“Clavero no era ni salteador ni encubridor, ni caudillo ni gaucho malo. Era un viejo veterano de granaderos a caballo de San Martín, que a fuer de antiguo soldado y de valiente, había llegado a coronel al servicio de Rosas y de la montonera”. (D. F. Sarmiento).
En Jáchal se adiestra el “ejército" y preparan sus oficiales, cuyos nombres persisten como leyendas en el Noroeste: Guayama, Elizondo, Chumbita, Videla, Medina, Angel, Salazar; mineros de las faldas de Famatima o estancieros de Los Llanos los más de ellos. Un día llega a los fogones de Jáchal nada menos que Francisco Clavero, a quien se tenía por muerto desde las guerras del Chacho cuatro años atrás. Antiguo granadero de San Martín en Chile y el Perú, era sargento al concluir la guerra de la Independencia. Integrará bajo Rosas las guarniciones de fronteras donde su coraje y comportamiento lo hacen Mayor. Don Juan Manuel lo llevará más tarde al Regimiento Escolta con el grado de Teniente Coronel. Asiste a la batalla de Caseros – del lado argentino – y será con el Coronel Chilavert el último en batirse contra la división brasileña del Marqués de Souza. Urquiza no admite su solicitud de baja y en 1853 estará a su lado en el sitio de Buenos Aires. Con las charreteras de coronel, dadas por Urquiza, combate en el Pocito contra los "salvajes unitarios" y fusilará al gobernador Aberastain después de la batalla.
Cuando llegan las horas tristes de Pavón debe escapar a Chile perseguido por la ira de Sarmiento, pero vuelve para ponerse a las órdenes del Chacho. Herido gravemente en Caucete, cae en poder de los "nacionales” que lo han condenado a muerte. Sarmiento, Director de la guerra, ordena su fusilamiento, que no llega a cumplirse por uno de esos imponderables que tiene la guerra: un jefe nacional cuyo nombre no se ha conservado, compadecido de Clavero lo remite con nombre supuesto entre los heridos nacionales al Hospital de Hombres de Buenos Aires e informa al implacable Director de la guerra que la sentencia "debe haberse ejecutado" porque el coronel “no se encuentra entre los prisioneros". Un milagro de su físico y de la incipiente cirugía, le salva la vida en el hospital. No obstante faltarle un brazo y tener un parche de gutapercha en la cabeza, abandona el Hospital cuando llegan a Buenos Aires las noticias del levantamiento del Noroeste. El viejo sargento de San Martín consigue llegar al campamento de Varela, donde todos lo tenían por muerto. Se dice que, sin darse a conocer de la tropa, donde su nombre tenía repercusión de leyenda, se acercó a un fogón, tomó una guitarra y punteando con su única mano cantó:
"Dicen que Clavero ha muerto,
Y en San Juan es sepultado.
No lo lloren a Clavero,
Clavero ha resucitado”.
El entusiasmo de los montoneros fue estruendoso, tanto que sus ecos retumbaron en Buenos Aires donde los diarios se preguntaban por qué no se cumplió la sentencia contra el coronel federal y quién era responsable por no haberlo hecho. La noticia de la resurrección de Clavero llegó hasta Inglaterra donde Rosas, viejo y pobre pero no desentendido de lo que ocurría en su patria, seguía con atención la "guerra de los salvajes unitarios contra el Paraguay” y llegó a esperar que a los compases de la zamba de Varela fuera realidad la unión de los pueblos hispánicos “contra los enemigos de la Causa Americana". El 7 de marzo de 1867 escribe a su corresponsal y amiga Josefa Gómez, otra ferviente paraguayista, una carta que está en el Archivo General de la Nación de Buenos Aires:
”Al coronel Clavero, si lo ve V. dígale que no lo he olvidado ni lo olvidaré jamás. Que Dios ha de premiar la virtud de su fidelidad”. La resurreccion de Francisco Clavero Historia Rioplatense Leonardo Castagnino Rosismo gobierno Rosista Felipe Varela Pozo de Vargas Caudillos populares montoneras Historia Argentina :: Batallas y Combates :: Montoneros La Gazeta Confederacion Unitar
Fuente: www.lagazeta.com.ar
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