lunes, 22 de febrero de 2021

Perón dixit: el futuro nos encontrará unidos o dominados

Bajo el signo de la patafísica

Traigo a colación una definición de este movimiento cultural francés que se pudo escuchar en ocasión de una reunión de sus adeptos celebrada en Buenos Aires, hace de esto más de una década referido a aquello que se encuentra alrededor de lo que está “más allá” de la física.

Por Rocinante

Los curiosos que se atrevieron a husmear en sus sesiones se enteraron que la patafísica surgió en Paris en la segunda mitad del siglo XX vinculada al surrealismo, y que su contenido está asociado al nombre de Alfred Jarry, un autor inclasificable.

Su nombre tiene su origen precisamente en el de la obra de Jarry, Gestas y opiniones del doctor Faustroll, patafísico, ya que según se afirma, a raíz de su lectura, algunos admiradores empezaron a practicar una ciencia paródica llamada patafísica, dedicada al estudio de las soluciones imaginarias y las leyes que regulan las excepciones.

Algo que explica también que uno de los textos de Jarry sea un librito con su obra teatral Ubú Rey, la que pudo escandalizar, como con seguridad no lo haría ahora, con su exclamación ¡MERDRE!, da comienzo a la obra: la que , deja, según un crítico literario, al descubierto el personaje de Ubú, una representación de lo grotesco y humanamente innoble del poder político y el gobierno.

Como estimo que en estos tiempos de desvaríos que nos ha tocado vivir a los argentinos, están a la orden del día las especulaciones acerca de soluciones imaginarias, se me ha ocurrido que las transcripciones que siguen podían servir de introito a la verdadera introducción de tema a poner de relieve.

O dicho en tono oral, como lo ha hecho quien ha explicado que la patafísica se basaba en el principio de la unidad de los opuestos, y se vuelve un medio de descripción de un universo complementario, constituido por excepciones. En el universo de Alfred Jarry todo es anormalidad, donde la regla es “la excepción de la excepción”. La regla es lo extraordinario, y eso explica y justifica la existencia de la anormalidad. Haciendo un paréntesis, ¿no les resulta familiar esa descripción?

Debo advertir que lo que a continuación sigue, a diferencia de la patafísica no es una parodia, ni tampoco la expresión de un sincretismo (armonizar corrientes de pensamiento o ideas opuestas)sino que apenas se trata del hilado respetuoso de textos y doctrina que guardan una lejana relación con el tema central de la presente nota.
Uni-verso, o la Diversidad presente en la UnidadNo es mi pretensión, ni aun menos mi intención, dar una clase de religión. De allí que mi referencia al versículo evangélico (Juan 1, 1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios), la formulo, como parte de una búsqueda encaminada a desentrañar si alguna vez nos comportamos como si fuéramos uno. Cuestión de una complejidad tal, que se hace palpable que ese Uno, era a la vez Algo Mayor, aunque no se lo menciona al Espíritu Santo.

Pero para otros el principio era el caos, un Caos, si ignoro que se lo pueda asociar con ese big bang que habría significado la aparición del Universo. Sin olvidar, entre otras doctrinas al respecto como es el caso del maniqueísmo, estructura del pensamiento en que se plasman las ideas de Manes, un sabio persa del siglo II de nuestra era, para el cual desde un principio se dio la existencia de dos principios contrarios y eternos que luchan entre sí, el bien y el mal, y que en la actualidad, según el diccionario se traduce, al menos en materia política, en la actitud o interpretación de la realidad que tiende a valorar las cosas como buenas o como malas, sin términos medios.

Algo que en un entrecruce de doctrinas religiosas, todas ellas respetables, más allá de las convicciones personales, haría que desde una perspectiva judeocristiana toda la historia humana sería consecuencia de un doble engatusamiento (el de la serpiente a Eva, seguido el de esta a Adán), a la que siguió el primer fratricidio de la historia humana, cuando Caín mató a Abel.

