lunes, 13 de octubre de 2025

¿Dónde estamos parados?


       Por Ernesto Martinchuk

Memento mori (Latín) – Recuerda que eres mortal

Quien haya tenido ocasión de visitar las ruinas de la Roma antigua, los palacios de Estambul, las pirámides egipcias, las increíbles construcciones de los Incas o de los Aztecas, habrá podido admirar en esas reliquias el anhelo humano por lo inmenso. Su sola contemplación, suscita en la mente un movimiento acelerado de pensamientos, y nos muestra que, en la visión de esas culturas, la imaginación creadora del pueblo se complacía en la revelación de su humanidad trascendental. Aquella era la idea de imperios que no se limitaban a servir de válvula de escape para la población, sino que existían como representación concreta de la majestuosidad de la personalidad, como el alma del pueblo que soñaba con una creación universal, morada del Hombre ideal. Puede que no diesen con la respuesta correcta, pero sí revelaron el vigor prodigioso del indómito espíritu humano: que pudo decir Bhumaiva sujam: “La grandeza es de por sí felicidad”. Estos pueblos pensaron y trabajaron para la eternidad, desafiando el peligro y la muerte.

 

En nuestro país, la miseria no deja al ser humano pensar. La Argentina no ha dado, aún, su gran paso… faltan, dentro de las instituciones, los instintos de limpieza. Todo es cobardía, ojos cerrados, engaño voluntario. Fueron décadas de dar “glamour” al descontrol. De creer que la música sólo es popular si es degradante. De pintar los desmanes como una gesta o de creer que el orden es “represión” y no respeto por el otro. El peronismo en cualquiera de sus “sectas” ha sido una traba para el desarrollo del país. Cuando es gobierno, aplica políticas que ya se probaron ineficaces e incluso lo empeoran todo y cuando es oposición tiene suficiente poder fáctico para no dejar hacer.

 

En las últimas décadas, lo único que no ha dejado de crecer en el país son: las villas miserias o asentamientos ilegales o como ellos lo llaman “barrios populares”. De poco menos de 700 en el 2003 pasaron a más de 6000 en la actualidad. La cantidad de jóvenes muertos por el narcotráfico o enfrentamientos con la policía y la cantidad de expedientes por corrupción durmiendo en los pasillos de la justicia. Entonces cabe preguntarse: ¿Dónde está “el crecimiento con matriz diversificada e inclusión social” que pregonan?

 

¿En los años de gobierno, cuál fue el proyecto de país que generaron los peronistas? Nunca se enfocaron en un proyecto de desarrollo a mediano, corto y largo plazo. Eso sí, siempre destruyeron, y degradaron la calidad de vida de los habitantes. En la Argentina ingresaron miles de millones de dólares, durante la “década ganada” y tuvieron una oportunidad única que fue dilapidada. Eso sí, tenemos, funcionarios y dirigentes con propiedades faraónicas y cuentas millonarias en el exterior. Esos que, en campaña o en el gobierno, hablan como progresistas, pero viven como capitalistas y actúan como fascistas. Todos hemos sido testigos de imágenes indignantes que mostraban un abuso del robo, la negligencia y la hipocresía.

 

Nosotros somos los herederos de aquellos que dieron libertad a medio continente y éramos los orgullosos descendientes de esa clase de hombres, cuyas raíces se van secando en nuestro país. Nuestro liderazgo se asentaba en el reconocimiento de un pasado glorioso, pródigo de figuras que estuvieron al nivel de las mejores que por entonces vivían en el resto del mundo.

 

Hace décadas existía una clase media que se forjaba en la escuela pública, pensada como una herramienta para homogeneizar, para implantar ciertas bases comunes; donde aprendíamos todos los que no éramos ni ricos, ni exageradamente tontos. La diferencia argentina podía sintetizarse en sus escuelas del Estado. Ya no es así.

Hace décadas el guardapolvo blanco de los médicos y docentes era respetado. Hoy son agredidos por individuos que creen saber más que ellos.

Hace décadas Argentina tenía 40.000 kilómetros de vías férreas que armaban un país; ahora no tiene 4.000, la mayoría no funciona y muchos pueblos que representaban la red sanguínea del país, desaparecieron.

Hace décadas Argentina se auto abastecía en petróleo, gas y electricidad, pero se llegó a importarlos para hacer negocios.

