sábado, 25 de noviembre de 2023

Mágico descubrimiento en Egipto: un grupo de arqueólogos halló una cámara funeraria con hechizos en las paredes

 En su interior también encontraron los restos óseos de un hombre y otras inscripciones que citaban un libro mágico para guiar a los muertos en el más allá.

Inscripciones en las tumbas del antiguo Egipto. Foto: Unsplash

Los secretos del antiguo Egipto están empezando a ver la luz. Una expedición liderada por arqueólogos del Instituto Checo de Egiptología (CIE) descubrió una cámara funeraria que tenía hechizos tallados en las paredes. Los investigadores revelaron que las mágicas inscripciones buscaban proteger al difunto de las mordeduras de las serpientes.

La cámara funeraria se encuentra en el occidente de Abusir, una ciudad dónde hay un inmenso complejo de pirámides y dónde antes existía un cementerio para funcionarios de alto rango y comandantes militares de las dinastías 26 y 27 de Egipto.

Sobre las mágicas inscripciones de la bóveda, el director de la expedición, Miroslav Bárta dijo que probablemente fueron una elección del propietario de la tumba y que "no se conoce ningún caso similar en el que se haya prestado tanta atención a estos hechizos".

Además de los hechizos, los arqueólogos hallaron representaciones de diosas y jeroglíficos destinados a salvaguardar a los muertos, y hasta encontraron un pasaje del “Libro de los Muertos”, un antiguo texto con fórmulas mágicas para guiar a los difuntos en el más allá.

Los expertos determinaron que la bóveda data de el primer milenio a. C y que quien descansaba dentro de ella era un joven llamado Džehutiemhat, quien fue un escriba real.

El dueño de la tumba

Además de la sorprendente decoración, los investigadores hallaron restos óseos dentro de la sepultura, los cuales corresponden al propietario de la tumba.

Los estudios determinaron que el difunto era un hombre que falleció aproximadamente a los 25 años y que los indicios señalan que murió por un “afección laboral”, cómo un desgaste vertebral.

Las inscripciones en los muros determinaron que el joven era un escriba real, por lo que su trabajo en la antigüedad lo obligaba a mantener una posición sedentaria que pudo dañar los huesos de su espalda, ya que los arqueólogos determinaron que sufría osteoporosis aguda.

Por otro lado, los investigadores revelaron que la tumba estaba destruida al momento del hallazgo y que posiblemente fue saqueada en el pasado. Sin embargo, también pudieron encontrar en el sepulcro piezas de cerámica de la época.

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