martes, 25 de diciembre de 2018

El peronista es el lobo del peronista: la guerra feroz entre los gobernadores del PJ y sus antecesores

         Resultado de imagen para El peronista es el lobo del peronista: la guerra feroz entre los gobernadores del PJ y sus antecesores  Resultado de imagen para El peronista es el lobo del peronista: la guerra feroz entre los gobernadores del PJ y sus antecesores 
Se abrazan, posan para las fotos, se apoyan mutuamente en los medios. Los gobernadores del peronismo y sus antecesores muestran una buena relación cuando hay que hacerlo: durante la campaña, en las elecciones y en los actos de asunción. Después empieza a escaldar la guerra fría y lo que en su momento fue un vínculo de tutor-apadrinado se convierte en una disputa abierta por la parcela de poder en juego. Ejemplos hay de sobra y, en la antesala del año electoral, muchos caudillos del PJ no tienen su mayor reto en el enfrentamiento con Cambiemos sino en la carrera interna con sus propios antecesores. Los casos más visibles hoy son los de Juan Manzur-José Alperovich (Tucumán) y Sergio Casas-Luis Beder Herrera (La Rioja), apenas dos muestras de una convivencia siempre tirante entre quienes se alzan con la formalidad del gobierno pero no siempre retienen el poder territorial. ¿Por qué ocurre? “Está en la naturaleza del hombre”, razona un peronista experimentado. Para este dirigente, que tiene 30 años de trajinar unidades básicas, “es probable también que esté en la naturaleza del peronista traicionar a su padrino político”. Más que “traición” en términos morales se trata de disputas de poder que asumen la forma de conflictos abiertos o tensiones administradas. El vehículo para ponerlo en práctica en este tiempo es la interna entre peronistas moderados (gobernadores) y kirchneristas radicalizados (antecesores). ¿Podrían precipitarse nuevas hostilidades? Es una olla a presión.
Tucumán y La Rioja
La punta del iceberg está en el norte. Alperovich, ex gobernador, decidió enfrentar al actual gobernador Juan Manzur en 2019 que buscaba (y ganaba) cómodo su reelección. Con Alperovich enfrente el panorama ya no está tan claro. Con ese objetivo en la cabeza Alperovich fracturó el bloque de senadores del PJ yconsiguió, incluso, el aval de Cristina Kirchner. No le quedaba otra: Manzur, que integra el colectivo “pos kirchnerista”, ya había avisado que buscaría la reelección en un armado nacional más amplio. El conflicto en La Rioja roza los bordes institucionales. Casas, el actual gobernador, quiere ir a un segundo mandato, pero tiene limitaciones constitucionales porque, según la Carta Magna provincial, no puede reelegir si ya ocupó dos veces consecutivas el gobierno (antes fue vice de Beder). Decidido, logró aprobar una enmienda en la Legislatura e impulsa una “consulta popular” para conseguirlo. Beder, que fue presidente del PJ provincial y mantiene intacta su influencia, lo enfrentará por afuera con su partido Demócrata Cristiano. Si bien Casas fue un sucesor disciplinado y de perfil bajo durante los primeros años, la interna estalló cuando, en junio pasado, un funcionario histórico como Ricardo Guerra fue desplazado del Ministerio de Hacienda después de 12 años. Luego, en septiembre, Casas se haría con el sillón del PJ. “Hizo todo eso porque Beder siempre lo opacó”, le reprochan en el peronismo y se entusiasman con una eventual vuelta del ex mandatario a partir del descontento social. Confiado en el retorno, Beder sube la apuesta y le dice a los suyos que su único “contrincante” en 2019 es Julio Martínez, el senador de Cambiemos.
Baja intensidad
Por debajo de estos cruces se cuecen otras internas. Aquí y allá podría haber estallidos. En Chaco, Domingo Peppo tiene su propia línea de tensión abierta con su antecesor Jorge Capitanich. También Gustavo Bordet con Sergio Urribarri en Entre Ríos. Y lo mismo ocurre, aunque ahora en un grado más moderado, entre Sergio Uñac y José Luis Gioja en San Juan. En este último caso se dio al revés: hasta 2017 el enfrentamiento era feroz pero este año bajaron las aguas. Ayuda -mucho- que Gioja por su estado de salud no busca volver a gobernar su provincia. Por el poder que supo acumular Capitanich, en el PJ de Chaco todavía se sorprenden de que haya logrado mantener