El gran legado de Parker fue haberse corrido de la moda del swing imperante en la época, en la que predominaban figuras como Benny Goodman o Glenn Miller, para crear un nuevo estilo basado en la improvisación sobre una secuencia establecida de acordes, lo cual arrojaba, entre otros resultados, una casi infinita posibilidad de nuevas melodías que obligaban a una escucha más atenta. Lo recordamos a 100 años de su nacimiento.
Pero más allá de las historias que dan cuenta de su extravagante comportamiento por su tendencia a toda clase de excesos y de sus hazañas musicales, Charlie Parker marcó a fuego la historia del jazz por haberse apartado del estilo vertiginoso orientado al baile para hacer hincapié en la escucha reposada en la que, sin renunciar a la precisión rítmica, el carácter expresivo de cada nota tomaba el protagonismo.
En tal sentido, seguramente las palabras que mejor definen al genial artista sean las utilizadas por Julio Cortázar, uno de sus grandes admiradores, cuando hizo decir al protagonista de su famoso cuento “El perseguidor”, inspirado en la figura de Parker, “esto lo estoy tocando mañana”.
Pero acaso sea su apodo, “Bird”, el que mejor representa la personalidad, la genialidad y las leyendas en torno al músico. Algunos afirman que este mote respondía a su naturalidad para extraer sonidos perfectamente afinados y melódicos a su instrumento, mientras que otros sostienen que provenía de su desmedido gusto por el pollo frito, al que consumía a toda hora de manera devocional, en una muestra más de su conducta adictiva.
Pero acaso sea su apodo, “Bird”, el que mejor representa la personalidad, la genialidad y las leyendas en torno al músico. Algunos afirman que este mote respondía a su naturalidad para extraer sonidos perfectamente afinados y melódicos a su instrumento, mientras que otros sostienen que provenía de su desmedido gusto por el pollo frito, al que consumía a toda hora de manera devocional, en una muestra más de su conducta adictiva.
Fuente: Télam
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