Por Ernesto Martinchuk
"Él que no se enoja cuando hay causa justa para estar furioso, es inmoral. ¿Por qué? Porque el enojo busca el bien de la justicia. Y si tú puedes vivir entre la injusticia sin enojarte, tú eres inmoral y también injusto". Santo Tomas de Aquino.
Lo sucedido en Ramos Mejía con el asesinato de Roberto Sabo, es sólo una muestra del resultado emergente de lo que los peronistas denominaron “la década ganada”, durante el segundo mandato de Cristina Fernández Vda. de Kirchner: marginalidad, ignorancia y delincuencia.
La burguesía cristinista ha creado una “cultura” que se impregna en las mentes de los explotados hasta “naturalizarla”. “Soy menor. Tengo derechos humanos”, decía la chica de 15 años que embarazada de su cómplice Leandro Daniel Suárez (29), -delincuente liberado en plena pandemia- es coautora del asesinato del kiosquero. Ella tiene 10 hermanos, la mayoría con causas penales. Sus padres tienen un comedor comunitario en Fuerte Apache y son militantes en el kirchnerismo, por lo que no se descarta que todos tengan, gracias a sus conexiones, distintos planes sociales.
Hoy existe un vacío en el portarretrato familiar, porque Roberto no renunció a la vida, se la quitaron, y aunque creyeron que silenciaron a la víctima, su ausencia -como la de tantas víctimas- nos llena de dolor a todos…
Los números
El año pasado, según el informe de la Procuración, hubo 140 homicidios dolosos cometidos, dos de ellos en ocasión de robo, como en el caso del kiosquero, con 107 tentativas. 33 de estos casos fueron criminis causa, matar o intentar matar para ocultar otro crimen. Los robos son otra historia: hubo más de 20647 casos, con 7581 de los hechos cometidos a mano armada. Hubo, también, casi 10 mil casos de hurto.
De los homicidios, 14 fueron presuntamente cometidos por menores. 270 de los casos de robos corresponden a esta categoría. En comparación general, Lomas de Zamora registró 145 crímenes consumados.
La pandemia como factor había bajado notablemente las estadísticas. Sin embargo, el cuadro de La Matanza para 2019 muestra 123 intentos y 133 homicidios consumados. Hoy las muertes por arma de fuego son harto frecuentes en todo el país.
Ya nos olvidamos de Maia, la nena que vivía en situación de calle junto a su mamá (39 años) adicta a la pasta base. "Ya no está más en la agenda de los medios la nena M, volvió a ser invisible. Ya no importa que tenga 7 años, que esté desnutrida, que tenga poca masa corporal. Tampoco importa que su madre la haya usado como a una tarjeta de crédito", manifestó en su editorial Viviana Canosa en A24 y continuó: "Las ginecólogas salieron llorando después de revisarla. Las propias ginecólogas tuvieron que ser atendidas por psicólogos. Tuvieron que tranquilizarlas, no podían creer lo que estaban viendo"…
La política ausente
En la Argentina ingresaron miles de millones de dólares, durante la “década ganada” y se tuvo una oportunidad única que fue dilapidada. Eso sí, tenemos, funcionarios y dirigentes con propiedades faraónicas y cuentas millonarias en el exterior. De esos que, en campaña o en el gobierno, hablan como progresistas, pero viven como capitalistas y actúan como fascistas. Todos hemos sido testigos de imágenes indignantes que mostraban un abuso del robo y la negligencia, pero ya gozan de la libertad…
Nosotros éramos los herederos de aquellos que dieron libertad a medio continente y éramos los orgullosos descendientes de esa clase de hombres, cuyas raíces se van secando en nuestro país. Y nuestro liderazgo se asentaba en el reconocimiento de un pasado glorioso, pródigo de figuras que estuvieron al nivel de las mejores que por entonces vivían en el resto del mundo.
Hace décadas existía una clase media que se forjaba en la escuela pública pensada como una herramienta para homogeneizar, para implantar ciertas bases comunes; donde aprendíamos todos los que no éramos ni ricos, ni exageradamente tontos. La diferencia argentina podía sintetizarse en sus escuelas del Estado. Ya no es así.
