viernes, 9 de diciembre de 2022

La "carnicería" de Don Gonzalo, la Rebelión jordanista y Un loco sublime

El 8 de diciembre de 1873 recibe López Jordán un parte que le anuncia la derrota de Carmelo Campos en el Talita, y decide vadear el arroyo Don Gonzalo, que según testimonio de Fotheringham en esa época estaba desbordado.

“En el acto de tener conocimiento del desastre sufrido por el general Campos – relata López Jordán – traté de efectuar el pasaje del arroyo Don Gonzalo, y lo emprendí luchando dificultades incalculables, empleando en él lo que faltaba de la tarde y toda la noche” (Aníbal S. Vázquez. José Hernández en los entreveros jordanistas. Paraná, 1953)

El día 9 de diciembre de 1873 se entabla la batalla de Don Gonzalo. Los “nacionales” lanzan el primer ataque a las cuatro y media de la tarde, resistido durante dos horas y media, que obligan a Gainza a replegarse sobre sus batallones de infantería. Pero no alcanzarían las lanzas, las bayonetas y el coraje entrerriano para resistir la artillería “prusiana” y los fusiles del “nuevo sistema”: “Cuatro pequeños batallones - relata López Jordán – estaban sufriendo el fuego nutrido y mortífero de cuatro grandes batallones de línea enemigos, armados de rico armamento de ´nuevo sistema´ y arrojándonos millares de balas explosivas” (Aníbal S. Vázquez. José Hernández en los entreveros jordanistas. Paraná, 1953) Eran las mismas “balas explosivas” que el caudillo entrerriano se negaba a usar para “no destruir” al enemigo.

Y hablando de “no destruir” al enemigo, veremos ahora que pensaban y actuaban al respecto los “civilizados de Levita”: "El Teniente Saturnino E. García, que peleó en Don Gonzalo, afirma que el coronel Juan Ayala ordenó después de la batalla ´fusilamientos sobre el tambor´ y numerosas muertes a lanzazos, de tal modo que las bajas jordanistas aumentaron considerablemente después de la batalla. (Avelino J. Benítez. Perfiles de una vida. Buenos Aires. 1948)

¡Linda manera de actuar de los señores liberales!...El entrerriano Domingo Tarragona, le hace cargo a Ayala en carta abierta a Sarmiento fechada en el distrito Alarcón de Gualeguaychú, el 10 de diciembre de 1878:

“Los sucesos de San Juan concluyeron con Cepeda y Pavón, sin otro recuerdo que aquel célebre parte del general Sáa dando cuenta de las numerosas víctimas que había hecho “a lanza seca” mientras que los de 1870 y 73 dejaron cubierto el suelo entrerriano de sangre humana, cuyo olor mortífero aún tiene oprimido nuestros pulmones, y órdenes en que está patente el deseo de venganza, como aquellas sus cartas a gobernador Gelabert de Corrientes para fusilar y matar sin forma de juicio a todos los que fuesen jordanistas, y que Gelabert en un momento lúcido parece que tuvo hasta la repugnancia de ejecutar; los proyectos sangrientos y crueles que rechazó el Senado, ofreciendo primas que debían pagarse con los ahorros del pueblo, por las cabezas de López Jordán, los Querencios, etcétera, y los fusilamientos, sin forma de juicio, que quizá obedeciendo sus órdenes, ejecutó con bárbara impiedad y sangre fría el general Ayala, festejado la victoria y carnicería de “Don Gonzalo” en 1873” (Archivo del Dr. Carlos M. Querencio)

Un loco sublime

Ignacio Hamílton Fotheringham nació en Southampton en 1842; se vinculó con Rosas y luego se trasladó a Buenos Aires con el propósito de trabajar en las estancias de Juan Nepomuceno Terrero. Aquí se incorporó al ejército y luchó como voluntario en la guerra del Paraguay. Posteriormente prestó servicios en la frontera y, en 1873, peleó, ya como oficial, contra el ejército entrerriano rebelde, comandado por Ricardo López Jordán. Volvió luego a las fronteras del sur y sureste de Córdoba, y en 1874 estuvo junto al general Roca, para batir al revolucionario Arredondo. Hizo la campaña del desierto junto a Levalle y en 1880 actuó nuevamente en los ejércitos antimitristas. En 1883 fue nombrado gobernador del Chaco y, en 1888, lo fue de Formosa. Alcanzó el grado de general de brigada y en 1908 publicó “La vida de un Soldado o Reminiscencias de las Fronteras”. A él le debamos muchos relatos y descripciones de los hechos sucedidos durante la rebelión jordanista, como el relatado por el mismo refiriéndose a un hecho sucedido después de la batalla de “Don Gonzalo”, digno de una historia romántica que no puede dejarse perder.

Después de la batallade "Don Gonzalo", en que las tropas liberales “armados de rico armamento de ´nuevo sistema´, y arrojando millares de balas explosivas” provocaron el desbande de las tropas federales, Ignacio H. Fotheringham, que fue protagonista de dicha batalla, cuenta el siguiente relato heroico que no puede quedar en el olvido, y cuyo protagonista bien pudo ser cualquiera de los criollos que peleaban por la autonomía de su provincia arriesgando su pellejo sin pedir nada a cambio:

“Solo, bien montado en un hermoso caballo moro – relata el autor de “La vida de un soldado” – se vino sobre el 10 de línea, pasando al lado de la caballería de Undavarrena, un jinete entrerriano, gallardo mozo, de no sé de donde ni nadie sabrá nunca; se golpeó en la boca, hizo rayar su flete y descargando una pistola que llevaba en la diestra, dio media vuelta y a todo escape regresó de donde vino. No he visto audacia e insolencia igual.
Un hermoso acto y por hermoso quedó impune pues no quise que le hicieran fuego los granaderos, que ya iban a hacer una descarga; y se fue sombrero negro de cinta roja, traje de terciopelo; la cola del caballo hecha nudo entrelazada con cintas rojas. ¡Que curios tipo! No sé si sería un loco, pero si lo era, era un loco sublime”.

Fuente: www.lagazeta.com.ar

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