El joven arequipeño decidido a ser escritor, que soñaba en la mitad del siglo pasado con vivir en una buhardilla en París, que se deslumbró con Madame Bovary de Flaubert la primera noche que pasó en la capital francesa, se ha convertido en inmortal.
Así reconocen a los miembros de la Academia Francesa, que este jueves 9 de febrero le dieron la bienvenida a Mario Vargas Llosa en una ceremonia solemne en el Anfiteatro del Instituto Francés ante un reducido público, que incluirá a familiares del escritor y a su amigo el rey emérito Juan Carlos I ─lo hizo marqués en 2011─, acompañado de la infanta Cristina, una de sus hijas
La Academia es el templo de la lengua francesa, la que mima y vela por su pureza y elocuencia desde hace más de cuatro siglos cuando fue creada por el poderoso cardenal Richelieu, también duque y primer ministro del rey. Vargas Llosa ocupará el sillón 18 que antes perteneció al filósofo Michel Serres, y mucho antes a Alexis de Tocqueville, el autor de un texto indispensable: La democracia en América.
La incorporación del escritor peruano, también de nacionalidad española, se aprobó el 25 de noviembre de 2021 en una votación de los miembros de la Academia que estuvo lejos de ser unánime: 18, de 22, aprobaron su solicitud. Aunque la longeva institución la componen 40 personas ─37 en la actualidad, pues hay 3 vacantes─, la asistencia no parece ser una de sus mayores virtudes.
Vargas Llosa, nacido en Arequipa en 1936, premio Nobel de Literatura (2010), premio Cervantes (1994), premio Príncipe de Asturias de las Letras (1986), primer ganador de nuestro premio Rómulo Gallegos (1967) ─entre infinidad de galardones─, dueño de una obra prolífica que va de la novela al teatro, del cuento a la poesía, y del periodismo al ensayo, se formó leyendo a Dumas, Julio Verne y Víctor Hugo.
Y en la edad madura encontró en otros dos autores franceses, Raymond Aron y Jean-Francois Revel, más razones para completar un viaje intelectual, que cuenta en La llamada de la tribu, desde sus iniciales posiciones de izquierda hasta su actual concepción liberal de la vida, la cultura, la política y la economía.
La aceptación de Vargas Llosa por la Academia Francesa suscitó un revuelo de críticas de distinto tenor: unas, advertían que superaba largamente la edad para postularse, fijada en 75 años desde 2010, y además carecía de una obra en francés, aun cuando lo habla con fluidez; otras, desde las páginas de los diarios a la izquierda Liberation ─que fundó Jean Paul Sartre, a quien Vargas Llosa también leyó con avidez─ y L´humanité, cuestionan las posiciones políticas del escritor, al que recriminan su «anticomunismo creciente» y su cercanía con líderes que califican de «ultraderecha».
Voces de peso salieron en defensa de Vargas Llosa desde que se aprobó su candidatura, pero baste nombrar a la secretaria perpetua de la Academia, Hélène Carrère d’Encausse ─primera mujer en el cargo─, quien dijo que en ningún lugar está establecido que para entrar a la Academia Francesa haya que escribir en francés.
«Ha ayudado a la cultura francesa más que muchos escritores franceses», agregó Carrère d’Encausse, historiadora especializada en Rusia, que ocupa el sillón 14 de la Academia desde hace más de 30 años.
Y de un plumazo desechó el cuestionamiento político: “Ha llevado su vida como él lo ha considerado. No somos la Unión Soviética. No es obligado tener una doctrina”.
Primer escritor extranjero publicado en la Biblioteca de la Pléiade en 2016, y ahora primer autor sin escribir directamente en francés que ingresa en la Academia, Vargas Llosa seguirá combatiendo contra el tiempo con lo que mejor hace. “Lo ideal es morirse con la pluma en la mano”, dijo recientemente. La inmortalidad ya es suya, afirma El Nacional de Caracas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario