Los Trabajadores de Garbarino Unidos entregaron un petitorio en el Ministerio de Trabajo en Callao 114 y finalizaron protestando en Obelisco.
Recordamos que el 17 de abril de este año le habían entregado otro petitorio al presidente Alberto Fernández para que intervenga en el conflicto laboral.
La situación empeoró estos últimos 3 meses, los trabajadores no están cobrando los salarios, el bono de fin de año y les adeudan aguinaldos. La empresa ya no está pagando las jubilaciones ni las obras sociales.
En el Ministerio de Trabajo “les prometieron que el miércoles en la Audiencia van a intimar por los pagos y que van a resolver el tema en particular de Soledad Barzola que tiene un embarazo de riesgo y se quedó sin obra social. Por el resto del reclamo dice “no tener competencia que le corresponde a la Justicia embargar los bienes de la empresa para el cobro”,
Ante tantas idas y vueltas con la quiebra de Garbarino, búsqueda de posibles compradores o tomadores de deuda. Nos explica el trabajador Fernando Rodríguez que “la situación es extraña, no hay quiebra, muchas sucursales permanecen cerradas y los empleados no pueden ir a trabajar, privandonos del derecho al trabajo”, pero explica que se “trataría de una estrategia de desgaste del dueño Carlos Rosales junto a Armando Cavalieri (dirigente al frente del SIndicato de Comercio desde 1986) que le permite hacer esta maniobra para que los empleados se terminen yendo solos y no tener que indemnizar a nadie” y concluye “nos dejan así sin laburo y la gente tiene que salir a buscar otro trabajo y desvincularse de la empresa”. Cuando comenzó el conflicto eran 4200 empleados, hoy se estiman 3700. “Les está dando resultado porque la gente se va”, concluye
La novedad de último momento es el cierre de sucursales, vienen cortando el Sistema Informático por el cual los priva de trabajar.
La carta del ruego
Mi nombre es Soledad Barzola, tengo 41 años, curso un embarazo de riesgo y trabajo en Garbarino. Soy una más de los tantos damnificados por el atroz desmanejo de esta empresa.
Hoy, cuento 15 semanas de gestación y el día 01/07 fue mi última visita a la obstetra. Al día siguiente me levanté con síntomas extraños y me dirigí a la guardia Clínica San Juan De Dios, en Ramos Mejía. Ahí comenzó mi calvario. Me negaron la atención por tener la Obra Social impaga por la patronal desde junio de 2020.
Hablé con mis jefes y con el responsable de RR LL, pero no me dieron respuesta. Peregrinando por los vericuetos burocráticos de la obra social me dijeron que podía pasarme a un plan básico con un certificado emitido por mi empleador que, después de pasearme por su enorme desidia y la de sus secuaces, me la terminó dando y ahora es la obra social la que me demora el alta de la prestación. Ambas empresas me dejaron a mi suerte.
El día 8, fui a la guardia del Hospital de Morón, con los mismos síntomas, pero no me atendieron. No tengo dinero para movilizarme, mi familia me ayuda con lo que puede desde que vengo pasando por esta situación de vulnerabilidad extrema y la patronal me dejo a mi suerte.
El 9, llegué al Hospital Posadas a las 15:30 hs, con dolor y dureza en el bajo vientre. Salí de hacerme estudios a las 22hs. Y una hora más tarde, llegué. Hasta las 22 hs llegué a mi casa con pérdidas.
Hoy sigo de acá para allá, sin cobertura, sin plata, con toda la incertidumbre, en medio de una pandemia y poniendo en riesgo mi embarazo. Espero un llamado de alguien que se comunique conmigo, aunque sea que me expliquen porque tengo que pasar por esto. Pero no se inmutan por la vida de mi bebé. Ni siquiera cuento con la asignación familiar por prenatal, porque cuando cumplí las 12 semanas correspondientes me quedé sin cobertura. Estoy totalmente desamparada después de haberle dado a esta empresa mis últimos cinco años.
Sigo preguntándome ¿Qué será del Sr. Rosales?, ¿Qué sentirá al decidir sobre la vida de mi hijo?, ¿Sentirá algo? ¿Qué clase de persona deja a la deriva así a otra, será humano? Pero no es por mi derecho, que pido o ruego, sino por el de mi hijo.
Por Alejandra Passarelli
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