Hace décadas Argentina tenía 40.000 kilómetros de vías férreas que armaban un país; ahora no tiene 4.000, la mayoría no funciona y muchos pueblos que representaban la red sanguínea del país, desaparecieron.
Hace décadas Argentina se auto abastecía en petróleo, gas y electricidad; ahora debe endeudarse para importarlos.
Hace décadas Argentina fabricaba aviones y coches de diseño propio; ahora desequilibra su balanza de pagos para comprar autopartes y juntarlas.
Hace décadas el guardapolvo blanco de los médicos y docentes era respetado. Hoy son agredidos por individuos que creen saber más que ellos.
Hace décadas la policía era respetada y los crímenes eran tan escasos que apenas salían en los diarios; ahora son tantos que existen “especialistas” en tratarlos.
Hace décadas los políticos, funcionarios o jueces argentinos eran personajes incapaces de verse envueltos en actos delictivos o enriquecerse del erario público; hoy hacen fortunas que no pueden justificar.
Hace décadas creíamos que Argentina era el país del futuro; ahora nos preguntamos ¿Tendremos futuro…?
La Argentina hoy
En la Argentina se ha instalado la cultura de la dádiva y mucha gente se ha acostumbrado a vivir del trabajo ajeno, considerando esa forma de vida como un derecho adquirido. Hay gente que se siente con derecho a no trabajar y a que otros los mantengan. Y ya van cuatro generaciones que crecen viendo a sus padres sin trabajar viviendo de planes sociales, con lo cual toman como algo normal que otro los tenga que mantener.
Lo brutal es que la vida se nos ha vuelto cada día más incómoda, más hecha de encontronazos que de encuentros, más disgustos que gustos, más impaciencia e impotencia que alegrías y satisfacciones.
Sólo basta tomarnos un tiempo para ver a nuestro alrededor, para notar que todo se mueve en un raro grado de violencia cotidiana. En los asaltos, en las palizas, en el léxico, en las relaciones entre las personas, colmadas de malos tratos, de insultos, de odios, de rencores…
Vivir parece, cada vez más, una batalla. Porque se lo convierte en una batalla, donde el sentido común parece haber sido extirpado de la realidad. Donde una vida no vale nada.
Es muy probable que, si nuestras escuelas, colegios y universidades no llevasen décadas de destrucción y adoctrinamiento, hoy serían otros nuestros dirigentes y muy diferentes sus discursos.
Ni asado, ni heladera llena, ni aumento a jubilados con plata de las Leliqs, ni “no va a haber impunidad para los presos por corrupción”, ni volvieron mejores… ni son un gobierno de científicos… Vivimos la realidad de un pueblo que le pide a un gobierno que no escucha, y ante el dolor no empatiza.
Aprender de la historia
“Tenemos que derrotar a este enemigo que es el marxismo y que se manifiesta a veces con distintos rótulos”, había manifestado Juan Domingo Perón el 28 de septiembre de 1973.
El marxismo-leninismo representa la dictadura, busca purgar cualquier cosa considerada burguesa que designa a la clase media. Propone un solo partido comunista, (Socialismo del Siglo XXI) institución política suprema del Estado que promueve una organización social sobre la base del conflicto de clases y el igualitarismo, cuyos primeros pasos, -la destrucción de la unidad familiar, entre otros- estamos viendo en la Argentina.
Tenemos que poder aprender de la historia, sin reeditar aquella mentalidad bolchevique que causó millones de muertos y 70 años de penurias económicas a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Esas políticas no han sido exitosas, no les han servido a sus respectivos pueblos, hicieron sufrir a los rusos, hicieron sufrir a los países del Este europeo, hacen sufrir a Cuba y a los venezolanos.
No veo a nuestra dirigencia política, empresaria, sindical, judicial, ocuparse de los verdaderos problemas que sistemáticamente durante 100 años se han encargado de robarse y repartirse los despojos de nuestra Patria.
En estos momentos estamos viviendo en una sociedad donde están fallando todos los análisis, donde existe una decadencia absoluta de los valores fundados en el aprecio a la humanidad, donde la competitividad, el arribismo y la banalización de los valores éticos y morales han hecho y continúan haciendo estragos en todos los estamentos.
Cualquier argumento, sea falso o dibujado, ayuda al propósito de erigirse como los únicos dueños de la verdad, actitud que toman siempre los peronistas.
