sábado, 8 de febrero de 2020
Vaca Muerta: menos pozos, pero más productivos
En la formación de Vaca Muerta, en 2019 se sumaron 292 perforaciones, un poco menos de las que se esperaba desde el Gobierno neuquino, como concedente de las áreas. De todas formas las nuevas perforaciones dieron mejores resultados que impulsaron el alza en la producción.
Gracias a la mejor productividad de esos nuevos pozos, la producción dio un salto cuantitativo y aportó casi diez millones de barriles más que en 2018.
A principios del año pasado, y con el viento de cola que parecía impulsar sin freno al shale argentino, desde Neuquén se esperaba romper la barrera de 300 pozos por año, que, desde hace un par de años se mantiene en Vaca Muerta.
Y casi lo logran. En 2019 cerró con la incorporación de 292 pozos no convencionales, prácticamente todos sobre Vaca Muerta. Este valor es casi igual al alcanzado en 2018 cuando se realizaron 294 pozos no convencionales, pero superó al nivel de la anterior crisis que atravesó Vaca Muerta en 2016 y 2017, cuando se realizaron 240 y 279 pozos por año, respectivamente.
En 2019 hubo dos momentos muy definidos. Durante el primer semestre del año se realizaron 152 pozos, un ritmo que no logró mantenerse en el segundo semestre.
El impacto de la crisis desatada por la devaluación y el congelamiento del petróleo, se sumó al freno que desde marzo se evidenció en el segmento del gas por el recorte de la resolución 46 de incentivos a la producción no convencional, ideada por el ex ministro Juan José Aranguren. Esas son las causas que frenaron el ritmo de realización de nuevos pozos en el segundo semestre.
De esta forma, Vaca Muerta cerró 2019 apenas por debajo de los 1.500 pozos. Un salto más que importante ya que implica que, en cuatro años, los pozos productores hacia la formación prácticamente se triplicaron, pasando de 500 en 2015 a los actuales 1.478 pozos.
Si bien, de los nuevos 292 pozos aún hay varias decenas que no están en producción, es decir que están desconectados a la espera de nueva demanda, la producción de estas perforaciones es mucho mayor a la que generan y generaron los primeros pozos de Vaca Muerta.
Esto se debe a los mejores niveles de producción que se están alcanzando con lo que podría llamarse como las nuevas recetas de los pozos de Vaca Muerta.
Desde el 2016 a la fecha, los pozos en Vaca Muerta se tornaron horizontales, y desde el 2018 han ido ganando no sólo extensión sino también cantidad de etapas de fractura, agua y arena.
Estas modificaciones en la receta hacen que la producción de los nuevos pozos sea mucho mayor a la que en sus primeros meses generaron los pozos más antiguos. Es lo que permite que las empresas mantengan sus niveles de producción o plateau sin tener que incorporar tanta cantidad de pozos nuevos por año.
Un claro ejemplo de este cambio es lo que sucede con la producción de YPF en la zona caliente que encabeza Loma Campana. Allí la operadora tiene más de 600 pozos, de los cuales cerca de 450 son verticales, construidos antes del 2016, y que aportan apenas el 20% de la producción, mientras que los 150 pozos más nuevos y horizontales son responsables del 80% del petróleo extraído.
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