Los números que llegaron desde el Instituto Nacional de Estadística y Censos este jueves trajeron una noticia aliviadora para el mercado laboral y el Gobierno, aunque con matices que preocupan a los analistas. La tasa de desempleo descendió al 6,6% durante el tercer trimestre del año, marcando una reducción de un punto porcentual completo respecto al 7,6% registrado en el período abril-junio. Este indicador, que representa el nivel más bajo desde el último trimestre de 2024, se construyó sobre una población económicamente activa de 14,6 millones de personas en los 31 principales conglomerados urbanos del país, un universo que abarca aproximadamente 30 millones de argentinos.
El descenso también fue significativo en la comparación interanual, mostrando una mejora de 0,3 puntos porcentuales frente al 6,9% registrado en el mismo trimestre de 2024. Este dato adquiere especial relevancia si se considera que el relevamiento del primer trimestre del año había significado el nivel más alto de desocupación desde 2021, cuando el país todavía se recuperaba de las restricciones implementadas durante la pandemia. Por eso, la reducción fue celebrada desde los círculos oficialistas en Casa Rosada, que la interpretaron como una validación de las políticas económicas implementadas.
El aumento preocupante de la informalidad
Detrás del optimismo que genera la caída del desempleo, el informe del INDEC esconde una realidad menos alentadora: el crecimiento del trabajo informal continúa su marcha ascendente. La tasa de informalidad laboral registró un leve pero significativo aumento, pasando del 42,6% al 43,3% en la comparación interanual. Este incremento se produce en paralelo a una contracción del empleo asalariado registrado, configurando un escenario donde la creación de puestos de trabajo parece concentrarse en sectores con menor protección laboral.
El análisis oficial puntualiza este fenómeno: «El crecimiento del empleo se registró en un contexto de caída de la proporción de trabajadores asalariados y, en paralelo, de aumento de la proporción de población cuenta propia (de 23,3% a 24,5% de los ocupados). A su vez, para el total de ocupados, se observó un leve cambio en la tasa de informalidad (de 42,6% a 43,3%)». Esta tendencia refleja una transformación estructural en el mercado laboral argentino, donde el empleo por cuenta propia gana terreno frente al trabajo en relación de dependencia con todos los derechos correspondientes.
Las cifras absolutas y la distribución geográfica
En términos concretos, el organismo estadístico estimó que alrededor de 958.000 personas se encontraban desocupadas durante el tercer trimestre del año. Esta cifra, aunque elevada, representa una mejora sustancial respecto a los períodos anteriores y refleja el dinamismo que mostró la economía en los meses de julio, agosto y septiembre.
La distribución geográfica del desempleo mostró patrones desiguales a lo largo del territorio nacional. Las regiones que presentaron las mayores tasas de desocupación fueron el Gran Buenos Aires con el 6,8% y la región Pampeana con el 7,5%. En el extremo opuesto, la Patagonia registró el menor nivel de desempleo con apenas el 5%, mostrando cómo las realidades económicas regionales impactan de manera diferenciada en las oportunidades laborales de la población.
Cambios en la composición de los desocupados
Un dato que llamó la atención de los especialistas fue la modificación en la composición de la población desocupada según su rol dentro del hogar. El informe del INDEC señala que «en cuanto a la población desocupada, se registra un aumento de 3,6 p.p. en el grupo los jefes y las jefas de hogar (de 27,5% a 31,1%) y una disminución de 5,4 p.p. en el grupo de los hijos (de 47,2% a 41,8%)».
Este cambio sugiere que el desempleo está afectando cada vez más a quienes tienen responsabilidades directas en el sostenimiento económico de sus familias, mientras que mejora levemente la situación de los hijos que viven en el hogar familiar. Esta redistribución podría indicar que los jefes de hogar están teniendo mayores dificultades para reinsertarse en el mercado laboral, o que están aceptando empleos de menor calidad para mantener los ingresos familiares.
La perspectiva de los analistas económicos
Daniel Schteingart, director de Desarrollo Productivo de Fundar, ofreció una lectura matizada de los datos. El especialista comentó que «la baja del desempleo se produjo por suba de las personas ocupadas, no porque dejaron de buscar trabajo. La tasa de empleo (ocupados cada 100 habitantes) pasó del 45% al 45,4% (era 45,5% en 2023)». Esta precisión es importante porque descarta la posibilidad de que la mejora en el indicador se deba simplemente a que menos personas están activamente buscando empleo, un fenómeno conocido como «desaliento» que falsearía la percepción real del mercado laboral.
Por su parte, Aldo Abram, director ejecutivo de la Fundación Libertad y Progreso, atribuyó la mejora del indicador al mejor desempeño de la actividad económica durante el tercer trimestre. «Consecuente con la mejor evolución que lo esperado del nivel de actividad durante el tercer trimestre, la creación de empleo superó nuestras expectativas», sostuvo el economista. En ese sentido, remarcó que «a pesar del aumento de la gente que salió a buscar trabajo, se terminó generando una caída de la desocupación al 6,6%, lo que resulta una buena noticia».
El contexto de las canastas básicas y el poder adquisitivo
Paralelamente al informe de empleo, el INDEC difundió los datos de las canastas básicas correspondientes al mes de noviembre. La Canasta Básica Total, que mide el incremento de precios de alimentos, servicios y transporte necesarios para no caer por debajo de la línea de pobreza, registró un aumento mensual del 3,6%. Esto significó que una familia tipo compuesta por dos adultos y dos menores necesitó $1.257.329 para no ser considerada pobre.
La Canasta Básica Alimentaria, que marca el umbral de la indigencia, tuvo un incremento aún mayor del 4,1%, por lo que el mismo grupo familiar necesitó $566.364 en noviembre para no quedar debajo de la línea de indigencia, unos $22.000 más que en octubre. En la comparación interanual, la CBA creció 25,2% mientras que la CBT subió 23%, ambas por debajo de la inflación acumulada en los últimos doce meses pero igualmente significativas para el poder adquisitivo de las familias trabajadoras.
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