sábado, 22 de noviembre de 2025

La autonomía municipal: el debate que La Matanza y el conurbano ya no pueden seguir postergando


         Por Miguel Saredi

La discusión sobre la autonomía municipal parece, a primera vista, un tema técnico, reservado para especialistas en derecho administrativo o planificación territorial. Pero no lo es. En realidad, es una cuestión que define la vida cotidiana de millones de bonaerenses que viven en los municipios del conurbano y, en particular, en La Matanza.

La Provincia de Buenos Aires mantiene un esquema institucional que quedó anclado en el siglo pasado: los municipios carecen de autonomía plena, no pueden dictar su propia Carta Orgánica y dependen de la provincia para decisiones esenciales en materia de seguridad, salud, educación, urbanismo y presupuesto. En la práctica, esto significa que los intendentes administran, pero no gobiernan plenamente.

Y ese déficit impacta directamente en la calidad de vida de los vecinos.

Un distrito gigante con una estructura chica

La Matanza tiene la población de una ciudad mediana europea, la complejidad territorial de una gran metrópolis y desafíos sociales, urbanos y económicos que requieren respuestas ágiles y modernas. Sin embargo, funciona con la misma estructura institucional que un municipio pequeño del interior.

La distancia entre el problema y la decisión genera demoras que se traducen en calles sin arreglar, falta de obras estructurales, servicios saturados, trámites lentos, problemas de convivencia urbana y una seguridad que no puede planificarse de manera integral.

Los vecinos lo viven todos los días: la provincia decide, el municipio espera, y los barrios padecen las consecuencias.

La asimetría con la Ciudad de Buenos Aires

Si comparamos este esquema con el de la Ciudad de Buenos Aires —autónoma desde la reforma constitucional de 1994— la desigualdad es evidente.

CABA diseña sus políticas educativas, gestiona su propia policía, ordena el territorio, ejecuta obras sin intermediación y maneja su presupuesto con independencia.

Esa autonomía le permitió modernizar su estructura administrativa, acelerar obras y mejorar servicios.

¿Por qué una ciudad de 3 millones de habitantes puede decidir su destino, pero un conglomerado como La Matanza, con más de 2 millones, sigue dependiendo de despachos lejanos?

No se trata de comparar modelos políticos, sino de reconocer una obviedad: las grandes ciudades necesitan autonomía para funcionar. No hay metrópoli del mundo que crezca sin gestionar de manera directa su seguridad, su infraestructura, su desarrollo urbano y sus servicios.

El conurbano: un territorio que quedó detenido

Los 24 municipios del conurbano bonaerense concentran la mayor población del país, pero funcionan con una normativa que no reconoce su complejidad urbana. La Buenos Aires metropolitana —el AMBA— creció, se transformó, se densificó.

Pero sus reglas institucionales no acompañaron ese proceso.

El resultado es un territorio donde las responsabilidades están fragmentadas entre Nación, Provincia y municipios, sin coordinación efectiva y con escasa capacidad local para planificar de manera autónoma.

La ineficiencia no es casual: es estructural.

Autonomía no es dividir: es gobernar mejor

Algunos plantean que hablar de autonomía es promover la fragmentación o el divisionismo. Es exactamente lo contrario.

La autonomía municipal permitiría:

• modernizar la administración,

• planificar a largo plazo,

• mejorar la seguridad urbana,

• fortalecer la salud local,

• administrar mejor el territorio,

• agilizar obras y servicios,

• atraer inversiones y generar empleo,

• dar participación real a los vecinos.

Autonomía no es aislamiento: es responsabilidad y eficiencia.

Hacia un AMBA con reglas claras y equitativas

Argentina necesita discutir seriamente cómo debe funcionar el Área Metropolitana de Buenos Aires. Un espacio de 15 millones de habitantes no puede gestionarse con regímenes dispares, superposiciones de competencias y una provincia que concentra poder normativo sobre ciudades que hoy son más grandes que muchas capitales latinoamericanas.

Un AMBA moderno requiere un marco institucional que reconozca la autonomía de sus municipios, coordine políticas metropolitanas y descentralice funciones de manera inteligente.

La experiencia internacional es contundente: donde hay autonomía local, hay mejor planificación, más transparencia y más calidad de vida.

La deuda institucional con La Matanza

La Matanza reúne todas las condiciones para asumir un rol autónomo: población, territorio, actividad económica, complejidad social y capacidad de gestión.

Lo que falta no es capacidad, sino decisión política de la Provincia de Buenos Aires para habilitar un régimen de autonomía real.

Esta deuda institucional no puede seguir postergándose.

No se trata de una discusión partidaria ni coyuntural.

Se trata de modernizar el Estado para que el vecino viva mejor.

La autonomía municipal es la condición necesaria para que La Matanza y todo el conurbano puedan ser protagonistas de su propio desarrollo.

No podemos pretender resultados distintos si seguimos gobernando con herramientas viejas para problemas nuevos.

Es hora de actualizar nuestro sistema institucional y darle a los municipios la capacidad de decidir su destino.
La autonomía no es un reclamo político: es un requisito para el futuro.

No hay comentarios.: