lunes, 17 de junio de 2019

Atención: El gobierno cree que arrancó un largo ciclo positivo para la lechería

Por Matías Longoni
Los datos que aporte el SIGLEA (el sistema oficial de información láctea) para mayo son elocuentes: el precio promedio de la leche pagado al productor llegó a 14,54 pesos, con un impresionante aumento del 130% respecto de doce meses atrás. Eso equivale a un valor casi nunca antes visto de 0,32 dólares por litro. Un sueño para los productores. Desde hace al menos tres meses que la mayoría de los tambos ha vuelto a ganar dinero. ¡Qué no se corte!. En este contexto, en el gobierno consideran que estamos viviendo el inicio de un largo ciclo de crecimiento para la lechería luego de casi dos años de quebranto, o más. ¿Será para tanto? Es lo que aseguraron en una reunión con periodistas el secretario de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere; su jefe de Gabinete, Santiago Del Solar; y el director nacional de Lechería, Alejandro Sammartino. “Si bien no podemos decir que todos los productores están bien, la lechería está bien. Están creadas las condiciones para que el productor pueda tener una revancha”, arriesgó Sammartino en esa reunión, en la que se expusieron datos que muestran una visible recuperación de los precios. Esta recomposición, según la visión del funcionario, no respondió a la visible caída de la producción registrada en los últimos meses sino “a un crecimiento de las exportaciones” de productos lácteos. Este diagnóstico es muy distinto al que se escucha habitualmente de los dirigentes lecheros. Es cierto que los precios a los tambos se recuperaron alocadamente en los últimos meses y que el sector ha recobrado rentabilidad (la relación leche/maíz es una de las mejores de la historia). Pero en el sector privado creen que se trata solamente de “un veranito” que no durará mucho. Sospechan y temen que los precios comenzarán a bajar en cuanto se recupere un poco la oferta de leche después de sufrir un bajón de 7,5% en el primer cuatrimestre, respecto de igual lapso de 2018. Frente a esta posición pesimista (realista, dirían algunos), en Agroindustria derrochan optimismo. “El precio de la leche está sensiblemente mejor. El OCLA (Observatorio de la Cadena Láctea) dice que la actividad pasó a ser rentable”, aseguró Etchevehere. Y es cierto.
Pero de nuevo, no se sabe por cuánto tiempo.
Lo cierto es que frente a los primeros indicadores económicos positivos para la lechería en toda la gestión de Cambiemos, desde el gobierno se empeñaron por marcar algunos aciertos de su trabajo. En esa línea los funcionarios auto-elogiaron sus propios esfuerzos en estos aspectos: Celebraron que ahora el sector cuente con información sistemática sobre los precios pagados al productor a través del SIGLEA, donde ya se procesan 8.300 liquidaciones mensuales para definir un valor real de mercado por operaciones realizadas por 322 industrias. Según ellos, estos genera certidumbre entre los productores, que ya toman los valores oficiales como referencia para pactar negocios. Avisaron que seguirán luchando contra la informalidad en la cadena láctea (se estimó en cerca del 10%) y anticiparon que ya está lista una resolución de AFIP que pondrá en marcha el remito electrónico para la leche, que será muy similar al de la carne vacuna y obligará a las industrias y los comercios a informar on line todas las operaciones con lácteos. Estaría operativo recién a fin de este año. Y hasta justificaron las escasas operaciones realizadas en el mercado de futuros de la leche lanzado a principios de 2019, a punto tal que actualmente no existe cotización visible. Etchevehere comparó. Dijo que tomó “muchos años” que comenzaran a funcionar las ventas a término con granos y especuló que finalmente la herramienta será utilizada por los actores de la cadena láctea. ¿Y por qué creen los responsables de la política lechera que no habrá una nueva caída de los precios al productor ni bien se recupere la producción lechera? Este es el principal punto en debate. Donde unos ven una caída de la oferta de leche, ellos ven un crecimiento de la demanda del mercado exportador. Los datos duros dicen que las exportaciones crecieron 37% en 2018 y ya absorben 20% de la leche producida, aunque partiendo de bases muy bajas de 2017. En el primer trimestre del 2019 los embarques siguieron creciendo un 9% en volumen, aunque a partir de allí habrían vuelto a desinflarse. Sanmartino cree que la decisión de este gobierno de no entorpecer bajo ningún punto de vista el desempeño de las exportaciones (a diferencia de lo que hacía el anterior gobierno kirchnerista) será un dato clave para el sostenimiento de los precios y para achicar la estacionalidad tradicional de la actividad, que usualmente provocaba un desplome de los precios al productor cuando llegaba la primavera, los pastos estallaban y las vacas incrementaban su productividad sencillamente porque comían mejor. “Recién ahora se va a poder recibir el estímulo de una política de estado seguida por este gobierno”, enfatizó el director nacional de Lechería. Etchevehere coincidió: “El nuevo piso te lo da la exportación”. Los cálculos oficiales, en este escenario, dicen que la producción lechera finalmente podría revertir la caída de los primeros meses del año para cerrar el 2019 hasta 2% por arriba del año anterior. En 2018 la Argentina produjo 10.630 millones de litros de leche. Por ahora (entre enero y abril) se produjeron 3.015 millones. En la Secretaría dicen que se podría llegar a unos 10.800 millones a fin de este año. En esta apuesta a que la exportación sostenga el flaco equilibrio de las demás variables del negocio (para empezar, el consumo interno de lácteos se redujo casi 15%) y los precios al productor sigan dejando ganancia, Sammartino destacó que hay en la actualidad 75 países que reciben productos lácteos de la Argentina (se destacan Brasil, Argelia, Chile y Rusia) y que se espera llegar con 100 mercados abiertos a 2025 (se aspira abrir más China y habilitar Japón, Corea y México). La participación de las exportaciones sobre el total de la producción, que hoy es de 22%, debería llegar entonces al 30%. Nadie deseas que los funcionarios se equivoquen. Crucemos los dedos. ¡Qué no se corte!
Fuente: Bichos de campo

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