La descomposición social que viene sufriendo nuestro país, no es fruto de la pandemia del coronavirus, sino del resultado de muy diversos factores, como por ejemplo, cuatro generaciones que han vivido de subsidios del Estado, sin prepararse para la vida laboral y esto nos está llevando a una profunda crisis, que explotará en algún momento.
La pandemia adelantó 10 años el avance del uso la tecnología, mientras nosotros tenemos chicos de 10 años que no saben leer y escribir o estudiantes secundarios que no interpretan textos.
No era magia, es realidad.
El “vamos por todo…” fue una metáfora lanzada por Cristina Fernández Vda. de Kirchner en febrero de 2012, que muy pocos comprendieron y nos está llevando a lo que hoy nos espanta.
Esta es nuestra sociedad hoy, donde reinan la apatía, el desencanto, la corrupción y la hipocresía, fundamentalmente de toda la clase dirigente, que ha perdido el sentido común, me refiero a aquella inteligencia que ha desarrollado el ser humano y que le permite manejarse de manera sensata en diferentes situaciones de su vida.
Pero siguen y aparecen en televisión, como viejos profesores que ignoran que son otros tiempos, otras las palabras y otras urgencias. Pretenden vender futuro y no se dan cuenta que no tenemos presente. Se trata de políticos soberbios que se creen que son los únicos salvadores de la patria.
Vemos a dirigentes mentirosos que ayer dijeron una cosa y hoy dicen otra, que se defienden atacando y echan insultos agraviantes para ocultar una realidad que no quieren que se vea.
Escuchamos discursos prometedores que nos llueven como palabrería hueca, intentando convencernos de algo que no están convencidos ni quienes los pronuncian. No somos víctimas de ningún capitalismo, sino de nuestra propia ineficacia para resolver los problemas serios que tiene el país.
Con impotencia observamos que nuestros fiscales, tan sedientos de justicia, no buscan el mentado “enriquecimiento ilícito”, en todas las dudas, en todas las evasiones morales. A un motochorro, violador o asesino, el Estado le ayuda económicamente y además para que le den la libertad, sin medir las consecuencias. La pandemia no significa impunidad. La independencia de los poderes vuelve a estar pisoteada.
¿Son necesarios tantos ministerios, tanta dilapidación de recursos públicos sin ningún resultado?
Jubilaciones de privilegio; “ñoquis” de lujo con patente de gente importante, que se llevan –por mes- más de quince sueldos mínimos cada uno, cuando debería ser un orgullo personal haber sido elegido Presidente, Vicepresidente, Senador, Diputado o Juez.
El personal de salud de un Hospital trabaja arriesgando su vida todos los días, al igual que las fuerzas de seguridad, con la probabilidad contagiarse del Coronavirus pero el Estado no les ayuda ni para pagar los impuestos
El embrutecimiento social de la Argentina no es casual o coyuntural, es un camino pensado y trabajado desde quienes nos gobiernan. Solo nos espera desasosiego y pobreza.
Tener valores firmes es crucial para ser honorable, pues actuar con honor quiere decir hacer lo correcto, incluso si otros no están de acuerdo. Nuestra crisis actual no sólo es una crisis moral en términos de crisis de validez de las normas: es una crisis general de sentido, una crisis espiritual, una crisis de percepción, una crisis que pareciera estar llegando a un momento crítico de los fundamentos mismos de la sociedad humana moderna.
Nuestros dirigentes, estarán pensando en que la crisis es en el mundo y sus soluciones se darán según las medidas que se adopten a nivel local. Esta es nuestra sociedad hoy, donde reinan la apatía, el desencanto, la corrupción y la hipocresía.
Estos dirigentes -elegidos por la ciudadanía- son los responsables de lo que nos pasa y de lo que le pasa a nuestro país. Nuestra sociedad, y los políticos surgen de ella, tienen una carencia educativa que atrasa, y tal vez allí esté la verdadera razón de la realidad que debemos soportar.
¡Equo ne credite, Teucri! Quidquid id est, timeo Danaos et dona ferentes! O traducido al buen criollo: ¡No confíen en el Caballo de Troya, señores! Sea lo que sea, temed a los comunistas, mucho más si traen regalos!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario