una discusión, él la tomó por el cuello y la mató.

Según la sospecha, Soto -que era integrante de la barra de Atlético Tucumán- llamó a Sergio Kaleñuk para pedirle ayuda para esconder el cuerpo: así habría empezado la trama de encubrimiento.

Kaleñuk le habría acercado sus vínculos con el poder: era dirigente del club, funcionario cercano al entonces gobernador José Alperovich y actualmente tiene un cargo de asesor en la Legislatura tucumana por el que cobra un salario de 150 mil pesos.


Según el fiscal, la primera llamada de Kaleñuk fue a Nicolás Barrera, un jefe policial condenado a 6 años por encubrir el crimen de Paulina.

La imputación por el femicidio llegó a contrarreloj, poco después de que la causa estuviera a punto de prescribir. Sale indagó a Soto este martes y el acusado negó los hechos. Kaleñuk, por su parte, se negó a declarar porque lo sorprendió la acusación: no lo imputaron como coautor del femicidio, sino como partícipe necesario por su rol de encubridor.

Cruces de llamadas, contradicciones y vínculos con el poder terminaron por permitir que el expediente llegara a esta instancia, según publica Clarín.

El celular de Paulina y el análisis de las comunicaciones fueron clave para poder concretar las acusaciones. La semana que viene serán citados a declarar Esteban Gómez (hermano de Roberto, que fue acusado por el homicidio en 2018 pero terminó absuelto) y Roberto Atim, un vendedor de celulares.

Ambos, se comprobó durante un juicio contra la cúpula policial por el encubrimiento del crimen, tuvieron en su poder el teléfono y el chip de Paulina después su desaparición. La clave en su testimonio estará en que puedan develar cómo accedieron ellos y a quién encubrieron durante todo este tiempo.

La esperanza es que alguno de los imputados se quiebre y cuente la verdad.

Para Alberto Lebbos, el papá de Paulina, la expectativa apunta principalmente a los juicios pendientes para encontrar allí elementos que puedan develar qué pasó con su hija. "Esto fue posible gracias al juicio por encubrimiento contra Di Lella, Sánchez, Barrera, Brito y Rodríguez. Que a su vez fue posible porque primero hubo un juicio contra los policías de Raco que participaron del hallazgo del cuerpo. Pero hace cinco años que estamos esperando fecha de juicio contra el ex fiscal (Carlos) Albaca. Y contra los que fueron imputados por falso testimonio", cuestionó Lebbos.

La imputación contra Soto y Kaleñuk surgió a partir de la condena por encubrimiento al ex secretario de Seguridad Eduardo Di Lella (condenado a 6 años); al ex jefe de la Policía Hugo Sánchez (6 años); su segundo, Nicolás Barrera (5 años); el ex encargado de la Regional Norte Héctor Brito (5 años) y el ex oficial Waldino Rodriguez (3 años).


En esa sentencia, de febrero de 2019, que quedó firme recién en febrero de este año, el tribunal ordenó que se investigue a Kaleñuk y a Soto por el femicidio de Paulina a través de los elementos recopilados en un año de debate.

Fueron 131 audiencias, 200 testigos, 32 careos y 25 acusados por falso testimonio, nueve de ellos se fueron de los tribunales detenidos. Cuatro de ellos eran policías: dos comisarios, un suboficial mayor y un cabo.

El ex fiscal Carlos Albaca tiene una causa elevada a juicio desde hace cinco años, pero por dilaciones del Poder Judicial y la incapacidad para constituir un tribunal que lo juzgue todavía esperan una fecha, según publica Clarín.

Albaca fue fiscal a cargo de la causa Lebbos durante siete años, periodo en el que ocurrieron irregularidades alrededor de la investigación que facilitaron el encubrimiento y la pérdida de pruebas clave para que se supiera qué ocurrió con Paulina.

"Somos concientes que llegar a la verdad, conseguir justicia, es difícil incluso cuando hay pruebas, cuando hay elementos. Después de tantos años, con el manoseo y en encubrimiento que hemos tenido, todavía más. Es imprescindible que se concreten los juicios porque es la única manera que tenemos", insistió Lebbos.

Paulina Lebbos era estudiante de Comunicación Social. Tenía 23 años cuando desapareció, el 26 de febrero de 2006. Había salido a bailar con sus amigas. Al amanecer, junto a Virginia Mercado (la última que la vio con vida), tomaron un remís para regresar a sus casas.

Primero bajó Virginia en su casa de la calle La Rioja al 400 y Paulina dijo que seguiría viaje hasta el domicilio de César Soto, su pareja y padre de su hija Victoria, de entonces cinco años.

Nunca se supo qué ocurrió después. Paulina desapareció y la buscaron en todo Tucumán. El 11 de marzo de 2006, a la altura de Tapia, a 30 kilómetros de la ciudad, al costado de la Ruta Provincial 341, encontraron su cuerpo.

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