domingo, 2 de mayo de 2021

Sobre la terrible peligrosidad de las redes sociales

Por Antonio Las Heras

De un tiempo a esta parte se ha hecho costumbre que aparezcan voces alertando sobre la peligrosidad que revisten las redes sociales para el usuario común así como los terribles poderes que se ocultan detrás de ellas para quitar privacidad y obtener datos que hacen a la intimidad. Las empresas propietarias de esos sistemas de comunicación, a la vez, estarían haciendo sus pingües negocios aprovechándose de la ingenuidad y descuido de sus clientes quienes – como todos conocemos – se suman por cientos de millones a nivel mundial.

Google, Facebook y Amazon – por mencionar las más conocidas – aparecen de este modo como los esclavistas del Tercer Milenio. Tanto es así que la filósofa y profesora emérita de la Harvard Business, School Shoshana Zuboff, no vacila en hablar de “capitalismo de vigilancia.” Señala: “Las empresas tecnológicas utilizan el conocimiento para que la gente piense, diga y haga cosas que normalmente no habría hecho.” En verdad, es una frase que suena muy elegante; a la vez que transmite temor generando estado de alerta. Pero, ¿realmente es así? ¿Hay, en esto, una víctima y un victimario? ¿O, más bien, se trata de una relación donde ambas partes buscan – la famosa “picardía” – beneficiarse a expensas del otro?

Alguien que busca un dato que necesita para su trabajo y accede – para ello – a Google, ciertamente está dejando una “huella” que la empresa podrá usar para obtener un conocimiento sobre las preferencias del usuario. Allí parecería discernirse quién es víctima y quien victimario. Pensamos que no es así. Pues la supuesta víctima ha obtenido un real beneficio al usar esta tecnología y ha buscado hacerlo a título gratuito; sin costo alguno. Problema del usuario que no está usando su pensamiento racional reflexivo. 

Si tenemos una enciclopedia total y actualizada al instante en el mencionado buscador, ¿cómo es posible que se pueda acceder sin cargo alguno? Nuestros padres y abuelos tenían un refrán para esto: “Cuando la limosna es grande… ¡hasta el santo desconfía!”

El interesado puede evitar que la empresa tecnológica le cobre a través de sacarle datos personales. Por supuesto. En el ejemplo que recién dimos, la persona puede dejar la comodidad de su casa o su oficina, dirigirse a la biblioteca más próxima – claro que tendrá que hacerlo en el horario en que la misma permanece abierta y no cuándo se le venga en gana como puede hacerlo en el buscador – comenzar a leer libros – para lo cual, tal vez, requiera horas – hasta encontrar el dato que necesita. Si es que lo encuentra. Puede ocurrir que lo requerido sea asunto de publicación muy reciente y, entonces, aún no haya llegado a la biblioteca.

Dicho de otro modo: usar la tecnología cibernética permite un importante ahorro de tiempo, esfuerzo, dinero y, a la vez, otorga comodidad y rapidez al trabajo que se desea realizar. ¿Por qué esto habría de ser sin cargo para el usuario?

Hasta aquí nos hemos referido a cuestiones laborales y profesionales. Avancemos un poco más para indagar en el auge del narcisismo. (De esto se ocupa, precisamente, “Los narcisos han tomado el poder”, de la psiquiatra y psicoanalista francesa Marie-France Hirigoyen.) ¿Qué otra cosa es publicar en Facebook, Instagram o Twitter la foto personal mostrando que se está en tal lugar o con cual persona?

Buscar acumular “me gusta”, encontrar aprobación sobre lo que se está mostrando, reunir “amigos” así llamados aunque se trata de gente a la que nunca se vio cara a cara. Y la alegría de estar haciéndolo sin otro pago que el servicio mensual de conexión a Internet. Muy ingenuo, ¿no es cierto? ¿Cuál sería la razón por la cual una empresa comercial daría todo esto sin pedir algo a cambio? En el mejor de los casos podría razonarse que lo malo es que tal pedido no esté suficientemente explicado, visibilizado, aclarado. Puede ser. Pero lo concreto es que, una vez más, alguien creyó que su picardía era suficiente para hacerse “famoso” usando las redes sociales, sin tener gasto de ninguna índole.

Por eso no estamos de acuerdo con la afirmación: “Las empresas tecnológicas utilizan el conocimiento para que la gente piense, diga y haga cosas que normalmente no habría hecho.” Muy por el contrario. Las redes están dándole a muchísima gente la ocasión de pensar, decir y hacer cosas que siempre desearon y no conseguían cómo lograrlo. Poner en acto el narcisismo que no hallaban como desplegar, por ejemplo. De la misma manera que otros – los menos, es verdad – usan todo este sistema para promover su actividad profesional, negocios y tareas rentadas, teniendo perfecto conocimiento de lo que las empresas tecnológicas harán con esa información. 

Para un actor, una cantante, un escritor – por poner sólo tres ejemplos – usar las redes sociales le permite difundir más su figura y actividades lo que redunda en su tarea profesional. Para los demás cabe el refrán: “Ninguno puede alegar en su propia defensa su propia torpeza.”

Las redes sociales son parte integrante de esta nueva etapa de la Humanidad que estamos viviendo. De la responsabilidad y ejercicio del pensamiento racional, reflexivo, positivo y creativo que cada uno de nosotros ejerza, surgirá la manera adecuada y provechosa de utilizarlas. 

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, filósofo y escritor. e mail:

alasheras@hotmail.com 

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