Hace décadas Argentina fabricaba aviones y coches de diseño propio; ahora desequilibra su balanza de pagos para comprar autopartes y juntarlas.

Hace décadas la policía era respetada y los crímenes eran tan escasos que apenas salían en los diarios; ahora son tantos que existen “especialistas” en tratarlos.

Hace décadas los políticos, funcionarios o jueces argentinos eran personajes incapaces de verse envueltos en actos delictivos o enriquecerse del erario público; hoy hacen fortunas que no pueden justificar.

Hace décadas creíamos que Argentina era el país del futuro; ahora nos preguntamos ¿Tendremos futuro…?

 

La realidad

  

Alguna vez dijimos que, las generaciones pasadas alimentan a las generaciones presentes y nuestras calamidades son la ramificación de las calamidades antiguas, que no pudieron o no quisieron ser detenidas o acabadas en su origen. Hoy vemos los resultados.

 

Hoy sólo basta recorrer las calles, viajar en un transporte público, o simplemente observar el comportamiento de la gente, para advertir que sus almas se han teñido de la melancolía fatídica de la resignación… Todos somos testigos privilegiados de una tranquila guerra doméstica, donde sabemos que no es la letra, los conceptos o el sentido común, lo que rige en nuestro país, sino los eternos instintos fundamentales de nuestra animalidadfalta de educación y respeto por los demás, lo público y también por nosotros mismos.

 

El modelo peronista está agotado. La agonía se prolonga en el tiempo, mientras la metástasis lo ha invadido todo. Sabe que nunca llegará a la tierra prometida. Lo que viene es un futuro negro. El cuerpo desnudo de fantasmas, es sólo un cuerpo biológico, aquellos cuerpos de los cuales se apropian las dictaduras, pues no tiene espíritu, no tiene nada, y cree que puede disponer de la vida y de la muerte. El cuerpo y la máscara del relato están en el escenario de la contemporaneidad.

 

Siguen diciendo que existe persecución política, que es un atentado a la democracia, un golpe judicial. CFK nunca presentó pruebas absolutorias porque no las tiene. Dice que “ya tienen la sentencia firmada”. En realidad, las sentencias las “escriben” los propios delincuentes cuando cometen un delito. Los jueces sólo aplican el derecho vigente conforme a los hechos, las pruebas y la jurisprudencia.


La eterna siesta


Todos los peronistas -y sus distintas versiones en lo político, sindical, económico, social y educativo- son partícipes necesarios de esta triste realidad. El hambre en los niños, con sus consecuencias en el tiempo, es cada vez mayor. La máscara, ese relato peronista, no es sólo aquello que se intenta lucir para ocultar, sino también para revelar el fracaso de esa gestión. Los que creyeron en el canto de sirena que decidió quemar las naves para seguir manteniendo vivo el relato, hoy chocan con la miseria económica y moral que vivimos día a día.

 

Después de lo escuchado en las últimas horas, días, meses, años, décadas, es hora de poner en movimiento las neuronas, de salir de esa eterna siesta. La memoria es una potencia o una perfección de aquellas, que generalmente llaman facultades del alma, mediante la cual se retienen o quedan presente las cosas que se han visto u oído.

 

Se ha dicho que “los pueblos tienen los gobiernos que se merecen” o “los gobiernos que se les parecen” ¿Por qué extraña razón nuestros gobiernos serían muy distintos a los que los votan? Plutarco (45-120 d. C) sostenía que: “El verdadero destructor de las libertades del pueblo es aquel que reparte botines, donaciones y regalos”. De esta forma, los efectos de la razón, durante varias décadas fueron una semilla para servir en el futuro de una cosecha más grande, más abundante, lo más completa posible, de una decadencia total en lo educativo, en lo institucional, en lo público y en lo social, que demandará décadas -si es que en algún momento se toma conciencia- en resolverse.

 

El peronismo ha sido el vampiro de la República Argentina, en los últimos ochenta años, anonadando la acción de un terreno para una gran cultura que estaba en desarrollo y era motivo de observación en todo el mundo. La hipocresía, las ideas sombrías, el sacrificio de inocentes, como la unión mística –“para un peronista no hay nada mejor que otro peronista”- se hizo dueña del país, con políticos que no estaban interesados en la verdad sino en el poder y cómo mantenerlo. Es evidente que, cuando la ley no protege a la sociedad de los corruptos, sino que los protege, se da cuenta que, lamentablemente, está condenada.

