De acuerdo al resultado oficial, Lula se impuso en la segunda vuelta de las elecciones del pasado 30 de octubre con el 50,9% de los votos, frente al 49,1%.
Pronto se cumplirá un mes de la segunda vuelta en Brasil donde Lula se impuso ante Jair Bolsonaro. En medio del escándalo y acusaciones cruzadas, el Partido Liberal (PL), que apoyó la frustrada candidatura a la reelección de Bolsonaro, pidió invalidar a las autoridades electorales el resultado de los comicios.
El PL presentó una demanda ante el Tribunal Superior Electoral (TSE) en la cual pide "invalidar" los resultados de las urnas electrónicas de modelos más antiguos, que son más de la mitad, porque las considera imposibles de auditar.
Una auditoría encargada por el PL apuntó que Bolsonaro fue el más votado en las urnas de modelo más nuevo, fabricadas a partir de 2020, con el 51,05 % de los sufragios.
En concreto, la demanda está enfocada en un 61 % de las 577.125 urnas utilizadas en las elecciones de octubre, sobre las cuales el PL dijo que fueron fabricadas entre 2009 y 2015 y "no pueden ser auditadas", a diferencia del resto, más modernas, modelo 2020.
En una rueda de prensa convocada por el PL, el ingeniero Carlos Rocha, responsable por la auditoría, explicó que la intención de ese trabajo es "contribuir al fortalecimiento de la democracia" y con un "perfeccionamiento del sistema electoral".
Polémica con el informe
Sostuvo que el informe identificó "indicios muy fuertes de mal funcionamiento" de muchas de las urnas y que la intención ahora es que sea realizada una "una posible fiscalización, una verificación extraordinaria, frente a un hecho extraordinario".
De acuerdo al resultado oficial, Lula se impuso en la segunda vuelta de las elecciones del pasado 30 de octubre con el 50,9 % de los votos, frente al 49,1 % que obtuvo Bolsonaro.
Las urnas fueron inspeccionadas y avaladas por numerosos organismos oficiales, incluidas las Fuerzas Armadas, que en su informe sobre las elecciones no encontraron indicios de fraude, pero tampoco descartaron la posibilidad que pudieran haber ocurrido.
Bolsonaro, al día de hoy, todavía no ha reconocido su derrota públicamente ni felicitado a su rival, pero sí ha permitido que se inicie la transición con el equipo designado por Lula para ese fin.
Desde el día después de las elecciones, miles de activistas de la ultraderecha están acampados a las puertas de decenas de cuarteles en varias ciudades del país, exigiendo un golpe de Estado que impida la investidura de Lula, pero hasta ahora los militares han ignorado por completo a ese movimiento.
Con información de EFE
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