A Europa le cuesta olvidar la época dorada del colonialismo, los años dorados de la Conferencia de Berlín (1884) cuando podía dividirse impunemente a los pueblos africanos. Cuando la civilización europea establecía como únicamente válidos a su cultura, idioma, religión y moral. Todo lo diverso a esa “cultura” era solo una muestra de barbarie.
Desde entonces ha pasado mucho tiempo y corrido mucha sangre. Después de la Segunda Guerra Mundial, Europa ha dejado de ser el centro del mundo y África ya no está sujeta a sus dictados.
Esta realidad deberían recordarla los diputados que componen el Parlamento Europeo y tomarla en consideración cuando bajo la escusa de la defensa de los derechos humanos se prestan a operaciones de propaganda y cometen groseras injerencias en los asuntos internos de los países africanos. Especialmente, si ese país es Marruecos.
El Reino de Marruecos es una democracia, con un régimen de monarquía constitucional similar al del Reino Unido, España, los Países Bajos y otras naciones europeas.
Un país donde las autoridades surgen de elecciones periódicas, libres y pluralistas. Donde rige la división de poderes, la independencia de la justicia y la vigencia de las libertades individuales, como comprueban los millones de europeos que visitan anualmente al Reino magrebí.
Lógicamente, Marruecos es un país musulmán, árabe y africano y su cultura, tradiciones y legislación responde a una combinación de estos elementos que en ningún caso la tornan diversa de los parámetros europeos en esos campos.
Los legisladores de la euro cámara deberían tomar en consideración esos aspectos y ser un poco menos etnocentristas al votar sus resoluciones.
Especialmente, tomando en consideración el pasado esclavista de muchas de las naciones europeas (esclavismo del cual África fue la principal víctima), que fueron los europeos quienes crearon el horror de los “campos de concentración” y que hace menos de un siglo llevaron a cabo el mayor genocidio de la historia contra el pueblo judío.
Desde que posición de superioridad moral el Parlamento Europeo puede emitir condenas por un caso judicial abierto que involucra a un periodista marroquí, pero no por un delito de opinión sino por delitos comunes establecidos en el código penal marroquí y en la mayoría de las legislaciones del mundo.
Omar Radi, más que un periodista “independiente”, sin diario ni carnet profesional, es un conocido militante de la IV Internacional Trotskista. Radi no informa, sino que agita contra el gobierno marroquí simulando ser periodista.
Aunque en realidad el caso de Omar Radi y otros supuestos periodistas son tan solo una escusa empleada para dar algún sustento y credibilidad a un ataque montado contra Marruecos.
Detrás de la reciente resolución de emergencia del Parlamento Europeo se oculta un ataque de sectores de izquierda que no aceptan los cambios geopolíticos que se han operado en el Norte de África a partir del reconocimiento de la soberanía marroquí sobre su Sáhara, en 2020, por los Estados Unidos y, en 2022, por España.
Estos cambios, sumados al crecimiento continuo de la economía marroquí han convertido al Reino Alauí en un actor de peso y en un referente inevitable en los asuntos del Mediterráneo occidental.
Tan solo el 5 de enero, el Alto Representante de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, Josep Borrell, no dudó en afirmar que “consideramos que Marruecos es nuestro socio más dinámico y más cercano.”
El apoyo de los Estados Unidos y España han sido un duro golpe a las aspiraciones geopolíticas de Argelia de crear un Estado títere saharaui en el Sáhara que crease un cerco en torno de Marruecos y lo aislase del resto de África.
Reducidos a la impotencia por el crecimiento de Marruecos, Argelia y sus socios del Frente Polisario han apelado a sus aliados de izquierda para urdir una maniobra propagandística contra el Reino. Algunos legisladores europeos, sabiendo de lo necesario que son para Europa los suministros de gas argelino en medio de la crisis energética provocada por la invasión rusa a Ucrania, se han plegado a la maniobra argelina.
Porque, en esencia, esa resolución no es más que eso y en el fondo no afectará el desarrollo de las relaciones entre la Europa Comunitaria y Marruecos.
De que otra forma puede considerase esa resolución del Parlamento Europeo cuando pocos días después Argelia disuelve por “decisión judicial” la única organización defensora de los derechos humanos del país, la “Liga para la Defensa de los Derechos Humanos”, fundada en 1985, sin que el órgano legislativo comunitario se diera por notificado y ningún parlamentario comunitario haya presentado una moción de censura contra la dictadura militar argelina.
Los militares argelinos reprimen duramente a los activistas del Hirak y a los separatistas del Movimiento para la Autodeterminación de Cabilia.
Porque para los dictadores argelinos hay dos clases de separatistas: los separatista buenos del Frente Polisario y los separatistas malos que pretenden independizar la Cabilia.
En síntesis, el Parlamento Europeo prestándose a esas maniobras de propaganda pierde toda autoridad moral para opinar sobre los derechos humanos en el Reino de Marruecos.
Fuente: Adalberto Agozino para alternativepressagency.com
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