lunes, 19 de septiembre de 2022

Temen más parches cortos y la huida del peso se precipita

   
       Por Luis Varela para El Economista

Pasan las semanas y los inversores empiezan a desconfiar: los dólares libres saltaron casi 10%, los bonos cayeron, el riesgo volvió a subir y la Bolsa pisó el freno.

La semana pasada hubo dos acontecimientos muy positivos que le debieron haber traído calma al mercado local, pero sin embargo no lo lograron: por un lado, gracias al dólar soja, el BCRA logro sumar reservas por US$ 1.544 millones en las últimas nueve ruedas, y por otra parte en la licitación de deuda del viernes Sergio Massa logró colocar Letras (62% ajustables por inflación y 38% con una tasa fija del 83,4% anual) por nada menos que $320.594 millones, mucho más de lo que necesitaba, y hoy habrá una nueva licitación revancha.

A pesar de semejante buena respuesta, el mercado local terminó colocado en un embudo: los dólares financieros libres tuvieron un salto semanal de casi 10%, con valores superiores a los $300 en la rueda del viernes, los bonos argentinos anotaron una caída semanal del 2,4% por lo que el riesgo país subió 60 unidades, hasta 2.383 puntos básicos (colocándose en el mismo nivel que tenía al asumir Massa como ministro) y las acciones argentinas, que venían recuperando como un tren finalizaron con una suba semanal del 0,8% en pesos, pero con una pérdida del 0,3% en dólares, frenándose la suba vertical del 40% que tuvieron desde que Martín Guzmán renunció a su cargo.

Las razones del mercado

¿Por qué respondió tan mal el mercado a dos noticias tan buenas como fueron la suba de reservas y la posibilidad de seguir colocando deuda en pesos? La contundente respuesta que entregaron los analistas fue bien concreta: Massa y su equipo (Gabriel Rubinstein esencialmente) están tomando medidas para conseguir oxígeno de muy corto plazo, que aleje al país del abismo, pero a costa de hacer promesas incumplibles, que siguen metiendo basura bajo la alfombra y que continúan agigantando una montaña de deuda, que ya tiene vallas difíciles en diciembre y directamente imposibles entre junio y septiembre próximos, con las PASO en el medio, y a un mes de la elección presidencial de octubre.

Para juntar esas reservas (y lograr con eso que el FMI le apruebe la auditoría en curso, que todavía no ha sido superada), Massa le concedió a los productores de soja un dólar de $200, por lo que todos los sojeros se lanzaron a liquidar de cabeza: desde el lunes 5 de septiembre hasta ahora vendieron 8,36 millones de toneladas, superando el promedio de los últimos tres años, por lo que la exportación liquidó divisas por US$ 3.554 millones, de los cuales sólo US$ 1.544 millones quedaron en Reconquista 266, en una cantidad mucho menor por gastos de comercio exterior y por el derrumbe del yuan, cuyo swap integra más de la mitad de las reservas brutas del Central, con un costo altísimo, y con un valor que se está devaluando y, según expertos, lo seguirá haciendo.

Los tiempos del dólar soja

El dólar soja de $200 durará según se dijo hasta el 30 de septiembre, por lo que le quedan diez ruedas de vida.

Si a partir de octubre el Gobierno volviera a pagar la operación a tipo de cambio oficial (que el viernes terminó a $143), las liquidaciones del campo se congelarían nuevamente y el incremento de reservas tendría el beneficio de que no habrá que importar tanto gas porque habrá llegado la primavera, pero se iniciará un largo período -probablemente hasta mediados de enero- durante el cual los productores agropecuarios acopiarían todo tipo de granos en silos, vendiendo lo esencial para pagar gastos, por lo que si eso se cumpliera las reservas del BCRA dejarían de crecer y habría problemas para aprobar la siguiente auditoría del Fondo.

