lunes, 24 de abril de 2023

LA CONFIANZA, BASE DE LA ECONOMIA

      
     Por Ricardo Bianchi

La base que sustenta una economía, es la confianza. Cuando existía el patrón oro y este respaldo era genuino, no disfrazado por argucias contables, el papel moneda era aceptado para realizar el intercambio entre bienes y servicios. Luego, cuando no se pudo ocultar que la emisión aumentaba, que había que cambiar la relación multiplicando el valor del oro, es decir devaluar, se decidió abandonar esta referencia y pasamos a tener dinero fiat, con el argumento de que el poder económico de una nación y su potencia militar son suficiente garantía, pero qué pasa cuando ese poder económico y militar es cuestionado por otros estados que están alcanzando el mismo estadio.

La confianza se debilita y comienzan a florecer propuestas alternativas. De hecho, está ocurriendo en la actualidad, El conjunto de la economía de los países que integran el Brics supera ampliamente a su contraparte del G7. Y las iniciativas para poner en marcha una moneda o un sistema que reemplace al dólar para el intercambio y como reserva de valor, están avanzando en acuerdos ya concertados. Pero hay otro hecho que ha debilitado, aún más que las razones expuestas, la decisión en Bretton Wods de adoptar la divisa americana como referencia internacional. Como bien lo apunta Emilio Magnaghi en su artículo del Ciudadano News, son las apropiaciones realizadas por EEUU, con el pretexto de la guerra de Ucrania, del oro de Rusia depositado en bancos suizos. La primera consecuencia es la caída del Credit Suisse, la segunda la huida de Arabia Saudita de la alianza occidental y el arrastre de otras naciones por miedo a que, con cualquier pretexto, incauten los fondos soberanos. La pérdida de la confianza es el daño más grande que se puede hacer a la economía de un país o bloque de naciones.

Y de eso nosotros, los argentinos, conocemos algo. Pero este interregno, mientras se define el nuevo reagrupamiento global, nos permite a países como Argentina, considerar que existen otras opciones
para ayudar a solucionar nuestros problemas endémicos. Sin volvernos locos y dar nada por hecho, podemos implementar medidas propias con los magros instrumentos que disponemos y solicitar ayuda a los bloques en pugna y dejar que caiga la moneda que está en el aire. Tomo como referencia las palabras del gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, cuando viajó a EEUU en compañía de otros gobernadores cuyas provincias también tienen recursos de explotación de yacimientos de litio. “Hablan de ayuda y condiciones, pero al final, la plata la terminan poniendo los chinos”.

Todo este introito viene a cuento para argumentar qué si podemos formar un “Fondo de Garantía” con la finalidad de dar más seguridad y confianza a los que en el mundo quieran financiar las importaciones de bienes y servicios que nuestra economía necesita, no a la Argentina, sino a las empresas que así lo requieran.

La creación de este Fondo de Garantía, permitiría que las autoridades económicas se comprometan a devolver, por medio del Banco Central, las divisas por el pago de importaciones a los dos años disponiendo, de esa manera, este gobierno y el que le suceda (obvio que tiene que haber pleno acuerdo entre oficialismo y oposición) de una masa de aproximadamente 150.000 millones de dólares que se destinaran a robustecer las reservas, desinflar la deuda interna como las leliqs y fortalecer la constitución del Fondo. A los dos años, el Banco Central comienza a devolver las divisas de las importaciones, operando el Fondo de Garantía como reaseguro del pago, en el supuesto de que ocurriera algún inconveniente. Este Fondo, debe obrar bajo legislación votada en el Congreso, ser independiente del Estado y su domicilio fiscal y operativo tiene que estar en algún otro país, como Brasil.

No deben quedar dudas del cumplimiento automático de su cometido de auxilio a los pagos del Banco Central. Esta idea, que puede tonarse en propuesta concreta con intervención de la política, es a los fines de crear un colchón que permita realizar las reformas con tiempo, sin consecuencias traumáticas. Esas reformas y decisiones cómo, por ejemplo, las bajas de las retenciones, modificación y actualización de la legislación de trabajo, reforma financiera, etc. pueden ser discutidas y consensuadas en profundidad teniendo la tranquilidad de que la actividad económica sigue su curso por el acceso a la importación de las necesidades de la economía, sin limitación y que cada uno importe lo que quiera siempre que pueda presentar una carpeta de acceso al crédito externo, venga este crédito de donde sea y en la moneda que ofrezcan.

Destrabando así la maraña de disposiciones, cepos y demás yerbas que hoy paralizan el despegue y desarrollo de las pymes, las economías regionales, la biotecnología, la economía del conocimiento, la inclusión financiera, etc. En modo alguno conforma un plan económico, es tan sólo una herramienta de encuentro para avanzar sin vivir desenlaces violentos e innecesarios como los que seguramente sucederán de privar a los sectores más desprotegidos del paragua de contención que están recibiendo en este momento a la espera del resurgimiento de la actividad y del trabajo. Como país no tenemos acceso al crédito externo, estamos demasiado endeudados y hemos perdido la confianza, la única salida es el crecimiento de la producción agraria y de todo tipo, sumado a la explotación de los recursos minerales y esto no ocurrirá en un país asolado por luchas sociales, desencuentros, debilitamiento institucional, etc.

A toda costa tenemos que evitar el ahondamiento de nuestros males. La política no debe cerrarse en su caparazón y estar dispuesta a escuchar ideas, ésta y otras que puedan presentarse. Que el clima de las elecciones no nuble el entendimiento, que no cese la búsqueda del bien común con el uso de instrumentos moderados para que de ninguna manera quedemos expuestos a aventuras de iluminados que terminan con la pérdida de las libertades individuales, el hambre, la miseria y el camino de no retorno. Ejemplos sobran en el mundo de líderes mesiánicos que han expuesto sus países a la destrucción, muerte, y pérdida de soberanía.

2 comentarios:

  1. Con los economistas de la oposición tratando de convencer al FMI de que niegue toda ayuda a la Argentina, siendo que la deuda la tomaron y fugaron ellos mismos, este plan es utópico.

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