Por Ricardo Bianchi
Argentina es la geografía del desacierto en el terreno político y sobre todo en economía. No tenemos voluntad de hacer un inventario histórico, casi no vale la pena. Los ciclos pendulares son habituales, y los términos empleados para justificarlos son expresados en palabras calcadas: por un lado; pasar el invierno, después del sacrificio el paraíso, la luz al final del túnel, por ahora ajuste y recesión, después la gloria, etc. por el otro; empoderados, el estado presente, justicia social, derechos, etc. Resultados, 50% de pobres, indigentes y excluidos, todas las batallas ganadas expresan números cada vez peores.
Los JUBILADOS Y PENSIONADOS, son las víctimas preferidas de ambos bandos. El actual gobierno, heredero de un fenomenal desorden, levanta la bandera de la licuación del “gasto social” que representan los jubilados, eufemismo para ocultar el derecho genuino por haber aportado toda una vida a la previsión social. Eventualmente, propondrán volver a las jubilaciones privadas (AFJP) para compartir, dirigentes y los bancos, el gran negociado con el cual se relamen.
El Fondo de Garantía, 70.000 millones de dólares expresados contablemente y en la realidad, montaña de papelitos de colores falsificados, administrado por los sucesivos gobiernos y no por los genuinos sueños, los jubilados, es una ilusión que no se puede materializar en moneda corriente. Los defensores de los derechos del pueblo y los otros, tuvieron la oportunidad durante cuarenta años de enmendar los defectos estructurales del sistema, cambiando la legislación previsional, tributaria, ampliando la base, por lo menos al doble, de los aportantes al sistema, desarmando la banda de abogados del despido, pero estaban todos juntos demasiados ocupados en asegurar sus intereses y negocios particulares.
Lo primero es lo primero, consigna que los abarca a todos ellos. Las ideas e iniciativas innovativas, son cuestiones que repugnaban a los apoltronados cómodamente a sus sillas, no solamente políticos, también a los dirigentes sindicales y empresarios, intelectuales, periodistas, y formadores de opinión, es decir, a los que nunca sufren las consecuencias de las decisiones que ellos mismos toman. Una frase los unes a todos, prohibido pensar.
Y henos aquí, con semejante desmadre inflacionario, derogando la ley previsional para no ajustarla a la suba de precios, proponiendo las viejas consignas aplicadas una y otra vez con resultados adversos. Al que no le alcance para comer que no coma, al que no pueda pagar un alquiler que vaya a vivir a los caños, después de una vida de trabajo y comportamiento decente. Cómo quieren que termine esta nueva vuelta de tuerca en pos de que el cielo será para los que sufran en la tierra, cuando los usurpadores de la vida y la muerte de sus semejantes, viven la vida loca.
Soy optimista por naturaleza, pero particularmente en este tema, creo que no entra un mísero rayo de luz atravesando la maraña de intereses, negocios, y otras yerbas. De todos modos, a quién le interesa una banda de viejos y viejas indefensas sin posibilidad de manifestar una protesta. Palo y a la bolsa.
Triste final para millones. Disfruten esta masacre lograda con el concurso de muchos que hoy se hacen los pelotudos y miran con cara de yo no fui. Nuestro último refugio seguirá siendo la oración elevada al Dios en el cual cada uno cree y si no tiene ninguno que oren a la pared como forma de ir acostumbrándose a mitigar el hambre.
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