 

Ética y republicanismo


El país cambiará cuando la mayoría de la sociedad civil priorice la ética y el republicanismo. Y los que votan corrupción y autoritarismo queden reducidos a una minoría irrelevante, sin chances siquiera, de tener un concejal en algún pueblito remoto. El PJ y el PJ-K o cualquiera de sus variantes, manejó a la sociedad argentina con tres palabras: miedo, resentimiento y mentiras.

 

El peronismo, siempre ha tenido por objetivo, apoderarse del favor, del crédito, del ascendiente, de la dominación, de disponer de las gracias, de los empleos, de los cargos, de las recompensas, de las opiniones, del éxito de los negocios, para abatir o ensalzar a los que en ella convienen. Trabajan para quitar y poner ministros, generales, embajadores y cuantos ocupan los primeros puestos del Estado. En la república de la cultura dirige sus artificiosas políticas para dar mérito al autor que no los tiene en sí, o a quitárselo al que le corresponde: en las corporaciones lucha contra la razón y la justicia, en fin, en todas las cosas quiere disponer y mandar según su interés o capricho, siempre, con la participación del periodismo militante.

 

En todas partes se halla el peronismo: en todo se mete, lucha contra todo, todo lo perturba, los gobiernos que no son de su signo, las corporaciones, las familias, y tanto combate a los grandes como a los pequeños. Triunfante por haber causado la caída de un funcionario, tampoco se desdeña de enredar en una causa particular para que se despida a un empleado. Los medios de que esta secta se vale, por lo común, son el artificio, la mentira y la calumnia. Su fuerza consiste en las muchas personas que la componen, la amparan y la sostienen y en el secreto de sus operaciones.

 

La sociedad sufre los efectos del peronismo, sin que por eso se lleguen a conocer y a veces ni aún a sospechar, los ocultos resortes o manejos que los mueven, porque si es público en cuanto a sus resultados, es también tan secreta, que se hace muy difícil el acertar con el foco o el centro de sus operaciones.

 

Seguimos escuchando discursos prometedores que nos llueven como palabrería hueca, intentando convencernos de algo de lo que no están convencidos ni quienes los pronuncian. No somos víctimas de ningún capitalismo, sino de nuestra propia ineficacia para resolver los problemas serios que tiene el país.

 

Porque nuestros fiscales, tan sedientos de justicia, no buscan el mentado “enriquecimiento ilícito”, en todas las dudas, en todas las evasiones morales. El brazo de la ley, también debe borrar de la lista de la administración pública a estos sujetos detestables, ladrones de un Estado empobrecido, porque los dirigentes políticos no lo harán jamás.

 

La educación

 

Cada individuo es el producto de dos factores: la herencia y la educación. La primera tiende a proveer de los órganos y las funciones mentales que le transmiten las generaciones precedentes; la segunda es el resultado de las múltiples influencias del medio social en que el individuo está obligado a vivir. Esta acción educativa es, por consiguiente, una adaptación de las tendencias hereditarias a la mentalidad colectiva: una continua aclimatación del individuo en la sociedad.

El niño se desarrolla como un animal de la especie humana, hasta que empieza a distinguir las cosas inertes de los seres vivos y a reconocer entre éstos a sus semejantes. Los comienzos de su educación son, entonces, dirigidos por las personas que le rodean, tornándose cada vez más decisiva la influencia del medio, desde que éste predomina, evoluciona como un miembro de su sociedad y sus hábitos se organizan mediante la imitación. Más tarde, las variaciones adquiridas en el curso de su experiencia individual pueden hacer que el hombre se caracterice como una persona diferenciada dentro de la sociedad en que vive.


La imitación desempeña un papel amplísimo, casi exclusivo en la formación de la personalidad social, la invención produce, en cambio, las variaciones individuales. Aquella es conservadora y actúa creando hábitos; ésta es evolutiva y se desarrolla mediante la imaginación. La diversa adaptación de cada individuo a su medio depende de lo que imita y lo que inventa. Todos no pueden inventar o imitar de la misma manera, pues esas aptitudes se ejercitan sobre la base de cierta capacidad congénita, inicialmente desigual, recibida mediante la herencia psicológica.

