lunes, 14 de agosto de 2023

El PJ cayó por primera vez desde 2003 en Tucumán y perdió la mitad de los votos desde junio: de 600 mil a 300 mil


Milei gana en Tucumán, superando por 3 puntos al peronismo: dos diputados para el PJ, dos libertarios y uno de JxC.

La elección de Javier Milei en Tucumán tiene una relevancia e impacto mucho mayores de lo que se imaginaban. Esto es especialmente significativo debido a que desde la victoria del bussismo en las elecciones nacionales de 2003, cuando Ricardo Bussi derrotó a Julio Miranda, ningún partido había logrado vencer al peronismo en esta provincia.

Osvaldo Jaldo en junio pasado logró 612 mil votos, y Sergio Massa apenas cosechó un poco más de 300 mil este domingo.

Existen similitudes con el triunfo de aquel represor fallecido. El líder de Libertad Avanza ha logrado romper las barreras de las estructuras partidarias con estos resultados. A pesar de operar en solitario, sin una presencia territorial sólida y sin haber logrado transferir su apoyo a los referentes locales, ha desafiado la lógica electoral del país.

Esto lo ha logrado en distritos más permeables a los cambios, como Córdoba o Mendoza. Sin embargo, también ha tenido éxito en Tucumán, donde la fortaleza del aparato oficialista parecía invulnerable. Es importante mencionar que aunque Ricardo Bussi puede estar satisfecho con el resultado y enorgullecerse de haber tomado decisiones acertadas, no puede atribuirse el mérito del éxito, ya que este recae exclusivamente en el economista.

Es comprensible, entonces, que las expresiones en la Casa de Gobierno no hayan logrado ocultar la conmoción causada por esta inesperada derrota. Para el peronismo a nivel nacional, perder en Córdoba o en Santa Fe es una cosa, pero ceder en un bastión como Tucumán es una situación mucho más crítica y dramática.

Juan Manzur y Osvaldo Jaldo enfrentan una tarea de enormes proporciones. En primer lugar, deben presentar justificaciones ante la Casa Rosada por lo sucedido en Tucumán. En segundo lugar, deben replantear sus estrategias y desplegar un esfuerzo adicional, no previsto previamente, con el objetivo de intentar cambiar la situación en octubre. De lo contrario, considerar la posibilidad de un gobierno nacional con orientación peronista durante los próximos cuatro años sería simplemente un acto de optimismo infundado. En este contexto, el gobernador electo debe ser el más interesado en actuar. Dentro de las filas del oficialismo, se prefiere ver un aspecto positivo para la próxima campaña: este resultado obligará a las figuras influyentes y al gobierno central a liberar los recursos que han estado escasos en estas semanas.

El resultado también exige una profunda introspección por parte de la dupla Manzur-Jaldo. Si bien el fenómeno de Milei es una cuestión nacional que está relacionada con el cansancio de la sociedad, para que haya podido penetrar en la fortaleza del peronismo en Tucumán, es necesario analizar cuestiones locales. Los continuos conflictos salariales que el Gobierno ha enfrentado reflejan una evidente carencia de autoridad y gestión.

Por supuesto, el desenlace final de esta situación aún está por descubrirse, como la otra mitad de una película. Sin embargo, los acontecimientos actuales ya han sacudido las estructuras que parecían inamovibles en Tucumán y han provocado reacciones sorprendentes. Hasta el día de ayer, el peronismo local ostentaba el título de invencible, respaldado por su historial. Ahora, se enfrenta al desafío de revalidar esa reputación en un entorno adverso.

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