domingo, 22 de diciembre de 2024

CARTA A MARIEM


 Olvidamos pronto y pensamos que nunca perderemos a nadie, pero en el momento menos pensado, perdemos lo que más queremos.

Bachir Edkhil*

La verdad sea dicha, no sé si esta carta es para ti o para mí. Sí, es verdad que tú eres la hija. Pero yo soy el hermano menor de un hermano mayor, casi un padre. Un padre que nunca grita, ni se enfada, ni golpea, ni molesta. Un padre-hermano único. Era para mí, como me imagino que para ti, un ser superior, magnánimo, que nunca puede desaparecer, o al menos, perder aquella hermosa sonrisa característica que siempre tiene.

Lo que más recuerdo de él, después de tanto tiempo que nos conocemos, es esa dulzura que transmitía con esa sonrisa única. Nunca, Mariem, vi a tu padre sin esa sonrisa bondadosa, confortante, casi mística, que no solo transmitía bondad, sino también paz. Mariem, tú no pierdes sola. Nosotros, que lo conocimos, también hemos perdido. Perdimos ante la vida, ante la muerte, ante nosotros mismos. Y con su desaparición repentina, también perdimos trocitos de nosotros; quizás más, pero a menudo nos precipitamos en un vacío al que no le damos importancia por nuestra vanidad, o quizás por nuestra cobardía.

Olvidamos pronto y pensamos que nunca perderemos a nadie, pero en el momento menos pensado, perdemos lo que más queremos. Mariem, no intento calmarte o mentirte, solo quiero decirte que una de las pruebas más duras que sentí a lo largo de mi vida fue la desaparición de un hermano, de un padre bondadoso, hermoso, cariñoso, afable, cercano, tierno, que siempre nos dejaba como si él fuera el más joven, el más educado, el más entregado para no molestar.

Él hablaba con los niños como uno más, con los mayores como si fuera el más pequeño, y con sus amigos como si él fuera el más joven, el que tenía que soportar todo, siempre para no incomodar. Habitaba en su mundo de felicidad, pues nunca lloraba ni molestaba.

Mariem, sé que mis palabras no te servirán, tampoco servirán para mucho o nada. Pero sí insisto en que yo también perdí, y mucho. Desde que desapareció tu querido papá, para mí, el mundo ya no es lo mismo, ya no tiene el mismo valor. El mundo ha perdido un hombre bueno, un hombre que sabía que lo mejor en la vida es tener la ambición de mantener esa hermosa sonrisa suya que disipa las maldades de los corazones de quienes se asociaban con él.

Mariem, yo también perdí parte de mí que nunca más recuperaré. Me perdí a mí mismo tan pronto que aún no creo en la desaparición de la persona que más quería, y que yo mismo comparto contigo ese sentimiento. No hay nada más duro en la vida que sentir, en tu propia piel y en los seres que más quieres, la pérdida de un ser querido, de un ser único.

Mariem, la vida sigue, pero nunca será como cuando veías casi a diario la bondad en persona. En cuanto a mí, por el muro de la Hamada, no solo perdí a mi hermano, al que llevo décadas sin ver y no pude despedir, sino que también perdí a Mohamed, Tafluha, Oum Saad y Lueina en mi ausencia, por no aceptar la esclavitud en ese trocito de tierra hostil argelina. Al final, como muchos otros, han perdido a los suyos en un desierto, sin posibilidad alguna de volver a sus tierras y vivir lo que les queda sin cadenas, sean ideológicas o materiales.

Mariem, si eso te consuela, yo también, y más que nadie, perdí a una de las personas que más he querido. Que Dios lo tenga en su misericordia, como la mayoría de mi propia familia que ya está en el más allá. Mariem nos queda la sonrisa de Dah en nuestras mentes mientras vivamos, y con ello, nos consuela saber que nos queda algo que nadie se atreve a quitar: la bella sonrisa de Dah, Mohamed Lamin, que en paz descanse.

***

Lettre à Mariem,

À vrai dire, je ne sais pas si cette lettre est pour vous ou pour moi. Oui, c’est vrai que tu es la fille. Mais je suis le frère cadet d’un frère aîné, presque un père. Un père qui ne crie jamais, ne se met jamais en colère, ne frappe ni ne dérange. Un père-frère unique. Il était pour moi, comme j’imagine qu’il l’était pour vous, un être supérieur, magnanime, qui ne peut jamais disparaître, ou du moins perdre ce beau sourire caractéristique qu’il a toujours.