A partir de esto, y de un Gobierno que sigue sacando conejos de la galera, que son siempre parches que evitan la explosión de corto, pero con compromisos imposibles de cumplir en el largo plazo, hubo en los últimos días un cúmulo de rumores y escritos concretos que pusieron a los inversores especializados con los pelos de punta.

Lo ya conocido es lo que se deslizó en cuatro párrafos del Presupuesto, donde se afirma que habilitarán un blanqueo de dólares no declarados para habilitar importaciones y para que puedan comprar propiedades usadas en el mercado inmobiliario argentino. Y lo que por ahora es "run run" es que se vendrán dólares nuevos para seguir consiguiendo ventanitas que permitan permisos escalonados a distintos sectores, y que con eso las reservas sigan creciendo.

Para explicarlo de una manera más o menos sencilla, tienen planeado ir abriendo dólares especiales a diferentes sectores, en lo que sería un inicio gradual de un desdoblamiento cambiario, que no se daría de golpe: habría por ejemplo "dólar limón", o "dólar Malbec", o dólar del cualquier sector exportador que tenga potencial, soltando de a poco, todo para no hacer una devaluación disruptiva de golpe, pero que en definitiva buscaría terminar en un desdoblamiento cambiario de hecho, por un lado con un dólar comercial y por el otro con un dólar financiero.

El dólar comercial iría subiendo, como lo hace ahora, con un crawling peg que se iría acelerando, acercándose a la inflación: en los últimos días el dólar mayorista subió 5,9%, contra una inflación del 7%, por lo que siguió retrasándose, pero menos. Y el dólar financiero terminaría más cerca de los dólares libres actuales, ya que el dólar ahorro está muerto (pusieron tantas objeciones que ya casi nadie tendrá acceso al dólar de $247) y tendería a ubicarse en algún lugar cerca del blue (que finalizó el viernes a $277), el MEP (que voló hasta $294) o el contado con liquidación (que brincó hasta $301).

El peso de la deuda

Como la deuda que acumulan el Tesoro y el BCRA son imposibles ($15 billones en los próximos doce meses), la mitad en títulos públicos y la otra mitad sólo en intereses de las Leliq, en los rumores que se manejan entre los operadores es que el Gobierno planea dos trampas: por un lado seguir rodando la inflación en niveles elevados para licuar esos pasivos todo lo que se pueda y lo que esté colocado en papeles vinculados al tipo de cambio, terminar pagándolo al dólar comercial, el menor de todos, por lo que los tenedores de papeles del Estado además de licuados quedarán cepillados.

Hay algunas dudas en el éxito que podrá tener, si se concreta, el blanqueo para traer insumos importados con dólares blanqueados, y descreimiento todavía mayor para que alguien traiga dólares para comprar inmuebles argentinos, porque pueden tener bajo precio, pero el que entre quedará metido en un corral, en manos de la Afip, con una ley de alquileres imposible y con una presión duplicada en el impuesto a los bienes personales, por lo que haciendo bien el cálculo estará bastante mareado el que entre dólares a un lugar para pagar impuestos, y que después no los pueda sacar.

Y si hay dudas o descreimiento con el blanqueo, los tenedores de bonos directamente multiplican sus sospechas: quizás no haya un reperfilamiento como hizo Mauricio Macri para no ir a la hiperinflación con Hernán Lacunza, pero si terminan devaluando o si continúan haciendo canjes para que las cosas se paguen el día del arquero, nadie entiende bien cuál puede ser la conveniencia de invertir en títulos públicos. El blanqueo desalentará a los que pagan impuestos y los pagos de deuda devaluados significarán papel picado en los bolsillos, de ahí que la suba de los bonos se planchó, el riesgo subió, la mejora de las acciones se detuvo y los dólares iniciaron un salto, que recién parece comenzar.

El marco global

A todo esto se suma, por supuesto, lo que pasa a nivel internacional. Estados Unidos informó la semana pasada que la inflación de agosto fue de sólo 0,1% mensual pero la inflación núcleo fue del 0,6% y mantiene una suba de precios anual del 8,3%, por lo que el miércoles próximo, en la reunión de la Fed, Jerome Powell confirmará su posición agresiva y ahora el 84% de los analistas esperan que suba la tasa corta de 75 puntos básicos y el 16% restante llega a pensar que la suba puede ser de 1 punto porcentual.

