En la última década, la superficie cultivada con nogales, avellanos y almendros fue ganando terreno en la Norpatagonia. A raíz de su rentabilidad y gran demanda, el interés en la producción de frutos secos se expande en los valles irrigados de los ríos Negro, Limay y Neuquén, con alrededor de 3.770 hectáreas.
Fuente: El Chubut
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