martes, 30 de agosto de 2022

La grieta en medio del oasis político

    
Por: Carolina Dávila, licenciada en Ciencia Política y periodista acreditada en el Congreso de la Nación

Otro capítulo se abrió, ¿pero es uno distinto o es solo la repetición del anterior?

La política ha dejado de ser el vehículo que transforma la realidad para convertirse en un campo de batalla, generando la distancia entre la dirigencia política y la sociedad civil.

El contrato social se ha fracturado porque la grieta ya no es solo entre políticos sino con relación a su electorado.

Lejos de estar inmersos en la perplejidad que conlleva fantasear con cambios estructurales, la dirigencia ha forjado la creación de un muro que invisibiliza lo que está pasando en las bases sociales.
La distancia con lo diferente

La construcción de una posverdad ha quebrado la sensibilidad y lo tangible del hecho social, dejando de lado la política y apareciendo en escena la distancia que hay con lo diferente. La identificación dejó de ser parte de un colectivo que se quedó solo en el medio del oasis político.

Lo diferente generó la anulación de la existencia de un otro y los problemas sociales desaparecieron con él, ya que no puede resolverse lo que ha dejado de verse. La lejanía y la cercanía se disociaron a tal punto que se terminaron destruyendo mutuamente.

El enigma que conlleva el futuro político de la Argentina está soslayado a la dinámica social y a la construcción – o no – de un nuevo colectivo que vuelva a instaurar una nueva realidad, colocándola en el centro de la política y que interpele a la propia dirigencia.

El camino es incierto porque las distancias se han ampliado y la identificación colectiva se ha segmentado, creando diferentes interpretaciones y acentuando la individualidad.

El sentimiento de pertenencia pone de manifiesto que la nueva realidad se construye con emociones (negativas o positivas), y ya no solo con la racionalidad para abstraerse del mar de acontecimientos que se perpetúan en el tiempo.

Grieta dentro de la grieta

El hecho social se transformó en una paradoja y quedó subsumida a lo particular. La grieta dentro de la grieta generó dos divisiones: la primera, la dirigencia con la sociedad y la segunda, dentro de la misma sociedad, dejando al libre albedrío la resolución de cualquier problema.

Lo igual y lo diferente quedaron, ya no como antítesis, sino como la síntesis de un fenómeno social con realidades paralelas, que marca la convivencia diaria de una sociedad en medio de un oasis político.

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