Ayer, la agencia de alimentos de la ONU advirtió que, tras la toma del poder de los insurgentes, más de 14 millones de personas enfrentan un hambre severa.
Mary Ellen McGroarty, directora del Programa Mundial de Alimentos en Afganistán, dijo que el país también está sufriendo la segunda sequía más severa en los últimos años y la crisis generada por la pandemia del coronavirus. Según datos oficiales, más del 40% de las cosechas se perdieron mientras que el ganado está devastado.
Sin embargo, los problemas no terminan aquí. Afganistán es uno de los países más pobres del mundo, y es muy dependiente del financiamiento internacional. El 23 de agosto, el FMI asignará derechos especiales de giro por un equivalente a US$ 650.000 millones y al país asiático le corresponden US$ 370 millones, aunque parece que los talibanes no van a ver ni un solo centavo.
Un portavoz del FMI explicó que esto se debe a que “existe falta de claridad en la comunidad internacional respecto al reconocimiento del Gobierno de Afganistán, como consecuencia de la cual el país no puede acceder a DEG u otros recursos del FMI”.
Por otra parte, se estima que la Reserva Federal de Estados Unidos posee US$ 7.000 millones de los US$ 9.000 millones de reservas que pertenecen al Banco Central de Afganistán. Hace unos días, varios portavoces de la administración de Joe Biden confirmaron que los talibanes no iban a tener acceso a ese dinero. Además, el expresidente Ashraf Ghani, hoy en el Golfo, se habría llevado US$ 170 millones en efectivo. En total, entonces, los talibanes podrían acceder a cerca de 0,1% o 0,2% de la caja en dólares.
Teniendo en cuenta esta situación, McGroarty pidió poner fin al conflicto e instó a los donantes a proporcionar los US$ 200 millones que se necesitan para llevar alimentos al país y entregarlos en las comunidades antes de que llegue el invierno y se bloqueen las rutas. El problema es que los donantes no quieren a los talibanes.
Según datos de EE.UU., 80% del presupuesto de Afganistán está financiado por los donantes, con la Casa Blanca a la cabeza. Si bien ese volumen de dólares fue cayendo con el tiempo, el “sudden stop” actual es un enorme problema: no se pueden acceder a los stocks y no hay flujos, pero…
Una posible solución, o más bien un puente de tiempo, es la propia fortuna de los talibanes. Según el analista internacional Ian Bremmer, son “super-ricos”. En G-Zero Media, dijo: “La milicia islámica ha estado recaudando mucho dinero, lo que le ha permitido al grupo financiar sus operaciones y autofinanciar su insurgencia sin estar en deuda con actores externos”. No por casualidad lograron no desaparecer ante la avanzada de Occidente y el Gobierno afgano.
“Gran parte de este dinero proviene de actividades ilícitas, como el abundante comercio de opio, la extorsión y la minería ilegal. Según algunas estimaciones, los talibanes ganaron, solo en 2020, US$ 464 millones de la extracción ilegal de mineral de hierro, mármol, cobre y tierras raras de las montañas ricas en minerales del país”.
El tráfico de drogas, sin embargo, sigue siendo la fuente de financiamiento más lucrativa para los talibanes: según la ONU, Afganistán es responsable del 85% del suministro mundial de opio, y la mayor parte de las ganancias fluye directamente a las arcas de los talibanes, cuyos capos controlan la mayoría de los campos de amapolas del país.
“Además de algunos fondos extranjeros de países como Pakistán, así como los Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Arabia Saudita, que tienen sus propios intereses estratégicos en Afganistán, los talibanes obtuvieron alrededor de US$ 1.600 millones durante el año financiero que finalizó en marzo de 2020. Esa es una suma enorme para un grupo cuyos mayores gastos han sido la compra de armas, el pago de los salarios de los combatientes y la formación de aspirantes a talibanes”, dijo Bremmer. A la lista de aportantes soberanos se podrían sumar China y Rusia, dice Brenner.
¿Qué proyecta Bremmer? “Puede pasar algún tiempo antes de que los talibanes sientan realmente la presión económica. Sin embargo, a medida que se agote el efectivo, es probable que los afganos comunes, que se beneficiaron de los programas estadounidenses y de la ayuda exterior, sufran mucho antes. De hecho, la crisis financiera y económica dificultará la consolidación del poder de los talibanes y podrían hacer que el grupo se involucre en una gobernanza aún más brutal y parecida a la de un matón”, señaló el líder del Eurasia Group.
Fuente: El Economista
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