"Ellos no van a aflojar pero Alberto (Fernández) tampoco". Con resignación, en el entorno del Presidente admiten que la puja con La Cámpora se intensificará en las próximas semanas. Mientras el tiempo apremia y la agrupación que lidera Máximo Kirchner no logró su objetivo de forzarlo a desestimar el intento de ir por la reelección antes de que termine el verano, el mandatario delineó una estrategia a tres puntas para atravesar el fuego amigo que contempla el "ninguneo" a las críticas, una reducida tropa de arietes habilitados para contestarle a los K y, para salvaguardar la gestión, algunos interlocutores que ofician de nexo para consensuar medidas.
A finales de 2022, cuando Cristina decidió autoexcluirse de competir por un cargo, el kirchnerismo se propuso empujar al jefe de Estado a que no más allá de marzo bajara su candidatura. La idea tenía como objetivo dejar en el centro de la definición de la estrategia electoral a la vicepresidenta y que todos los esfuerzos estuvieran centrados en marcar su presunta proscripción.
El fastidio en los K se explica -entre otras cosas- en que la intransigencia de Fernández estropeó esos planes: en el Frente de Todos, como expuso el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, no hay unanimidad para hablar de proscripción, toda vez que hasta que la condena por administración fraudulenta en la causa Vialidad Nacional no quede firme puede presentarse. "Si está proscripta, ¿entonces cómo va a ser candidata?", interpeló Aníbal, convertido en el principal espadachín del Presidente para enfrentar a La Cámpora.
Su rol es clave para un Presidente cuyo entorno quedó acotado a apenas un puñado de funcionarios de primera línea y porque, según la mirada de la Casa Rosada, su historia y lealtad con el kirchnerismo lo exime de la posibilidad de ser señalado, como podría ocurrir con otro albertista, y porque "ya está de vuelta": "Fue incondicional de Néstor y Cristina, estuvo en todos los cargos, no necesita cargos, habla y dice lo que piensa".
Aunque cuando se excede en sus declaraciones en el Gobierno se desmarcan y niegan que represente lo que piensa el Presidente, como pasó esta semana, cuando se preguntó de qué trabaja y cuántas elecciones ganó Máximo Kirchner, Aníbal juega de "líbero", un esquema similar al que cumple Andrés “Cuervo” Larroque para Cristina.
Tolosa, también vocera
Para las respuestas más sutiles, el Presidente cuenta con su amiga y ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, pareja del publicista Enrique “Pepe” Albistur.
El dispositivo se completa con una pata marginal: el piquetero Luis D’Elía, que llegó a decir que Máximo "es un pibe que no le encuentra el agujero al mate" y esta semana propuso que elPresidente despida a tres funcionarios de La Cámpora de cara a la elección: "Subiría 10 puntos en las encuestas".
El Presidente se apoya en su tropa para ganar tiempo ("No se va a bajar, va a definir recién en mayo qué hace", dicen cerca suyo) y evitar involucrarse personalmente en la confrontación pública.
"Alberto tiene que seguir mostrando lo que hicimos en la gestión, inaugurar obras y marcar que el rival es la derecha y que vuelva (Mauricio) Macri en cualquiera de sus variantes", considera uno de los más encumbrados funcionarios incondicionales de Fernández. Como contó este diario, en la Casa Rosada marcan que La Cámpora perdió "poder de fuego" y que "ya no tiene trascendencia" porque el mensaje que baja “no le llega a la gente”, en medio de un contexto económico y social delicado.
"Se repitieron tanto con este formato que no generan nada: ellos le pegan a la gestión de Alberto como si fueran oposición pero siguen siendo parte del Gobierno, entonces la gente tampoco se siente representada", dicen.
A cinco meses de las PASO y a 9 del recambio presidencial, para salvaguardar la gestión de la pelea a cielo abierto con el kirchnerismo, Fernández conserva dos interlocutores con ese sector: el jefe de Gabinete, Agustín Rossi, otro dirigente de incuestionable pertenencia kirchnerista, y el vice Juan Manuel Olmos, el único albertista al que los K respetan. Ellos pivotean, al igual que el ministro de Economía, Sergio Massa, con todas las terminales del FdT.
Era algo que antes hacía el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, con quien Fernández ya no tiene diálogo, a pesar de la tregua que firmaron en febrero. Fue en l previa a la conformación de la Mesa Nacional del Frente de Todos, reclamada por los K pero cuyo funcionamiento, en línea con la indefinición del Presidente, parece haber perdido impulso.
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