 

Según las estadísticas las mayores incidencias de la pobreza en personas se observaron en las regiones Noreste (NEA), 50%; y Noroeste (NOA), 48%, en las regiones Patagónicas, 38%; y GBA, 51%. Hace más de una década que el 60% de los adolescentes argentinos no entienden lo que leen, más del 70% no es capaz de resolver un ejercicio simple de matemática y manejan un léxico de poco más de 80 palabras. Por otra parte, existen niños de 10 años que no saben leer ni escribir.

 

El peronismo puso el acento en el adoctrinamiento desde 1946. Perón lo admitía en público y de esa manera marcharon sobre varias generaciones desde la niñez. Cuando esos pensamientos se arraigan en la mente de un niño, después moldean todo su mundo. Lo que el peronismo presenta como, "los principios sociales que Perón ha establecido" fue fruto de una larga lucha de la sociedad argentina que contó con el apoyo de la mayoría de los partidos y la prensa. El descanso dominical es de 1905, gobierno de Rocalas vacaciones pagas son de 1933 (Uriburu); la jornada de ocho horas es de Yrigoyen (1929), y la primera ley de jubilaciones fue sancionada durante el gobierno de Alvear (1924). También fueron fundamentales los aportes de los diputados socialistas. De su autoría fue la primera ley de protección del trabajo de mujeres y niños (1907, Figueroa Alcorta); la de accidentes de trabajo (1915, Sáenz Peña); la primera reglamentación del trabajo a domicilio (1918, Victorino de la Plaza), y las leyes de indemnización por despido sin causa, protección de la maternidad y licencia paga por enfermedades (1933, Uriburu).

 

Por otra parte, el peronismo sólo recuerda dos golpes militares: los de 1955 y 1976, dónde fueron derrocados dos gobiernos de ese signo. Pero omiten el de 1930 (donde participó Perón) el de 1943 (que organizó Perón) y los de 1962 y 1966 (a los que apoyó Perón). Por otra parte, Perón era admirador de Benito Mussolini y trajo al país prácticas y normas fascistas. Entretanto, el traslado organizado de criminales nazis de Europa a la Argentina después de la II Guerra Mundial es uno de los capítulos más oscuros de la historia argentina, que también involucra a Perón.

 

Tampoco debemos olvidar que: en octubre de 1947, cientos de indígenas pertenecientes al pueblo Pilagá, fueron masacrados en Rincón La Bomba, un paraje ubicado en Las Lomitas, provincia de Formosa. En los 60/70 sale con “la lucha armada”, pero en 1973Perón crea la “Triple A” para aniquilar a Montoneros. El peronismo apoyó la autoamnistía de los militares y no integró la CONADEP, después de condenar a los responsables, el presidente Carlos Menem los indultó hasta que el peronista Néstor Kirchner, -que se hizo millonario con los militares- inventó una épica con los Derechos Humanos, que le costó a Estado millones de dólares. Asimismo, ¿Por qué la oposición, los fiscales, o el periodismo no investigaron a las organizaciones sociales "Él que no se enoja cuando hay causa justa para estar furioso, es inmoral. ¿Por qué? Porque el enojo busca el bien de la justicia. Y si tú puedes vivir entre la injusticia sin enojarte, tú eres inmoral y también injusto", sentenció Santo Tomas de Aquino.

 

Los abogados y la justicia

 

La hipocresía reina y gobierna en todas las escuelas, se aprende con el alfabeto y no cesa de enseñarse en las universidades, absorbiendo por completo la pedagogía de los pueblos.

Existe una profesión que es el más acabado molde para perfeccionarse en las más exquisitas y arduas hipocresías del pensamiento; esta profesión es la de la abogacía.

 

Demostrar que el reo es inocente es el ideal del abogado; y cuanto más grave es el delito y más convincentes se acumulan las pruebas, más aguza el ingenio el defensor para demostrar que el acusado es inocente, buen hombre o una buena mujer. Y nos debemos preguntar, en qué se convierte un cerebro humano, después de esta gimnástica lógica; cómo se compaginan la fe y el culto a la verdad en un público que ve y escucha a abogados de partes contrarias, que se baten en un duelo de sofismas, de contradicciones y de hipocresías…

 

Los abogados son muchísimos, y se creen en el deber social, en la tarea de alta humanidad, de defender al parricida, al traidor a la patria, al reo que ha confesado su propia culpa… Los abogados y jueces son hoy, los ciudadanos más poderosos de nuestro organismo social, porque si de una parte tienen en su mano las llaves de la cárcel, disponen, por la otra, de la fortuna y del honor de casi todos. Pero, en el ejercicio continuo de la palabra y de la habilidad gimnástica de su pensamiento, se hacen habilísimos para navegar entre los escollos del gran mar de la política, donde la “palabra” se ha convertido en el instrumento de más fuerza en el arte de gobernar y en las concesiones parlamentarias.

