El truequeador nació por las cientos de personas en el país que se vieron obligadas a abandonar sus puestos de trabajo, dejar a un lado sus carreras y sus estudios. Valga el término, no aprobado por la Real Academia Española, para denominar un nuevo oficio informal, mejor remunerado que un empleo estable, surgido por la crisis económica, política y social que atraviesa el país.
El trueque se convirtió en una práctica habitual de supervivencia. En el pasado fue una forma de conseguir aquello de lo que carecían las personas, es decir, cambiar una mercancía que se tenía en exceso por otra.
Javier Rojas Machado hace vida en el sector del 23 de Enero, pero todos los días se traslada a distintas barriadas de la capital.
“Hago trueque de aguacate y plátanos por artículos de comida, es mi trabajo diario. Me da más que un trabajo normal. Soy mi propia empresa, termino más rápido y no tengo jefe”, dijo.
Machado aseguró que se gana entre 150.000 bolívares y 200.000 bolívares diarios, si hace dos viajes en un día.
“Yo le vendo la comida a otro chamo, él la vende y me da una comisión. En una semana puedo hacer 50 dólares”, indicó.
Salario mínimo en cinco dólares
Argenis Bolívar también subsiste gracias al trueque. Indicó que el salario mínimo no le alcanza para cubrir sus necesidades más básicas, sobre todo porque él cuida de sus dos abuelos.
Elva Fuente, una vecina de la Parroquia La Vega, contó que todos los días los que hacen trueque avisan a sus vecinos que están en la zona con un característico cántico. La señora corre a la puerta de su casa e intercambia artículos de la caja CLAP. “Esos artículos son de mala calidad, prefiero cambiarlos por plátanos” aseveró.
Fuente: El Nacional
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