El pensamiento como manifestación de la materia
Por Ricardo Bianchi
Los pensamientos forman parte del mundo físico, son un producto del mundo físico. Todas las pruebas de la neurociencia moderna sugieren que los pensamientos conscientes surgen del mundo material, concretamente de la materia que compone el cerebro. La actividad neuronal, en forma de impulsos electroquímicos, nos permite tener pensamientos. Los pensamientos tienen incluso firmas eléctricas y magnéticas que pueden medirse con diversos instrumentos y estas ondas eléctrico magnéticas forman parte del mundo físico, no de un reino separado. (Jens Mowat) En consecuencia, los pensamientos son parte de la materia que podemos definir como energía, sin poder alcanzar por ahora, por falta de herramientas para mensurar, de qué tipo de energía y en qué grupo de las diversas categorías conocidas podemos clasificar a esta manifestación de la materia. Por lo pronto, y haciendo una aproximación de forma intuitiva, suponemos que es de las llamadas energías sutiles, tomando cierta distancia, aunque no tanto, de las definiciones que utilizan algunas creencias y filosofías. Más bien queremos acercarnos al mundo de la física para alcanzar una respuesta que nos satisfaga, aproximándonos a la realidad del conocimiento. Teniendo como basamento la actividad neuronal, vemos que es posible medir las manifestaciones químicas, eléctricas de las neuronas que producen esos pensamientos, pero no podemos hacer lo mismo con los pensamientos porque son inasibles a nuestro desarrollo científico tecnológico actual, para poder determinar la composición y de qué forma material están hechos, al menos por ahora. Una incógnita que se nos presenta es a donde van a parar esos pensamientos una vez que la mente o el cuerpo todo en su conjunto, los emiten. Desaparecen, desvanecen, dejan de ser o depende de la potencia de la fuente generadora. Culturas muy antiguas sostienen que todos los pensamientos del pasado, presente y futuro son guardados en los Registros Akáshicos, algo así como la computación en la nube, un centro de datos remoto qué utilizamos para almacenar y extraer información, que nos permite ahorrar espacio en la memoria. Tomando como ejemplo la nube informática, vemos que no es posible acceder sin el Software y Hardware integrados, algoritmos y claves correspondientes. Siguiendo con este ejercicio mental, suponemos que al Registro llegan los pensamientos que han sido emitidos con suficiente potencia y concentración de la persona que piensa y que los demás quedan en el camino o se integran, diluyen o transforman, siguiendo las leyes de la conservación de la energía para toda la materia o, por el contrario, llegan todos, como lo dicen las culturas antiguas. Este camino hacia la nube es de ida y vuelta. Guardamos la información y luego accedemos a ella. En el Registro Askáshico, (son los archivos de la memoria del alma, según la tradición hindú y la capacidad potencial del hombre para leerlos, cuando evolucionaba hasta el estado de la verdadera iluminación individual, Buda) tendría que ocurrir algo similar y cualquiera que tenga la clave para lograr acceder, puede hacerlo. Pero cuáles son los algoritmos y claves Askáshicos y como llegan a la mente que logra ingresar. Si al Registro arriban todos los pensamientos, no es necesario tener las herramientas para acceder, hay un camino que los lleva automáticamente. Si, por el contrario, ingresan únicamente los emitidos con suficiente potencia y concentración, es indicativo que el camino inverso tiene el mismo requisito, potencia y concentración. Regresemos ahora a los elementos que la ciencia nos provee. La relatividad especial (Albert Einstein) nos dice que el límite de la velocidad de la materia está dado por la velocidad de la luz a la cual puede aproximarse, pero no superar, pero si pudiéramos llegar a esa velocidad y alcanzar a trascenderla, por la contracción del tiempo, (relatividad general que incorpora a la especial la gravedad), podríamos viajar al pasado y al futuro. Einstein cuando hablaba de la materia se refería a los corpúsculos-ondas a los que denominó fotones, no tuvo en consideración los pensamientos como una manifestación de la energía, los que por ser muchos menos densos, más sutiles y etéreos, podrían eventualmente superar el principio de la limitación de la velocidad de la materia, porque siendo así,siguiendo la teoría, podríamos viajar en el tiempo, pero solo con el pensamiento. Aquí encontramos un punto de unión entre filosofía y conjunto de creencias y prácticas espirituales, establecidos por el príncipe Gautama en el norte de la India a fines del siglo VI antes de Cristo y la hipótesis teórica del viaje en el tiempo con el pensamiento, en virtud de que la materia sutil (pensamiento) al parecer no sufre las limitaciones a que está sometida la materia densa (fotones). Por ahora el campo de comprobación experimental está restringido al estudio de los pocos sujetos conocidos que pueden aportar sus vivencias de haber realizado tal viaje, de forma consciente o inconsciente, sin llegare a conocer los mecanismos utilizados. Encontrar rastros comprobables que puedan ser confrontados con bases científicas, darían curso a nuevas disciplinas, no solo como ejercicio de curiosidad, sino también de aplicación práctica en nuestra vida, tanto individual como colectiva. Estimamos que esta tarea no es ociosa, dado que la sociedad está dando pruebas de que las conductas, en referencia a la relación entre los seres humanos, es la misma o peor que hace milenios, no avanzó un solo milímetro, en contraposición a la ciencia y tecnología que lo vienen haciendo a pasos de gigantes, sobre todo en las últimas centurias. Creemos que hay un hermoso sendero a recorrer cuando nos decidimos a investigar, con el propósito de lograr resultados que a la postre beneficien a la humanidad.
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