una relación cordial con su sucesor, pese a las diferencias. “Siempre lo respetó a Peppo. Ni siquiera intervino en la designación del gabinete. Se fue y empezó a ocuparse de la municipalidad”, cuentan a A24.com sobre el presente de Capitanich en Resistencia y aseguran que si bien “puede tener juicios críticos sobre el alineamiento de Peppo con el gobierno nacional, no se mete”. En la misma línea, el kirchnerismo destaca que Daniel Capitanich, vice de Peppo y hermano de “Coqui”, nunca “llevó un problema”. ¿Qué podría pasar en 2019? No está definido, pero no se descarta una disputa. “Si a Peppo le dan los números, puede reelegir. Nadie quiere hablar todavía de las elecciones -apuntan-. ‘Coqui’ está, por ahora, en ‘modo Cristina’”. Se refieren a esa sutil postura de amagar sin decir mucho. Y esperar.
Unidad en el país y ¿en el pago chico?
En San Juan, el contexto tiende a la “unidad” entre Uñac y Gioja (cada vez más cerca del kirchnerismo), pero no por eso deja de haber oleadas. Por el momento, los peronistas prefieren igualmente bajar el tono. “No sólo no nos molesta Unidad Ciudadana en la provincia sino que está integrado a nuestro frente, porque tenemos a todas las facciones del peronismo”, aclaran ante este portal desde el entorno de Uñac. Gioja fue tres veces gobernador (la última vez reformó la constitución) y Uñac fue el vice de su último mandato. El caudillo sanjuanino quería como sucesor a Osvaldo Lima, pero el actual mandatario se impuso por el peso de las encuestas. “Uñac siempre fue muy leal, pero cuando le llegó el momento de conducir, lo asumió”, resumen sobre la larga historia de encuentros y desencuentros entre ambos. En el oficialismo de San Juan apuestan que Gioja hace amagues “fruto de la sana negociación en la política para sentarse y terminar arreglando los lugares”, ya que, especulan, “va a querer ser diputado de vuelta, y es muy probable que Uñac se lo conceda”. Además, calculan, si está pregonando la unidad nacional del PJ para enfrentar al presidente Mauricio Macri, no podría “contradecirse” en su pago chico. Es que el objetivo de Gioja está puesto, según cuentan, en anudar a todo el justicialismo del país para “pasar a la historia como el presidente del PJ que volvió a poner un presidente peronista en la Casa Rosada”. Sin embargo, hay quienes dicen que sigue siendo el mayor referente de San Juan y le piden “retirarse de la política con un cuarto mandato” como gobernador. ¿Cómo se resolvería la tensión con Uñac? “Se va a saldar con una charla”, anticipan los más componedores.
Sin disfraz
En Salta, el gobernador Juan Manuel Urtubey no quiere meterse demasiado en la interna de su sucesión. Tiene a varios peronistas que quieren la bendición: su actual vice; Miguel Isa, es uno; Andrés Zottos, que fue vice hasta 2015, es otro; también están los diputados Javier David (más cercano al kirchnerismo) y Pablo Kosiner. Y, por afuera de la orgánica, el intendente capitalino Gustavo Sáenz. El elegido natural sería Isa, pero Urtubey no quiere repetir la historia de 2007, cuando el entonces gobernador Juan Carlos Romero (que venía de tres mandatos) no quiso pronunciarse por nadie y tuvo que soportar que su vice (Walter Wayar) perdiera con uno de afuera (que resultó siendo Urtubey). Desde entonces, el enfrentamiento entre Urtubey y Romero fue una de las postales del peronismo salteño, hasta que con el tiempo llegaron a un acuerdo y hoy tienen una relación casi “perfecta”, cuentan los que conocen a ambos, sin más denuncias cruzadas ni nada por el estilo. Cabe aclarar que Romero fue el padrino político de Urtubey cuando esté empezó en política. Distinto es el caso de los que han sabido calibrar con fineza esa relación de poder compartido como José Manuel De la Sota y Juan Schiaretti, alternándose el sillón de mando en Córdoba, y los hermanos Alberto y Adolfo Rodríguez Saá, que a pesar de algunos desacuerdos de coyuntura lograron hacer de San Luis una provincia “libre de opositores”. El peronismo es (fue) una máquina hecha para ganar, y eso explica en gran parte su desorientación ante la victoria de Cambiemos. Vuelve, entonces, la pregunta. ¿Retener el poder a toda costa está en la naturaleza del hombre? ¿O del peronismo?
Por Nicolás Poggi para A 24

No hay comentarios.: