martes, 18 de diciembre de 2018

El día que ardió la provincia, a 25 años del santiagueñazo

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El 16 de diciembre de 1993, miles de santiagueños protagonizaron uno de los levantamientos más importantes de la década menemista en el que los empleados públicos de la provincia voltearon al gobernador.
Cincuenta años de reinado de la familia Juárez
Al igual que otras familias patricias de provincias del norte del país, la dinastía Juárez era la que concentraba el poder político y económico en Santiago. Desde su llegada a la gobernación en 1949, Carlos Juárez estuvo durante cinco mandatos en diferentes años, siendo otras veces diputado y senador nacional. Murió en el año 2010 luego de haber sido el único dirigente político investigado, procesado y encarcelado en el 2008 por delitos de lesa humanidad cometido antes de 1976. Además cargaba con la imputación de la desaparición de 12 personas. Fue uno de los personajes más nefastos del peronismo y lideró un régimen político corrupto hasta la médula. Las privatizaciones empezaron a tener en el año 93 un papel decisivo. Ese año se privatizó YPF, la empresa más importante del Estado, dejando a miles de empleados en la calle, quienes en 1996 protagonizaron otra gran pueblada conocida como el “Cutralcazo”. También es privatizada Somisa, dejando un tendal de despedidos en la calle, además de otras importantes empresas. Además se aprueba la Ley Federal de Educación, que tuvo como eje la descentralización de los presupuestos educativos a cargo de cada provincia. La política de reducción de gastos del Estado y el desfinanciamiento que sufrieron las provincias, hicieron estragos en la clase trabajadora, que además cargó sobre sus espaldas la larga derrota de la dictadura y no logró presentar respuestas a la altura de las circunstancias.
Santiago se prende fuego
En diciembre del 93 la provincia se encontraba en una crisis total: no se pagaban los sueldos de los empleados públicos hacía tres meses. Un mes antes se aprueba la “Ley Ómnibus”, ideada por el gobierno nacional, donde en uno de sus artículos se le exigía al gobierno provincial “la disponibilidad de todo el personal del Estado Provincial y el cese inmediato del personal que no haya alcanzado a la fecha presente, un año de antigüedad”, además de reducir el salario en un 50%. La rebelión no se hace aguardar. El 16 de diciembre, más de 5.000 empleados públicos salen a la calle desde muy temprano exigiendo la renuncia del gobernador y de otros funcionarios. Se concentraron al frente de la Casa de Gobierno e inmediatamente entraron a quemar sus instalaciones. Una vez terminados los destrozos, se dirigieron a los Tribunales y a la Legislatura. La rebelión no había sido convocada por ningún sindicato ni central obrera, sino por trabajadores autoconvocados docentes, dado el enorme peso que tenían el sector publico. Junto a ellos se unieron los centros de estudiantes de escuelas secundarias y trabajadores de la salud. Si bien la policía reprimió duramente, no logró calmar la furia de los trabajadores, que luego se dirigieron a las casas de distintos funcionarios políticos, incluso la del secretario general del sindicato docente AESyA, y lograron destrozar sus inmuebles, descargando toda la bronca que venían acumulando en esos meses. Incluso cuando los manifestantes quisieron ir a la casa del diputado radical Jose Zavalía, este logró repelerlos a balazo limpio junto a algunos policías. La rebelión duró hasta el otro día, cuando el gobierno nacional decide intervenir la provincia, luego de conocer la renuncia del gobernador, y designa como gobernador interventor a Juan Schiaretti, el actual gobernador de Córdoba. Si bien la furia de los manifestantes logró dejar al desnudo a un sistema político corrupto a más no poder, la espontaneidad y la falta de una dirección política consecuente (la inserción de la izquierda revolucionaria era nula en la provincia), no lograron transformar esa jornada en una lucha política a fondo con objetivos y una salida favorable a los sectores populares, al igual que ocho años más tarde pasará con las jornadas de diciembre de 2001.
Fuente: Diario de Santiago

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