Por Daniel Montamat
A 100 años del natalicio del Dr. Conrado Storani.
Recordé al doctor Conrado Storani semanas atrás cuando escuchaba una conferencia de Peter Zeihan, uno de los más renombrados analistas geopolíticos de la actualidad. Según Zeihan el conflicto europeo precipita un repliegue globalizador que ya se insinuaba en el mundo, con consecuencias traumáticas de orden económico y social. En su opinión, en el orden mundial que sobrevendrá saldrán fortalecidos los países que reúnan la doble condición de ser superavitarios en alimentos y en energía. La seguridad alimentaria y la seguridad energética vuelven al tope de la agenda internacional. Cuando Conrado padre, entonces Secretario de Energía de la Administración de Raúl Alfonsín me propuso para integrar el directorio de Gas del Estado, tuve la oportunidad de acompañarlo a la inauguración de algunas de las muchas obras de redes de gas natural que promovía su gestión en ciudades y pueblos de todo el país.
Recuerdo que en sus discursos don Conrado repetía como un estribillo que la Argentina tenía un futuro promisorio por su doble condición de contar con superávit alimentario y energético. Hablaba en una Argentina que producía unos 30 millones de toneladas anuales de grano y en un contexto donde todavía no se había logrado el autoabastecimiento energético, alcanzado al final de la administración de Alfonsín. Para él, el gas natural del Yacimiento Loma de la Lata era clave para sustituir líquidos y lograr ese objetivo. Por eso también era importante desarrollar nuevas demandas como la introducción del gas natural comprimido (GNC) en el parque vehicular. De regreso de una de esas inauguraciones, intenté argumentarle que ya el mundo (transcurrían los ochenta del siglo pasado) no basaba su riqueza en la abundancia de bienes primarios, si no en el valor agregado del conocimiento.
El doctor Storani, sin refutar lo que insinuaba una réplica a su persistente afirmación, contestó que, en efecto, también para la Argentina la riqueza estaba en el conocimiento, pero con fundamento en los pilares de los superávits agrícola y energético. Político sagaz, usó una síntesis dialéctica para seguir sosteniendo lo que para él eran las bases de un proyecto para el futuro de la Argentina. Pero Storani también era un político de pensamiento amplio y abierto al pluralismo de ideas. Me llamaba la atención que entre sus colaboradores íntimos había algunos profesionales a quienes yo conocía por sus convicciones desarrollistas. El, que había sido Secretario de Energía de Arturo Illia, y había compartido la decisión de anular los contratos suscriptos por el gobierno de Frondizi, no tuvo problemas para restablecer puentes con el ex Presidente del radicalismo intransigente y confraternizar con correligionarios de antiguas luchas.
Es que don Conrado, nunca tuvo enemigos por concepción política; sí tuvo adversarios en el partido y en la oposición. Y siempre fue un gestor de consensos, en el gobierno (como Secretario de Estado, Ministro, diputado y senador nacional), o en el llano (en distintos roles partidarios), porque asumía la alternancia republicana en el poder. Amigo personal del ex Presidente Raúl Alfonsín, fue uno de los puntales en la construcción de su liderazgo, y lo acompañó como candidato a Vicepresidente en la fórmula que enfrentó en internas partidarias al binomio Balbín-Gamond, que al final se impuso y representó a la UCR en las elecciones generales de 1973.
En una Argentina agrietada, y un mundo pospandemia que padece una guerra de alcance y consecuencias inciertas, los valores de don Conrado y su visión de la Argentina futura alumbran el horizonte. Hoy nos recordaría que con consensos básicos en lo interno, y con la plataforma de un Mercosur más integrado y fortalecido, sus augurios de contar con abundancia de alimentos y energía nos dan la posibilidad de una reinserción estratégica exitosa en el reacomodamiento que viene del orden mundial.
Fuente: nuevospapeles.com
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