Llegó la hora de decirle Adiós a El Vesuvio, y es que la heladería inaugurada en 1902 ubicada en Corrientes al 1100, entre Libertad y Cerrito, cerró sus puertas.
Adiós a El Vesuvio, la heladería por la que pasaron Carlos Gardel, Jorge Luis Borges, Tita Merello, Hugo del Carril, Juan Manuel Fangio, Alfredo Palacios, entre tantos otros.
Lo que la caracterizaba era que había sido la primera heladería porteña, por lo tanto, la más antigua de la Ciudad de Buenos Aires.
La misma había sido fundada por Alfonso Cositore y su esposa a principio del siglo XXI y había sido lugar de encuentro de escritores y tangueros.
La familia Cositore, introdujo al país la primera máquina manual para fabricar helados. Dos personas debían operar la manivela del gran cilindro de cobre que, rodeado de hielo y sal, prescindía de la energía eléctrica para fabricar los helados.
Para quien la haya visitado, recordará las paredes de su salón revestidas con paneles de roble tallados a mano, y vitrales. Además de la heladería allí funcionaba una confitería que ofrecía el clásicos chocolate con churros desde 1920.
Fue mencionada por Piazzolla y Ferrer en su tango La última grela en la introducción recitada: «Fueron, hace mucho, las románticas proletarias del amor. La noche les puso nombres con seducción de insulto; paicas, locas, milongas, percantas, obreras. Era frecuente verlas al alba desayunando un chocolate con churros en la confitería Vesuvio de la calle Corrientes»
Su último dueño fue Mariano Marmorato, quien buscó salvarla de todas las formas: ofreciendo shows de tango y hasta peñas. Incluso intentaron vender el fondo de comercio, pero su alto costo hacia que nadie pudiera pagarlo.
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