 

La nueva ciencia, servida en los bancos de nuestras escuelas y universidades por docentes, a menudo más ignorantes que sus escolares, es un plato compuesto de los viejos residuos de la antigua cocina y las nuevas salsas, en un guisado confuso de fragmentos tomados de todos los reinos de la Naturaleza.

 

Nuestros cerebros no están aún apagados del todo. Poco a poco se están volviendo más robustos y capaces de digerir las antiguas recetas. Nuestros analfabetos, sin diplomas de ningún género, saben cazar y pescar… Nuestros doctores modernos son, por su parte, fragmentos de hombres que, por no ser del todo útiles a la sociedad, y a sí mismos, se ven obligados cada día a ocultar su profunda ignorancia y a ostentar el brillante barniz con que los recubre, y entrar como pequeños fragmentos en aquel mosaico multicolor y arlequinesco que es nuestro edificio social.

 

¿De qué sirve la libertad, cuando la mayoría tiene el pulso debilitado por la ignorancia y por el hambre? Los políticos han prometido a los oprimidos una justicia igual para todos; pero ¿quién puede comprar la justicia, cuando ésta cuesta tanto tiempo y tanto dinero?

 

Hace mucho tiempo que vivimos en un edificio que se cuartea y descascara por todas partes. Nuestra sociedad, bajo los barnices, pátinas y dorados, está atacada por una caries profunda, cimentada en la base de grandes mentiras, en las cuales muchos ya están comenzando a no creer…

 

Una sociedad mediocre

 

El hombre mediocre sólo puede definirse en relación a la sociedad en que viven, describe José Ingeniero, del que este mes se cumplen cien años de su fallecimiento. La hipocresía es el arte de amordazar la dignidad, ella hace enmudecer los escrúpulos en los hombres incapaces de resistir la tentación del mal. Esa falta de virtud para renunciar a éste y de coraje para asumir su responsabilidad. Conspiran y agreden en la sombra, escamotean vocablos ambiguos, alaban con reticencias ponzoñosas y difaman con afelpada suavidad" .


Existen inclinaciones que sobreviven a todas las leyes igualitarias y hacen amar el yugo o el látigo. Las leyes no pueden dar hombría a la sombra, carácter al amorfo, dignidad al envilecido, iniciativa a los imitadores, virtud al honesto, intrepidez al manso, afán de libertad al servil. Por eso, en plena democracia, los caracteres mediocres buscan naturalmente su bajo nivel. Su pasado no dice nada sobre su futuro, obran a merced de impulsos accidentales.

 

Platón, sin quererlo, al decir de la democracia: “es el peor de los buenos gobiernos, pero es el mejor entre los malos”, definió la mediocracia. Han transcurrido siglos y la sentencia conserva su verdad. En las últimas cuatro décadas se ha acentuado la decadencia moral de las clases gobernantes. En cada comarca, en cada pueblo, una facción de vividores detenta los engranajes del mecanismo oficial, excluyendo de su seno a cuantos desdeñan tener complicidad en sus empresas. Aquí son castas, allí sindicatos. Gavillas que se titulan partidos, intentando disfrazar con ideas sus monopolios del Estado. Son forajidos, delincuentes que buscan la encrucijada más impune para expoliar a la sociedad.

 

Los deshonestos son legión, asaltan el Parlamento para entregarse a especulaciones lucrativas. Venden su voto a empresas que muerden las arcas del Estado. Cobran sus discursos, pagan con destinos y dádivas oficiales a sus electores, comercian sus influencias para obtener concesiones a favor de su clientela. El político es un hombre de negocios. Está siempre con la mayoría. Apoya a todos los gobiernos. Viven de luz ajena, satélites sin color y sin pensamiento, unidos al carro de su jefe, dispuestos a batir palmas cuando él habla y a ponerse de pie llegada la hora.

