Autor: Alieto Aldo Guadagni
Las disparidades en el crecimiento económico de las naciones son una característica de la historia mundial. Por eso, no debe sorprender que el desigual avance de la producción de bienes y servicios venga cambiando año a año el mapa de las actividades económicas, que está girando desde Europa y América del Norte hacia el Asia- Pacifico, por el crecimiento no solo de China sino también de India y otras naciones asiáticas..
Desde las últimas décadas, las economías emergentes asiáticas vienen liderando el crecimiento económico. En 1980, el PBI de los G-7 era cinco veces mayor al de las naciones asiáticas emergentes. Ahora, esta diferencia se evaporó.
Los asiáticos están enseñando que el motor del crecimiento económico con inclusión social es la inversión y la educación. No hay crecimiento sostenido sin ahorro, inversión y una educación de calidad.
Hemos dejado de significar el 1,29% del PBI mundial en 1980, para disminuir a 0,77. Estamos transitando un largo proceso de estancamiento productivo, con inflación, caídas en el ahorro y la inversión y retroceso social y educativo.
En 1980, nuestro PBI por habitante era 65 % mayor al del Uruguay, en 2010 esta magnitud se había reducido al 23%, y en la actualidad, el del Uruguay ya es 4 % mayor.
En 9 años (2012-2020) registran solamente un año recesivo Uruguay, Perú, Panamá, Bolivia y Costa Rica, dos años recesivos afectaron a Colombia, Cuba y México, tres a Chile y Paraguay, cuatro a Brasil y Ecuador y seis a nuestro país. El caso extremo es Venezuela con ocho años con caída del PBI. Venezuela y nuestro país también lideran la inflación en la región.
No hay crecimiento económico sin inversión, y no hay inversión sin ahorro. Aquí entra a jugar el déficit fiscal, ya que el déficit fiscal es negativo, es decir mientras mayor sea el déficit fiscal, menos será el ahorro y por ende menos serán las inversiones. Con déficit fiscal excesivo no puede haber un sostenido crecimiento económico.
Este es el desafío que enfrentamos para fortalecer el crecimiento económico, exigido para abatir la creciente pobreza de una manera permanente.
En este siglo, el estancamiento económico sumado a una educación que no sea inclusiva y de calidad son garantías para la expansión de la pobreza. Educación y empleo tienen una vinculación, dando lugar a la aparición de brechas importantes de empleo e ingresos entre los trabajadores que logran acceder a niveles altos de instrucción y los que poseen escasas calificaciones.
El Observatorio de la Deuda Social (UCA) informa que está siendo cada vez mayor la diferencia en la pobreza según el nivel educativo alcanzado por el jefe del hogar; cuando los jefes de hogar no concluyeron el ciclo secundario la pobreza es más del doble que la de los que concluyeron.
Se están eliminando empleos no calificados y aumentando la demanda por trabajadores con mayor educación; por eso la escuela ayuda a abatir la pobreza y favorece el crecimiento económico.
La mayoría de los pobres tiene trabajos precarios y poco calificados o están desocupados porque carecen de un buen nivel educativo, que se transformó en la llave de acceso al empleo productivo.
La posibilidad de que una persona de bajo nivel de instrucción esté desempleada es mucho mayor a la de alguien con estudios universitarios. Los que tienen más educación son los que ganan mejores salarios, los que trabajan en empresas más sólidas y los que tienen más estabilidad laboral.
Es posible superar la actual situación educativa crítica de nuestro país, pero para ello tendremos que comenzar un proceso que habrá de proyectarse por más de una generación. El primer paahorro so es simple, pero esencial para evidenciar la voluntad colectiva de superación, y se refiere a la necesidad de respetar el calendario escolar sin cierres forzados de escuela.
Hay que defender el derecho de los niños a tener clases, no podemos perjudicar el futuro de nuestros niños y jóvenes en este competitivo y globalizado siglo XXI. Por eso no hay que cerrar las escuelas y además hay que cumplir la obligación legal de la jornada escolar extendida.
Los resultados de la Prueba PISA (2018) habían evidenciado una situación crítica en lo que hace a los conocimientos de nuestros jóvenes. En Matemática, habíamos descendido al lugar 71; es decir estamos en los últimos lugares de los 77 países participantes.
Todo esto es preocupante para nuestro futuro cercano, ya que se trata del nivel de conocimientos de adolescentes de 15 años de edad. El liderazgo asiático es notorio, ya que los 7 primeros lugares corresponden a países de esta región, encabezados por China: mejor educación y crecimiento económico van de la mano.
El capital humano, es decir la población capacitada para afrontar los desafíos de este siglo de la ciencia y la tecnología, es más importante que los recursos naturales y exige sistemas educativos con calidad e igualdad de oportunidades para todos los niños
Nuestra matriz productiva está agobiada por un gran déficit fiscal, a pesar de una alta presión tributaria. El sendero a seguir debe apuntar a reducir un desmedido gasto público improductivo. Con alto déficit y inflación no hay crecimiento económico sostenido.
El desafío que enfrentamos es como construir un nuevo escenario de crecimiento y una educación inclusiva y de calidad, que haga posible el crecimiento económico, necesario para abatir la pobreza y la exclusión social.
Esto requiere decisiones basadas en acuerdos, pero que no sean retóricos y enunciativos sin definir claramente la implementación de decisiones concretas. No alcanza con enumerar los objetivos sin encarar los medios requeridos, no basta con enunciar los fines, es necesario considerar también los medios.
Publicado en Clarín el 25 de enero de 2022.
jueves, 3 de febrero de 2022
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