Siempre se dice que
lo aparentemente imposible es posible
cuando nos abrimos al
amor.
Pero para que esto ocurra hay, en nuestro interior,
una
estructura vieja que tiene que morir
para dejar lugar a una nueva.
Cada Navidad, cada año,
es un replanteo permanente a surgir
a una nueva manera de vivir,
donde cada uno de nosotros
haga coincidir el bien personal con el bien común
y donde lo individual deje su lugar a lo
comunitario.
Una vida que se rija
por las leyes del amor.
Nada distinto de lo que nos vino a anunciar
Jesús.
Navidad es lo pequeño, lo sencillo,
lo que no hace ruido,
pero nos despierta y nos
des-instala.
Navidad es un corazón abierto y disponible,
que abraza y se deja abrazar,
un corazón
que se hace niño.
Navidad es dejar nacer lo nuevo,
y cuidarlo para que crezca y dé
fruto.
Que lo que nos propone la sociedad
no nos confunda y nos haga perder lo
esencial.
Que seamos capaces de reconocer y
adorar
la presencia de Dios en lo profundo del corazón
de cada hombre y en cada mujer
y entonces, sí, seremos
los constructores de un Mundo
Reino.
No olvidemos nunca, en cada Navidad,
que Jesús
nació en un pueblo pequeño,
perdido en el mundo,
y con un puñado de hombres y mujeres
que se abrieron al amor
sembró un cambio radical de vida,
irradió una luz
que aún sigue alumbrando al
mundo.
¡Y así debemos
ser!
Mis mayores deseos de que esta Navidad
sea vivida con verdaderos y renovados
gestos de amor, gracia y comprensión
para que sembrados en este
mundo
muestren que lo imposible es
posible
¡Muchísimas felicidades!
Los quiero y recuerdo
mucho
Marcelo
Lugones
Navidad de
2012
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