 

Cuando las miserias morales asolan a un país, la culpa es de todos los que por falta de cultura y de ideal no han sabido amarlo como Patria, de todos los que vivieron de ella sin trabajar para ella. Los hipócritas nunca olvidan sus propias culpas y errores y si no justifican las ajenas, tampoco se preocupan de atormentarse con el odio, pues saben que el tiempo las castiga fatalmente, por esa gravitación que anima a los perversos como si fueran globos desinflados. El mal no se corrige con la complacencia o la complicidad, debe ponérsele la reprobación y el desprecio.

 

 Los locos

 

La ingenuidad de los ignorantes tiene parte decisiva en la confusión. Ellos acogen con facilidad la insidia de los envidiosos y proclaman “locos” a los mejores hombres de su tiempo. Algunos se liberan de ese apodo, son aquellos cuya genialidad es discutible y se les concede apenas algún talento especial. No así los indiscutidos, como San Martín con el Cruce de los Andes, “el loco de Belgrano” porque en el Congreso de Tucumán, propuso a un monarca Inca, o como Sarmiento, que cuando comenzó a envejecer, sus propios adversarios aprendieron a tolerarlo y le siguieron llamando “el loco Sarmiento”. Al igual que Sarmiento, llegó a su hora Ameghino en su clima y a su hora. ¿Por qué a un hombre en la localidad de Luján, en la provincia de Buenos Aires, se le da por juntar huesos de fósiles que resultan ser, mudos testigos de la historia de la tierra, de la vida y del hombre? Por eso los hombres excepcionales tienen un valor moral y son algo más que objetos de curiosidad.

 

El mediocre limita su horizonte afectivo a sí mismo, a su familia, a su facción, a sus compañeros, pero no sabe extenderlo a la Humanidad que sólo puede apasionar al genio. La fe es la fuerza del genio y necesita imantar su ideal y transformarlo en pasión. Nada hay más extraño a la fe que el fanatismo. La fe es llama que enciende y el fanatismo es ceniza que apaga. Mientras el fanatismo resulta ser en definitiva un renunciamiento, la fe representa una dignidad, una afirmación individual de alguna verdad propia, mientras el fanatismo es una conjura de partidarios o secuaces para ahogar la verdad de los demás.

 

Todas las batallas de un pueblo son culturales, o somos todos delincuentes o somos todos Honorables. Esto atañe a la formación de nuestra identidad y no a su mera existencia gregaria. Estas batallas no sólo se ganan o se pierden en el campo de las ideas sino en un territorio mucho más vasto: aquel donde se preservan y fortalecen las bases patrióticas que crearon a nuestra sociedad. Tenemos una comunidad universitaria, académica, científica y tecnológica que supera ampliamente los conocimientos de nuestra clase política y aplicaciones para participar colectivamente. Es el momento de tomar la crisis como oportunidad, mirar más arriba del horizonte y comprometernos para encauzar un país viable a nuestros hijos y nietos. Las leyes representan lo que somos y somos lo que esas leyes dictan. La gente honorable muestra su amor profundo por los demás a través de sus acciones.

 

Las palabras nunca son inocentes

 

Pueden ser fugaces y rápidas como el viento, pero dejar las huellas de un huracán. Pueden construir o destruir una ilusión en un segundo. Pueden estimular o desmotivar a una persona. Pueden llevar alegría o tristezas. Están ahí para enaltecer o hundir. A veces no da lo mismo una palabra que otra, por mucho que el diccionario nos diga que son sinónimos. Las palabras pueden ser objeto de apropiación indebida y en vez de decir lo que significan puede inducir a errores. Con su uso incorrecto los discursos pueden cometer crimen de lesa verdad al manipular las palabras, forzándolas a ir más allá de la idea que ellas connotan. Las palabras no son adornos, son los materiales de nuestro pensamiento.

 

Para finalizar citaremos a Confucio:

 “Tse-Kung preguntó acerca del gobierno.

El Maestro dijo: los requisitos del gobierno son tres: que haya suficientes alimentos, suficientes pertrechos militares y confianza del pueblo en su soberano.

Tse-Kung dijo: ¿Y si hubiera de prescindir de dos de ellos?

El Maestro contestó: Que sean los pertrechos militares y el alimento. Porque desde antiguo la muerte ha sido la suerte de todos los hombres; pero si el pueblo no tiene fe en los que lo rigen, entonces no hay modo de que se sostenga el Estado”.

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