Con todo eso, las tasas largas ya se mueven entre 3,5% y 4% mensual, con curva invertida, es decir con intereses más altos en plazos cortos que en los largos. La suba de tasas en Estados Unidos puede destruir a los activos de riesgo, le pondrá la soga al cuello a los endeudados y complicará notablemente a los mercados emergentes, sobre todo a los más débiles como Argentina.

A siete semanas de la elección de medio término, en la que Joe Biden puede perder el control de las dos Cámaras del Capitolio, los seminarios de economistas de distintas universidades le avisan a los demócratas que la suba de tasas y la venta de bonos para sacar dólares del mercado (de a US$ 95.000 millones por mes, vaciando Wall Street) no será suficiente: “Para que la inflación se detenga, el Gobierno tendrá que bajar el gasto, ya que según números laborales publicados también la semana pasada, el empleo norteamericano sigue muy firme, con pedidos de seguro de desempleo en retroceso, lo cual indica que la economía ya se autoindexa”.

Mal momento para las bolsas

Ahora bien, ya sea por la segura suba de tasas o por las sugerencias de bajar el gasto, la Bolsa de Nueva York tuvo la semana pasada el peor momento desde enero último: sus índices cayeron 5% promedio, por lo que en lo que va de 2022 el tecnológico Nasdaq cae 27% y el industrial Dow pierde 15%. Y los especuladores bursátiles le suplican a Powell que afloje la rienda porque llevará a los activos a un derrape que puede duplicar el descenso, porque llevará a la economía a una recesión, a malos balances y a efectos secundarios desconocidos. Pero Powell ya avisó: el principal enemigo es la inflación, la suba de los precios afecta más a las familias que lo que pueda pasar con algunos empleos.

Lo particular del caso es que la tasa a 1 año del 4% anual en el bono de EE.UU. ya aplastó a algunas commodities, pero otros siguen muy firmes, con el dólar global colocado como el rey del universo de las monedas: la semana pasada el dólar MEP argentino voló 9,1%, el contado con liquidación subió 7,2%, pero el dólar también subió 1,9% en Brasil, 1,6% en Chile, 1,4% contra la libra, 0,8% contra el yuan, 0,5% contra el franco suizo, 0,3% contra el euro y 0,2% contra el yen.

A nivel local el dólar blue estuvo más tranquilo con un avance semanal del 1,1%, ya que el chiquitaje que participa en ese mercado tiene que usar los pocos pesos que le quedan para los gastos de almacén, pero descuentan que en breve seguirá el camino del MEP y del CCL.

Y el reparto de las commodities es notable. En lo que va de septiembre el níquel sube 13,8%, la onza de plata avanza 9,1%, el trigo de Rosario aumentó 6,5% (sólo venden soja, porque viene con premio) y el maíz de Rosario subió 2,2%. Luego, el cobre está sin variación, pero el oro pierde 2% en el mes, el girasol Rosario cede 2,1%, el Bitcoin baja 2,4% (el Ethereum se deshace), el aluminio achica 3,4%, la soja Chicago declina 4,1% (con Ucrania y Argentina más abiertos), el petróleo se debilita 4,2% y la soja rosario se hunde 7,2%, tras meses de opresión.

Los pasos de Fernández

Con un escenario tan intrincado, y con Massa y el kirchnerismo atentos porque Alberto parte para ir a Houston para convencer a los petroleros (a los que recién visitó el ministro) de que Vaca Muerta es una gran oportunidad, y antes de hablarle a la ONU en Nueva York.

Por eso, todo obliga a transitar momentos muy cautelosos, ya que los inversores salen de posiciones riesgosas: nadie piensa en ganar, todos creen que es tiempo en el que hay que pensar en cómo hacer para perder poco.

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