Por Ricardo Bianchi
bianchiricardo770@gmail.com
Las preferencias de los electores en las internas en Santa Fe se reparten m.m. en tercios, el que obtiene un poco más del 30% se lleva dos senadores, el que araña el 30% uno y el tercero nada. Este baile se resuelve en dos pasos, internas y generales. Las primarias se consumen en competencia tribal, peleas entre primos; trapitos al sol, figuritas, dardos envenenados pero con veneno diluido porque el protocolo así lo indica. No todo resulta ser exposición de miserias familiares, también hay antecedentes, mostrar gestión, militancia, compromiso, trayectoria, mística, propuestas, proyectos que se insertan en el plano provincial y nacional, etc. Pero de esto último poco, no da el tiempo ni los escenarios, más bien las municiones con poder de fuego se reservan para la segunda etapa, las elecciones generales, cuando queda definido quién representa cada agrupación política.
En esta instancia, las generales, hay que poner todo lo que se tiene; unos podrán mostrar historias, medallas, derrotas honrosas o no, otros, los que carecen de tales herramientas, dirán que son impolutos porque no vienen de la política, no arrastran inventarios, negaran pasivos como si por el tránsito por actividades no políticas los eximiera de la contaminación que conlleva cualquier desempeño humano, como por ejemplo, el periodismo o la exposición en los medios comunicacionales. Aquí la ventaja la lleva el conocimiento, sin el cual, el votante no puede saber a quién deposita el voto. Así que los más conocidos, bien o mal, serán los receptores de la confianza.El sistema democrático, hasta aquí único en la valoración de las mayorías que elegimos vivir en libertad, y hasta ahora, difícil de reemplazar, nos ofrece todo mezclado, es lo que hay, diría un amigo.
De forma que, con un breve calentamiento, los jugadores a la cancha. Con todo nuestro corazón desearíamos que ganen los mejores, pero partidos son partidos.

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