Por Ernesto Martinchuk
“El descontento con los partidos políticos y la pérdida de prestigio de los políticos se reflejan inevitablemente en las instituciones de las que son miembros. Si se llega a considerar que las propias instituciones son instrumentos inadecuados de la democracia, entonces salvar a la política se convierte en una tarea muy difícil”. Giovanni Sartori
El país amaneció diferente, como lo viene haciendo desde hace varios meses. Con la desaparición física de Maradona, la tristeza se advertía sin necesidad de palabras… La ciudad dejo ver una tristeza infinita, con muchas lágrimas y memoria… Entre la desesperación de muchas personas que intentaban darle el último adiós a un “héroe” pero, ante una enorme improvisación, dónde el gobierno intento aprovechar el dolor para usarlo políticamente y seguir construyendo su relato populista. Nadie, ni siquiera Pier Paolo Pasolini, hubiera imaginado tanto desgobierno, locura y disparate.
Cuanta falta de educación… y respeto. Cuanta falta de aulas abiertas. Cuanta gente que no trabaja… El oficialismo ha perdido toda autoridad moral para mantener cerrados colegios y cuestionar cualquier marcha. Qué lástima que no sale a la calle tanta gente para pedir que la justicia funcione, que vuelvan las clases, que nos dejen de robar, de ocupar tierras, que los jubilados vivan como tienen que vivir, que los delincuentes estén donde deben estar y devuelvan lo robado. Pero el fraude, el latrocinio, la mentira, la cleptocracia y la impunidad por sus crímenes, siguen el mismo manual con precisión desde hace 80 años.
El desmán que sufrió el busto de Hipolito Yrigoyen es repudiable al igual que los desbordes producidos en el Patio de las Palmeras. Los barrabravas –muchas veces alentados por la ex presidenta- coparon la Casa Rosada mientras gritan: “ya no está Macri, ahora esto es nuestro”.
Cuanta falta de educación y de sentido común. Todo lo sucedido desnuda el fracaso educativo de tantos años, los efectos de la pobreza y no sólo de la capacidad cognitiva, sino la falta de comprensión, de respeto por lo público.
Tal vez, una de las mejores cosas que nos deja Maradona, -más allá de lo deportivo- son dos hijas con la dignidad para rechazar el abrazo de una multiprocesada, a la que lo único que le interesa es ella misma. Al velorio de las víctimas de Cromañón no fue. En el velorio de las víctimas de Once tampoco estuvo presente. En el velorio de las víctimas de las inundaciones en La Plata estuvo ausente. Pero al de Maradona fue para la foto. Todo un montaje preparado, donde su presencia provocó los desmanes en la Casa Rosada, y seguramente, el tuit de Wado de Pedro contra Larreta fue un pedido de una Vicepresidenta asustada y refugiada en las catacumbas de la Casa Rosada.
Mientras tanto, -aprovechando el duelo nacional- el presidente Alberto Fernández definió que el juzgado electoral a cargo del distrito más populoso del país, el N° 1 de La Plata, quedará en manos del actual juez federal en Dolores, Alejo Ramos Padilla y el oficialismo dará media sanción en el Senado a un proyecto que debilita el Ministerio Público Fiscal mediante la eliminación de la mayoría de 2/3 para designar al Procurador General.
El último viaje de Diego fue desafiando sus propias convicciones, como una ironía del destino, fue por el Metrobús de Rodriguez Larreta, la Autopista 25 de Mayo del Proceso Militar y el Camino del Buen Ayre de Mauricio Macri.
El velorio y la despedida de Maradona, vuelven a dejar en evidencia que este PJK no sirve para absolutamente nada más que para lograr, por todos los medios, la impunidad de su jefa y su séquito. No les interesa la división de poderes, la seguridad jurídica, la inseguridad, las libertades individuales, la corrupción, el narcotráfico, la educación, la imagen al exterior, la economía, la vida, -ya se produjeron 38.000 muertes por Covid- y nadie puede saber que nos deparará el futuro.
Han sido muchos años de prácticas lamentables que han colocado a la corrupción, la impunidad, la discriminación y las abiertas desigualdades sociales como forma de vida. Se han enquistado en todo el Estado y nos han quitado la capacidad de maniobra, llevándonos a los terrenos en que solamente a través de las ominosas prácticas, se puede vivir y convivir.
El ejemplo se ejerce de arriba hacia abajo -jerarquizar el esfuerzo, el trabajo, el mérito, la buena moral, la vida democrática, el respeto a las personas y a las leyes, la búsqueda y el apego a la verdad- se debe dar honorabilidad al cargo que se representa y si no cumplen, la sociedad debe reclamar y castigar a sus gobernantes de los modos establecidos en una República.
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