“Miserables de aquellos que vacilan cuando la tiranía se ceba en las entrañas de la patria”. Esteban Echeverría
Por Ernesto Martinchuk
Cada día muchas personas deben fingir que no saben escuchar las mentiras y sufrir el dolor que tienen por ser sirvientes, esclavos, o simplemente marionetas de un relato. Es humillante, vergonzoso, terrible… Fueron muchas décadas… largos años durante los cuales los agujeros de la destrucción, -en todos los estamentos- crecieron a una velocidad descomunal.
La república argentina se ha colapsado, incluso el sentido de seguridad y la creencia de que cualquier persona estará a salvo se ha colapsado y por eso llegamos hasta aquí. Nuestra sociedad se quebrará muy pronto.
Cuántos pobres han pagado con la cárcel mientras los funcionarios, que dicen ser perseguidos políticos, -cuando en realidad han sido políticos deshonestos- disfrutan de los privilegios del poder. Con pocas palabras, contactos, especulaciones, desaparición de pruebas y testigos, o “comprando voluntades” con dinero mal habido, han logrado salir de la red de la justicia… Seguramente quienes estaban a cargo de las investigaciones, recibieron una llamada telefónica o una visita que les indicó: “es una orden de los de arriba…” y todo se fue demorando para que la causa prescriba o se encuentre un vericueto legal para evitar la cárcel.
Nuestra sociedad no habría llegado a este estado de corrupción, si el Poder Judicial no lo habría ignorado, actuado en tiempo y forma, mostrando a la sociedad los valores de los cuales el ciudadano y el funcionario, no deben apartarse. Hoy la justicia muestra ante la sociedad toda, su grado de decadencia, su falta de credibilidad, algo que también afecta nuestras relaciones internacionales.
Muchos delincuentes, disfrutan de una vida de lujo hasta sus últimos momentos cuando existen evidencias creíbles, pruebas irrefutables que los condenan.
La corrupción de nuestra sociedad ya no es un malestar, ahora también, asesina personas, estamos hablando de miles de vidas…
La Justicia en general y los fiscales en particular, deben desenvainar la espada, ya es tiempo y si no lo hacen, el sistema colapsará y ni el tiempo ni el dinero podrán ser capaces de restaurar el sistema, la sangre será lo único que podrá restablecerlo… la sangre de muchos. Deben encontrar lo que se pueda hacer y cambiarlo… Ya hemos perdido la oportunidad en la que podía arreglarse en forma normal, ya no podemos esperar, si no lo hacen en poco tiempo más, el país estará cubierto de más suciedad, es ahora cuando deben hablar y aplicar el peso de la Ley a quienes nos han hecho y nos siguen haciendo tanto mal…
El gobierno de Cristina Fernández Vda. de Kirchner, avisó en febrero del 2012 que venía por todo. La Justicia y la prensa independiente están en la mira. El acercamiento con las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua más las “relaciones carnales” con China y Rusia nos indican que las libertades individuales pueden estar en peligro. Ante la encrucijada económica que se avecina todo es posible. Un autogolpe puede terminar con la incorporación de jueces y fiscales militantes, la cárcel para opositores o la intervención, expropiación y cierre de empresas y medios disidentes con el discurso oficial, prácticas utilizadas en los regímenes mencionados.
El poder de la impunidad
La vida de una persona no vale menos que la de otra. Los gobernantes y funcionarios creen que tienen el poder para castigar a las personas y lo hacen porque tienen la impunidad, de salirse con la suya… La corrupción existe porque muchos prefieren ignorarla. En las organizaciones, especialmente en las públicas, esta práctica consiste en la utilización indebida o ilícita de las funciones de aquellas en provecho de sus gestores. Se puede cambiar si una persona los ve, la señala, y fiscales y jueces hacen su trabajo.
El Poder Judicial en general está fallando como Institución… asumen la inocencia de los que tienen poder y dinero y protege a los delincuentes y criminales… fallan en el cumplimiento de su deber básico… están ante ejemplos que han sido el muestrario de lo delictivo y muchos parecen ser cómplices de estas anomalías.
Son los fiscales de quienes depende la sociedad, quienes deben investigar y delatar operaciones ilícitas, en quienes todos confiamos, para depurar el sistema corrupto que se ha instalado en todo el país y nos están fallando, aunque todavía están a tiempo de poder corregirlo. El arma más poderosa de los encargados del cumplimiento de la ley, es la Constitución. Pueden luchar con la Carta Magna en la mano.
Los fiscales no se deben dejar llevar por los poderosos, siempre contarán con el apoyo del pueblo. Deben ejercer sus cargos como debe ser, siendo más justos y más honorables.
El terror gobierna
Es difícil transformar las costumbres gubernativas instaladas hace muchas décadas. Fácil es cortar cabezas, difícil impedir que retoñen, el mal sube como la savia dentro del tronco. El mal está en las raíces, bajo la tierra. Allí es donde se debe herir para curar.
Las raíces de la nación están, como las del árbol, bajo tierra. Los muertos están vivos. Las generaciones pasadas alimentan a las generaciones presentes y nuestras calamidades son la ramificación de las calamidades antiguas, que no pudieron ser detenidas, desviadas o acabadas en su origen. Nuestro pasado es de terror y en el terror seguimos viviendo.
El terror gobierna, como ha gobernado antes. Aparece como una fatalidad. Las muertes violentas con armas de fuego empezaron de una manera abrupta y se fueron incrementando al punto de que hoy es alarmante, junto con la corrupción y el narcotráfico. Los de abajo siguen esperando, mientras a los viejos y genuinos motivos de embrutecimiento y decadencia moral se añade el actual abuso, -siempre más abrumador- que constituye el sistema administrativo.
