
Por:
Yayo Hourmilouge
En el AMBA, los carteles blancos en letras rojas y bien impresos, aparecieron
después de mediodía del 8N, pegados en las paredes, donde se lee “Scioli
Presidente 2015”.
Horas antes, escuchamos decir que alguien bajó una
palanca, y que miles quedaron sin luz, sin agua, sin servicios, sin transporte.
Es como repetir que las muertes de Once, se deben a la culpabilidad del
maquinista. Uno, hasta podría creer que intelectualmente se lo está insultando,
pero no es así, se trata sencillamente, que el funcionario vive distanciado de
los realismos mas tópicos y evidentes. Parece no tratarse, como sucedió
efectivamente, de un Estado que ocupó las mejores sillas de los Directorios de
las Privadas, para desinvertir desde entonces, y tomar por enemigo a cada
accionista, nada de eso. Alguien, averiguarán quien, bajo una palanca.
Es
parecido a desvalorizar y al mismo tiempo desafiar, que los miles movilizados
del 8N, son ultraderechistas. O afirmar el día 9N, que el 8N“no se entendió”,
una grosería elemental, ante un fanatismo que sepulta cualquier ideología, si
uno resulta bien pensado. Otra lectura más audaz, es que no se quiere soltar esa
silla, que desde Ministerios y Senado, más utilidades no pudo dejar. Como sea,
no hablamos de un político inteligente, sino torpe y degradante.
La gente
se movilizó, e insisto, no se trata de un cacerolazo ya que tal argumento
resulta despectivo ante semejante ola humana, sino que lo hizo desde diferentes
motivaciones.
No se conocían entre sí, salvo por su categoría;
Ciudadanos.
Se manifestaron en contra de la Mentira, lo que se traduce
en Corrupción. De cada muerte innecesaria, ya que si no es natural, toda muerte
es innecesaria. Y contra mordazas que ya no pueden disimularse.
Lo
hicieron hacia un Gobierno nacional autista, y ante cada gobernador provincial,
incluida la CABA, ante cada funcionario, y desde ya también la
oposición.
El mensaje es; “estamos solos, unidos y solos, autónomamente,
nadie nos representa y somos quienes más pagamos material y éticamente, para que
esto no nos suceda”.
Un dato que no puede obviarse;
Sin mención
específica, la crítica hacia la Justicia, estuvo permanentemente
presente.
La sociedad comienza a hacer su rancho aparte, ha comenzado a
crear huecos, que no dejan de ser institucionales, pero que no tienen dueño
alguno, ninguno de esos espacios es llenado por el liderazgo actual. Cansados y
ninguneados, carecen de parentesco o filialidad partidaria. A la política
nacional, le ha salido una península, donde más gente no puede caber, y seguirá
creciendo. Más aun, esa maroma humana social, en buena medida se ha
des-Partirizado de lo que fue un 54% hace apenas 11 meses. Lo social despierta
sin el permiso paternalista político, lo que por otra parte, representa el
enfrascamiento del poder, su aislacionismo, desde ahí y hacia afuera y debajo,
se percibe un aroma a estafa y engaño en cada credibilidad, por un lado. Y del
otro, la frustración de millones.
Lo paradójico: Miles se unen,
demandando diferentes cosas, pero acoplados en “lo peticionante”, algo que la
Oposición no pudo lograr hasta ahora. Y quienes tienen hoy el 34 o 36%, ya no el
54%, y mandan “ese es el otro mensaje”, no terminan de comprender, absortos y
metidos en su propio espejo de enamoramiento monárquico, colosal y surrealista,
que el declive comienza y la fuerza de gravedad al fin existe.
Que
la mujer, más que nunca, es protagonista, algo que a Eva, en su momento, no le
hubiera sucedido. Lo cual nos pone a distancia de comparaciones de cualquier
tipo.
Se trata de miles de adolescente de generación “Y”, que el
gobierno teme analizar y no sabe interpretar desde su antigua liturgia
militante, arrugada y añosa. Y de una clase media que fue envenenada en pequeñas
dosis, y ya no quiere esa medicina.
“El Pueblo gobierna solo a través de
sus representantes”. El conflicto se profundiza entre representados y
representantes, desde abajo, hacia arriba. Y reacomoda al sector clase-medista
horizontalmente.
En las redes, y cuando la movilización comenzaba, hubo
burlas, no sé muy bien, si de militantes kirchneristas o de kirchneristas
militarizados.
La diferencia no es menor, los une la intolerancia, y un
fascismo que pidió las ropas prestadas al progresismo. Ahí mismo, donde el
fanatismo confundido con el protagonismo y la política discutible y verdadera,
se emborrachan de un solo trago cuando se creen dueños de lo que nunca
conquistaron, esa verdad absoluta que solo ellos acaparan para sí.
La
Sra. Presidenta Electa ha dicho: "Nos han instalado determinados títulos, como
muletillas, sin argumentación. Existe un formidable aparato cultural para que
los argentinos tengan una idea distorsionada de su propio país".
Sin
embargo, cada argentino que se movilizó el 8N, no tiene una idea distorsionada
de su propio país, lo vive.
Nuevamente, se lee mal lo
sucedido.
José Nun (ex Secretario de Cultura de este gobierno), a quien entrevistamos el sábado pasado, tiene razón;
“El Gobierno perdió las calles”.