domingo, 6 de marzo de 2022

Feministas en pie de guerra: la lucha de las soldadas ucranias

Dos voluntarias para enfrentarse a las tropas rusas explican las razones que las han llevado de nuevo al frente.
 
La localización es secreta, en algún lugar de Ucrania. La base, un recinto militar, está preparada para la guerra. En el vídeo que acompaña la noticia, un equipo de EL PAÍS conversa con dos soldadas voluntarias que se autodefinen como “feministas, nacionalistas y de izquierdas”. Ambas lucharon en el conflicto que estalló en la región del Donbás en 2014, cuando Putin se anexionó la península ucrania de Crimea, y han decidido volver al frente en este nuevo episodio bélico. Se acerca el 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora, y Anna Ivancik y Anastasia Vinislavska —enfermeras especializadas en primeros auxilios— reivindican el papel de las mujeres en escenarios como el actual, que no se reduce ni debe limitarse a las labores de cuidados. La lista con las profesiones que tenían prohibido desempeñar las mujeres fue finalmente eliminada en su país en 2018.

Estas mujeres en pie de guerra explican sus razones para volver al frente en este videorreportaje, en el que también relatan cómo ha cambiado su vida en los últimos ocho años desde que estalló el último gran conflicto en el país, y cómo y por qué sus experiencias en aquel momento fueron diferentes a las de ahora. ¿Tienen miedo? ¿Cómo conviven ideológicamente con movimientos políticos opuestos al suyo dentro de las mismas filas? ¿Qué apoyo tienen de la ciudadanía? ¿Cómo se enfrentan al sexismo del mundo militar?

La ofensiva contra Ucrania por tierra, mar y aire que comenzó el líder ruso, Vladimir Putin, la madrugada del jueves de la semana pasada, ha pillado por sorpresa a muchos ciudadanos del país ucranio. La inferioridad de su Ejército no ha impedido, sin embargo, que planten cara a su invasor. Están decididos a resistir y muchos civiles, como Ivancik y Vinislavska, han acudido al frente a ayudar en la defensa, ya sea cogiendo las armas o en las tareas de la retaguardia.
Fuente: El País

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