Los incalificables tratamientos de que son víctima las personas, ponen de manifiesto el menosprecio que existe en ciertas esferas para todo lo que está indefenso. Existe tal naturalidad en el ejercicio de los despotismos de campanario que el crítico queda aturdido.
La crueldad a la que se ven sometidos los niños, los ancianos y la sociedad en general, no se rebela con los caracteres de lo anormal y de lo excesivo, sino bajo los rasgos apacibles del hábito. Se apalea sosegadamente, y por la fuerza de la costumbre luego se toma como normal lo que debe ser anormal. Tal vez, ante la protesta indignada de los que siquiera tienen nervios debajo de la carne, sea el primer movimiento ante sus verdugos.
Las actuales autoridades han demostrado que no son verdaderamente lo que deberían ser. No se han preparado para gobernar, para solucionar problemas, sino para evitar el peso de la ley a la que se ven sometidos. De las autoridades, suele partir el desorden y el peligro. Muchas veces la cadena de ministros, jefes menores, medianos, mediocres, sin las capacidades necesarias, donde sólo la militancia es el pergamino, es la cadena en que cada eslabón estira o es estirado, en que cada cual es subalterno y superior, es atormentado y atormenta. Y a medida que se desciende por la escala sombría, se ve multiplicada la crueldad.
Cuántos, desde la soberbia de los gobernantes, han devorado la abyección injusta de la servidumbre y han respirado el dolor con el aire y no han podido separar de la luz del día un sentimiento de humillación ignominiosa. Devuelven, en un espasmo desesperado, los palos que han recibido, los salivazos que han limpiado, mudos, en su rostro inerte…
Por desdicha la enfermedad es colectiva. Las masas sociales se han impregnado de la sombra hereditaria proyectada sobre el país por una espantosa sucesión de gobiernos que no han sabido, no han podido o no han querido evitar esta catástrofe.
Hoy sólo vasta recorrer las calles, viajar en un transporte público, o simplemente observar el comportamiento de la gente en cualquier oficina, para advertir que sus almas se han teñido de la melancolía fatídica de la resignación… Todos somos testigos privilegiados de una tranquila guerra doméstica, donde sabemos que no es la letra, los conceptos o el sentido común, lo que rige en nuestro país, sino los eternos instintos fundamentales de nuestra animalidad, falta de educación y respeto por los demás y también por nosotros mismos.
Hubo una época en que el cumplimiento de la ley no se escondía, ni avergonzaba y se ejecutaba ante el pueblo. La sociedad era sana y armoniosa. Hoy vivimos en la duda y en el remordimiento porque el no cumplimiento de la Ley no trae Orden a nuestras vidas. Hemos añadido a nuestras miserias la de la constricción impotente… Será mucha petulancia exigir que se cumplan las leyes en la Argentina.
La vergüenza de nuestra época
Violar la Constitución puede no tener nada de particular, pero violarla dando un espectáculo tan cómico no es cosa de todos los días. La miseria comienza cuando se desciende a la medianía de los ambiciosos que son la vergüenza de nuestra época. Se es entonces presa de gran indignación, sólo se comenta contra esos personajes por poca preocupación que se tenga de la verdad, cuando existen pruebas irrefutables.
Así como la muerte es necesaria a la existencia, estos personajes fueron hechos, sin duda, para llenar el vacío, mientras la vida nos pasa y nos vamos acostumbrando a vivir en la anormalidad. En la argentina los ciudadanos no viven, subsisten…
La falsificación de la realidad es de vieja data. No hay nada nuevo bajo el sol, ni siquiera las realidades alternativas. El poder absoluto, que busca ser un poder para siempre, establece sus propias falsedades como verdad y aplica una gruesa capa de alquitrán para borrar los hechos, escribiendo encima un nuevo relato con la ambición de que llegará a ser creído como único, verdadero. Y el lenguaje erizado de epítetos que descalifican, niegan, rebajan, tampoco es ninguna novedad.
Cuando se habla del fascismo de derecha digamos que también hay un fascismo de izquierda, y los lenguajes son similares. Dijo alguna vez el exjuez español Baltasar Garzón que se divide "a la población entre buenos y malos, entre patriotas y traidores, convirtiendo al adversario político en enemigo. Una vez que está claro quién es quién, viene el proceso de deshumanización del contrincante, tildándolo de rata, escoria, garrapata, piojo o peste".
El domingo 18 de enero de 2015, el Fiscal Alberto Nisman, fue encontrado muerto con un disparo en la cabeza, en su departamento del edificio Torre Boulevard del complejo Torres Le Parc, en el barrio de Puerto Madero donde vivía, sin que hasta el momento haya conclusiones determinantes sobre lo sucedido…
Hace poco más de medio siglo mi madre me dijo: “Ama tu oficio, tu vocación, tu estrella, aquello en que realmente eres uno entre los hombres. Esfuérzate en tu quehacer, como si de cada detalle que piensas, de cada palabra que dices, de cada pieza que pones, de cada golpe de tu martillo, dependiera la salvación de la humanidad, si olvidado de ti mismo haces cuanto puedas en tu trabajo, harás más que el que inventa teorías universales para satisfacer sólo su vanidad, harás más que el político, que el agitador, que el que gobierna. El mundo se arreglará bien solo, con sólo hacer cada uno todo su deber con amor…”
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