Mucho se habla – y seguirá haciéndolo – sobre las condiciones de líder político del actual Jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. Pero lo que, a nuestro juicio, no se ha atendido suficiente es su clara y evidente condición de estadista. Y es, precisamente, políticos que tengan la condición de estadista lo que la Argentina necesita en particular si tenemos una mirada desde este presente hacia el futuro; tanto el inmediato como el mediato.
Ahora bien, ¿qué debemos entender por estadista? Una frase de Winston Churchill explicita a las claras la definición: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones.”
Se ha señalado de Rodríguez Larreta que no responde a las agresiones que le realizan, que se encuentra dispuesto a diálogos con todos quienes fuese necesario para consolidar una unión que esté por encima de toda grieta – o, mejor aún, que sea capaz de disolverlapara siempre – a efectos de logros que hacen al bien común de la nación.
Generar las condiciones que sean favorables a las generaciones venideras proveyéndoles un país previsible, en franco crecimiento – en todo sentido: cultural, científico, técnico, económico – implica estar decidido a no quedarse atrapado por situaciones pequeñas – esas que surgen de las tres plagas que azotan desde siempre a la Humanidad: celos, odios y envidias – para conseguir una mirada amplia, abarcadora, donde lo que nos diferencia no sea obstáculo sino elemento de unificación.
Estadista es aquella persona que posee conocimiento suficiente y experiencia probada sobre esa unidad jurídico-política que llamamos “Estado.” Es un especialista en el manejo de la que se entiende por “cosa pública”, siempre en vistas al bien común. Se ha dicho: “Un estadista puede ser un funcionario público o un analista de la realidad política, que conozca la verdad de la sociedad en la que vive, sus necesidades, los recursos con los que cuenta y las posibilidades de llevar a cabo planes eficaces a corto, mediano y largo plazo, sin proponer utopías, ya que las promesas vanas, crean ilusiones y cuando no se concretan sólo logran generar frustración, descrédito y resentimiento.”
De manera tal que el estadista habrá de ser reconocido como quien deja una marca lograda con modificaciones positivas y de progreso en la historia de su pueblo, dado que su trabajo tiene como objetivo dotarlo de un destino de grandeza, mejorando sus capacidades, descubriendo potencialidades que llevará a que se pongan en acto y generando ingresos.
El discurso que Horacio Rodríguez Larreta el pasado 26 de agosto, cuando expuso en el ámbito del Consejo de las Américas, la entidad creada a propuesta de John F. Kennedy, fue – precisamente – en esa dirección. En concreto, en uno de sus párrafos manifestó: “Me da mucho dolor ver que hoy que la Argentina sigue enfrentando las mismas frustraciones que hace 50 años (…). Estos problemas no se resuelven con más grieta. ¿Y si probamos una vez con sentarnos a dialogar todos? ¿Si nos comprometemos a escucharnos? Así vamos a dar vuelta la historia. Para salir adelante la Argentina necesita un plan a largo plazo, serio yconsensuado por todas las fuerzas políticas.”
Decir “sentarnos a dialogar todos” es algo que sólo un estadista decidido a lograr las herramientas concretas que permitan transformar el presente para el logro de un futuro favorable a la Argentina puede proponer.
Carlos Mariscal comentó al terminar de leer esta nota de opinión en Radio Cadena Eco, que Jorge Giorno es presidente del Partido de las Ciudades en Acción.
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