La soja que se cosechó hace varios meses en Marcos Juárez, Córdoba, se convertirá cerca de la Nochebuena en agua para una comunidad wichi de Formosa. La metáfora podría tomarse como un regalo de Papá Noel, o un milagro, pero lo divino está sólo en los valores solidarios de esta historia.
El protagonista es Hugo Biga, un productor agropecuario del sur cordobés, de 62 años, que este viernes vio acreditado en su cuenta bancaria el reintegro por retenciones y, como un acto de protesta con crítica constructiva decidió donar lo recibido a alguna obra de bien que el “Estado debería hacer y no hace”.
A partir de su contacto sectorial con María Guadalupe Vivanco, productora agropecuaria de Nogoyá, Entre Ríos, que participa como voluntaria en la ONG Argentina Ayuda, surgió la posibilidad de que una parte de lo recibido por Biga se use para instalar un pozo de agua en Paraje La Esquina, donde viven 50 familias, en el noroeste formoseño, cerca de la frontera con Salta y Paraguay.
“Allí, el problema serio que tienen es el agua, que solo toman cuando se junta en los charcos luego de la lluvia. Tal es así que no pueden diluir leche en polvo e incluso hay dificultades en los amamantamientos por la deshidratación de las madres que no disponen de agua. Vale aclarar que no falta agua en la zona, no llega a poder consumirse por falta de infraestructura”, reflejó Biga, que desde hace varios años ha participado en donaciones a comunidades de pueblos originarios que habitan el norte argentino.
En este caso, su motivación surgió por no estar de acuerdo con las retenciones en general y ahora particularmente con estas devoluciones, que para él es “como si alguien pide limosna de lo que es suyo, con reintegros muy inferiores a lo que nos sacaron”.
El caso de Biga es uno entre 38.000 productores de soja que durante este año dedicaron al cultivo no más de 400 hectáreas, entre los que no hayan declarado una facturación mayor a $ 20 millones en 2019.
Fuente: Canal TN
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