Ce dont je me souviens le plus de lui, après nous être connus pendant si longtemps, c’est cette douceur qu’il transmettait avec ce sourire unique. Jamais, Mariem, je n’ai vu ton père sans ce sourire aimable, réconfortant, presque mystique, qui transmettait non seulement la gentillesse, mais aussi la paix. Mariem, on ne perd pas seule. Nous, qui l’avons connu, avons perdu aussi. Nous avons perdu avant la vie, avant la mort, avant nous-mêmes. Et avec sa disparition soudaine, nous avons aussi perdu des morceaux de nous-mêmes ; peut-être plus, mais nous nous précipitons souvent dans un vide auquel nous n’accordons pas d’importance à cause de notre vanité, ou peut-être à cause de notre lâcheté.

On oublie vite et on pense qu’on ne perdra jamais personne, mais quand on s’y attend le moins, on perd ce qu’on aime le plus. Mariem, je ne cherche pas à te calmer ni à te mentir, je veux juste te dire qu’une des épreuves les plus dures que j’ai ressenties tout au long de ma vie a été la disparition d’un frère, d’une nature aimable, belle, aimante, affable, père proche et tendre, qui nous a toujours quitté comme s’il était le plus jeune, le plus poli, le plus déterminé à ne pas nous déranger.

Il parlait avec les enfants comme s’il était l’un d’entre eux, avec les plus âgés comme s’il était le plus jeune, et avec ses amis comme s’il était le plus jeune, celui qui devait tout endurer, toujours pour ne pas les blesser. inconfortable. Il vivait dans son monde de bonheur, car il ne pleurait jamais et ne s’ennuyait jamais.

Mariem, je sais que mes paroles ne te serviront pas, ni à grand-chose ni à rien. Mais j’insiste sur le fait que j’ai aussi beaucoup perdu. Depuis que ton cher papa a disparu, pour moi, le monde n’est plus le même, il n’a plus la même valeur. Le monde a perdu un homme bon, un homme qui savait que la meilleure chose dans la vie est d’avoir l’ambition de conserver son beau sourire qui dissipe les maux dans le cœur de ceux qui l’ont associé.

Mariem, j’ai aussi perdu une partie de moi-même que je ne retrouverai jamais. Je me suis perdu si tôt que je ne crois toujours pas à la disparition de la personne que j’aimais le plus, et que je partage moi-même ce sentiment avec vous. Il n’y a rien de plus dur dans la vie que de ressentir, dans sa peau et chez les personnes qu’on aime le plus, la perte d’un être cher, d’un être unique.

Mariem, la vie continue, mais elle ne sera plus jamais comme lorsque tu voyais la bonté en personne presque quotidiennement. Quant à moi, à cause du mur de Hamada, j’ai non seulement perdu mon frère, que je n’ai pas vu depuis des décennies et que je ne pouvais pas lui dire au revoir, mais j’ai aussi perdu Mohamed, Tafluha, Oum Saad et Lueina en mon absence, pour n’avoir pas accepté l’esclavage. dans ce bout de terre hostile d’Algérie. En fin de compte, comme beaucoup d’autres, ils ont perdu leurs proches dans un désert, sans aucune possibilité de retourner sur leurs terres et de vivre ce qui leur reste sans chaînes, qu’elles soient idéologiques ou matérielles.

Mariem, si cela te console, moi aussi et plus que quiconque, j’ai perdu l’une des personnes que j’aimais le plus. Que Dieu ait sa miséricorde sur lui, comme sur la plupart des membres de ma propre famille qui sont déjà dans l’au-delà. Mariem, nous avons le sourire de Dah en tête aussi longtemps que nous vivons, et avec cela, nous sommes réconfortés de savoir qu’il nous reste quelque chose que personne n’ose nous enlever : le beau sourire de Dah, Mohamed Lamin, qu’il repose en paix.

*Bachir Edkhil, hispanista de origen magrebí. Activista en pro del desarrollo sostenido y responsable de las bases de la pirámide donde los más afectados puedan participar en la solución de sus problemas inherentes al subdesarrollo y carencia de medios. Estudió Ciencias de la Educación, Estudios Hispanos y Ciencias Políticas. Colaboró en la formación y desarrollo de organizaciones sin ánimo de lucro en pro del respeto a la vida humana. Columnista en revistas marroquíes e hispano marroquíes. Participa en cursos y mesas redondas sobre el Sáhara, en España y países del mundo. Investigador sobre cuestiones saharauis y autor de artículos para prensa. Conferencista en radio y televisión. Organiza con la Universidad Mohamed V congresos académicos “Entre dos orillas” para fomentar diálogo entre pueblos y naciones del Sur. Comprometido en el desarrollo de una red de proyectos para la economía social en el saharaui para personas sin recursos. Es politólogo, experto en economía social y presidente de Alter Forum, la ONG líder en el Sahara. Es diplomático correspondiente de la Academia Española del Reino de España. Autor del libro Duna Desnuda y de Escribir sobre dunas (Sahara). Colaborador en La Voz del Árabe.

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