Alberto Buela (*)
Hace 2500 años el filósofo griego Aristóteles, el maestro de los que saben, según el Dante, enseñaba que no se puede exigir el mismo rigor en ética que en matemática. Porque el obrar humano es casi siempre contingente y por lo tanto verosímil pero no exacto. Esta confusión la vimos azorados ayer en el magnífico gol que le anularon a Messi ante el Napoli, cuando paró la pelota de pecho y antes que picara la elevó sobre el arquero.
Pero el VAR lo anuló aun cuando el árbitro lo daba por válido porque dicen que la pelota le rozó una uña de la mano. Qué desatino. Qué sin sentido, pretender que el futbol se rija por las leyes de la exactitud de cuatro tipos que ven el futbol por pantallas gigantes, aislados del sentir y el palpitar de la tribuna y de juego.
Hace muchos años el periodista Dante Panzzeri definió al futbol como “dinámica de lo impensado”, esto es de lo imprevisible, de lo que puede ser de una manera u otra. Donde puede salir pato o gallareta. Y está bien, porque el futbol es eso y no se lo puede juzgar con la exactitud de una ciencia exacta. Y esta es la confusión que está detrás del VAR que pretende juzgar en forma exacta una actividad que no debe ni puede ser juzgada así.
Aunque suene anacrónico lean Aristóteles que está vivito y coleando en lo que va del siglo XXI en la ética de las virtudes que está reemplazando a la ética de los deberes.
(*) buela.alberto@gmail.com
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