Nos encontramos así ante un lejano antecedente de situaciones consecuencia de pasiones fuertes como son los celos y la envidia, que, acompañados de la emergencia de otras perversiones similares, hizo que la discordia, la división y la contradicción se hicieran presentes entre nosotros.
La discordia, la división y la confrontación presentes en nuestra historia desde sus orígenesDe todo lo cual se desprende que a nuestro actual estado de cosas, al que quepa considerarse aislado, ya que, como se acaba de ver, cabría decir que resulta controvertible, pero de cualquier manera razonable el afirmar, que esos sentimientos y comportamientos que son su consecuencia estuvieron presentes entre nosotros –y hasta de una manera anticipada, desde los orígenes mismos de nuestra propia historia.

Cabe aquí hacer referencia a lo que hoy se puede considerar un hecho anecdótico casi olvidado, cual es el asesinato de uno de los principales asistentes del Adelantado Pedro de Mendoza, en una recalada en costa brasileña, antes de llegar al Río de la Plata, y que se habría consumado por encargo del nombrado.

De allí y dejando de lado todos las divisiones que se hicieron presentes desde la Conquista –que es en sí misma una cruel confrontación asimétrica– hasta 1810, las cosas no han mejorado desde ese momento hasta el presente.

Españoles y criollos. Saavedristas y morenistas. Partidarios del Directorio y seguidores de Artigas. Unitarios y federales. Rosistas y anti-rosistas. Mitristas y antimitristas. Conservadores y radicales. Peronistas y antiperonistas. Frondizi y sus contradictores. Illia y su aislamiento inmerecido. Militares y movimientos guerrilleros. Y de allí en más podríamos seguir enumerando oposiciones hasta nuestros días, sin que el nivel de confrontación sea el mismo en todos los casos.

Bueno es decir que la enumeración incompleta de todas estas oposiciones dentro de esta sociedad, no hace que ellas, en todos los casos, merezcan reproche y aun reparos. Es que la confrontación puede ser (y lo es), fructífera, mientras no caiga en esa desmesura que lleva a considerar a quien es un simple adversario, en tanto un contradictor en una determinada cuestión, no un adversario, se repite, sino un enemigo.

Es decir que nuestra aspiración no es que seamos una parte de un Único Todo, situación en la que al adversario no se lo respeta, sino que se lo tiene por enemigo, y como tal se lo aniquila (aunque más no sea de una manera simbólica), si no de lo que se trata es, como indicábamos al titular este acápite, alcanzar la unidad cuidando de preservar la diversidad.
Un intento, que esperamos fallido, de resucitar una vieja antinomia: Buenos Aires Ciudad contra el InteriorEs conocida la pretensión hegemónica que ejerció a partir de 1810 la ciudad de Buenos Aires, de la cual la parte que dominaba del territorio de lo que es hoy la Provincia de igual nombre era poco menos que su patio trasero, sobre el resto de las otras actuales provincias argentinas.

Buenos Aires era el Puerto, una especie de embudo, o si se quiere de tranquera, por la que tenía que salir la producción de las provincias interiores e ingresar los productos importados. Y a la vez la Aduana donde facturaban impuestos a todo lo que entraba y salía por ese puerto. Hasta cabría decir que gran parte de nuestra historia hasta la capitalización de Buenos Aires se explica por esa puja.

En la actualidad la ciudad goza de una autonomía similar a la del resto de las provincias, independientemente del hecho que sea el lugar donde funcionan los poderes del Estado Federal.

Por otra parte, durante el actual gobierno, se da la circunstancia que el gobierno autónomo de la ciudad, es de un color político distinto al del gobierno nacional, con el agravante que su actual jefe de gobierno emite señales claras de sus pretensiones de candidatearse para ocupar la Presidencia de la Nación.

