Llegué por primera vez a la Casa Rosada convocado por el presidente Néstor Kirchner en el marco de la causa Dársena que tenía en vilo a Santiago del Estero. Transcurrían los primeros meses de su mandato y sabíamos que no soportaba la existencia del Terrorismo de Estado en la provincia. Nos esperaba en la puerta de su despacho. Estreche su mano y le dije “Buenos días Señor Presidente, soy Santucho, el abogado de la causa” “Lo conozco…. lo vi por televisión….. mucho gusto doctor”, contesto con una sonrisa del corazón, Nunca olvidé esa imagen desprovista de los oropeles del poder.
Escuchó atentamente los testimonios y se comprometió a brindarnos protección para continuar la búsqueda de justicia y verdad contra la impunidad organizada por Los Juarez.
Su compromiso se hizo realidad y su aporte fue fundamental para que los santiagueños pudieran gozar los beneficios de la libertad.
Fue lejos, muy lejos el mejor presidente de la historia de este país, a pesar que esta afirmación nos sea compartida por los peronistas de Perón y los radicales de Yrigoyen o de Illia. En cierta manera fue la realización concreta del espíritu de Cámpora, el presidente que no pudo ser por culpa de la irresponsabilidad política de Juan Domingo Perón que nos dejó como herencia y sin beneficio de inventario a Isabel y la Triple A.
Visualizó América Latina desde una perspectiva regional y eso también lo diferencia de todos sus predecesores.
Los campesinos y pueblos originarios accedieron a políticas públicas activas que antes estaban predeterminadas en programas diseñados por el Banco Mundial y aplicados por tecnócratas formados en la administración de la pobreza.
Aún adoloridos por el impacto de su inesperada muerte contemplamos un escenario de esperanza que no tiene nada que ver con ese presagio de tragedia que se percibía en el pueblo cuando despedía los restos mortales del General Perón.
Las señales del funesto acontecimiento para la Argentina , nos obligan a debatir el surgimiento de una nueva identidad política, que ya comenzaba a vislumbrarse durante los eventos del bicentenario, donde apareció un sujeto social que buscaba en la historia los elementos constitutivos de su razón de ser.
Para realizar este debate debemos despojarnos de los significantes ocultos en los socavones del discurso conciente de nuestra cultura política, que abreva muchas veces en las profundas diferencias políticas e ideológicas que se establecieron con el peronismo especialmente en relación a la concepción del poder.
Durante la década del 70 hubo un momento de fuerte comportamiento unitario entre las organizaciones revolucionarias cuando se enfrentó a la dictadura militar de Lanusse y ello tuvo una expresión concreta el día de la fuga de Trelew que luego se convirtió en masacre de 16 compañeros peronistas y marxistas, representados en esa histórica conferencia de prensa por Mariano Pujadas y Rubén Bonet.
El Comandante Mario Roberto Santucho antes de su muerte en combate tenía previsto revisar las profundas diferencias políticas ocurridas con los compañeros peronistas cuando dijo: “un río de sangre separa a los argentinos de los militares asesinos”.
Esa revisión crítica esta pendiente y el minuto histórico impone el desafío.
El día de los funerales una mujer del pueblo pasó frente a Néstor y Cristina y dijo que estaba orgullosa de ser argentina, frase conmovedora que chicotea aún mas nuestras conciencias en medio de un sentimiento popular que nos devuelve la imagen de un pueblo que busca señales y símbolos que representen sus aspiraciones e intereses históricos. Uno de ellos ha pasado a ser Néstor Kirchner, un viento del sur que trajo esperanzas y voces de otros tiempos australes.
Desde Santiago del Estero, los confines del Tawantinsuyo, te digo:
COMPAÑERO NESTOR KIRCHNER HASTA LA VICTORIA SIEMPRE
Luis Horacio Santucho (FRENTE NACIONAL CAMPESINO)
martes, 2 de noviembre de 2010
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