A la vez, la manera con que ha sido gestionada la ciudad desde que lo es por la coalición hoy opositora en el orden nacional, ha transformado a la ciudad, de una manera significativamente positiva. En contraste con lo que sucede con la mayoría de las provincias del país, incluyendo a la de la provincia de Buenos Aires, estableciéndose con muchas de aquellas una diferencia palpable. Eso al menos antes de la llegada de la peste que puede a ese respecto tener una nociva función niveladora.

Desde el actual oficialismo nacional, no es de extrañar entonces que se haya comenzado por mirar con recelo al actual gobierno de la ciudad, a la que luego se castigó con el recorte arbitrario de los fondos que recibía del gobierno nacional. El último de los cuales, se produjo a continuación de la conocida situación de rebeldía de la policía bonaerense, la que concluyó con un aumento de sueldos de ese personal. Incremento que fuera afrontado con fondos de los que el gobierno nacional privó, tal como acaba de mencionarse, a la ciudad, para, a renglón seguido, entregárselos al gobierno bonaerense.

Las relaciones entre esos diferentes oficialismos se volvieron, a partir de allí, más ríspidas. Algo que se incrementó luego de que el gobierno de la ciudad logró el regreso de los alumnos a las escuelas a participar en clases presenciales. Una situación que, a regañadientes y como consecuencia de ese tesón del gobierno porteño, hizo que muchas provincias, entre ellas la de Buenos Aires, no tuvieron más alternativa que sumarse a esa iniciativa.

En tanto, las declaraciones del gobernador Kicillof, en ocasión de una visita a la localidad bonaerense de Carlos Berguerie, en la culminación de un acto en el cual anunciaba un plan para reparar 1500 kilómetros de caminos rurales provinciales, vino de una manera gratuita (y cayendo en la misma trampa en que lo hizo el gobierno nacional cuando al inicio de la pandemia hizo uso de filminas y efectuó comparaciones acerca de su manejo de ella cotejando con los resultados de la forma en la que fuera enfrentado en otros países, no eludió la oportunidad de potencializar los enfrentamientos y las divisiones de las que actualmente somos todos víctimas, de una manera totalmente innecesaria, independientemente de la verdad o falsedad, incurrida en el contenido de sus dichos.

Fue cuando señaló que ayer empezó el primer tramo de clases presenciales en la provincia de Buenos Aires [por el comienzo para alumnos que tuvieron poco o nulo vínculo con las escuelas el año pasado]. En el afán de los diarios porteños, a veces opositores, nadie piensa en Beguerie y todo se limita a 20 manzanas de la ciudad de Buenos Aires. Pero la ciudad tiene 600 mil alumnos, en nuestra provincia, ayer empezaron 1.100.000 alumnos, y el 8 de marzo van a ser 4.150.000. Tenemos más estudiantes de primaria y secundaria que población la ciudad de Buenos Aires. A lo que agregó una afirmación no solo fuera de lugar sino temeraria al señalar que no nos dedicamos a vender cosas ante los diarios como si estuviéramos en Disneylandia.

Para agregar después que todo lo hacemos sin oportunismo, sin guiones ni montajes, sin prensa adicta sino con la receta que aplicó nuestro movimiento histórico: trabajar, trabajar y trabajar. Le faltó decir que nada de subsidio y de planes.

De allí que eran necesarias las comparaciones entre la ciudad y la provincia, las que luego de afirmar que se han puesto de moda, no hizo otra cosa que imitarlas, mientras que de refilón se encargó también de emprendérsela con el periodismo independiente, cuando el actual oficialismo en el orden nacional permite la supervivencia de por lo menos tres grandes grupos de comunicación mediática a través de la pauta publicitaria.

De esa manera parece desentenderse de las enseñanzas del primer Perón, que aludía al hecho que el futuro nos encontrará unidos o dominados. Pareciera que no advirtamos que nos empeñamos en seguir por el rumbo errado.

Fuente: El Entre Ríos

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